AVENTURA EN KAYAK
Sencillas rutas guiadas en kayak de dos horas de duración visitando cuevas y calas recónditas las organiza Medialunaventura (medialunaventura.com). Rutas tan alucinantes como la que nos llevará desde La Fabriquilla hasta el faro del cabo de Gata, que se alza desde 1863 en el extremo suroriental de Almería y de España. Junto al faro, descubriremos el arrecife de las Sirenas, así llamado por las focas monje que lo frecuentaron hasta mediados del siglo XX. Y como una de aquellas disfrutaremos culebreando con los kayaks entre los escollos e islotes del arrecife volcánico, como en un archipiélago en miniatura.
AL PIE DEL VOLCÁN
Otra ruta en kayak, fácil y apetecible, es la que va desde la población de San José hasta Cala Tomate, una ensenada solitaria y pedregosa que se esconde tras la punta de los Frailes, al pie del cerro del Fraile, un antiguo volcán de 493 metros de altura, donde, si el tiempo lo permite, nadaremos y haremos snorkel rodeados de sargos, pargos, lubinas, salemas y tapaculos, que aquello parece una lonja bien surtida. De camino pasaremos por Cala Higuera, que preside una atalaya del siglo XVIII, y, poco más adelante, encontraremos una gruta de unos 15 metros de profundidad llena de coral anaranjado y aguas templadas.
UNAS SALINAS MUY FLAMENCAS
A poniente del cabo que da nombre a la comarca, se encuentra La Almadraba de Monteleva, una población somnolienta, de aire africano, casi fantasmal, formada por casas de una simplicidad extrema, que fueron construidas en el siglo XIX para proporcionar vivienda a los trabajadores de las vecinas salinas. Hasta 5000 flamencos llegan a reunirse en este humedal de 400 hectáreas, que es uno de los enclaves que mejor gusto dejan a los visitantes del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.
OBSERVACIÓN DE AVES
Dejando a nuestras espaldas la blanca y escueta iglesia de 1907 –una de las imágenes más emblemáticas del parque–, avanzaremos en coche por una carretera rectilínea de más de cinco kilómetros que discurre entre las salinas y el mar. Deberemos parar en tres ocasiones porque, a mano derecha, en la orilla de las salinas, descubriremos otros tantos observatorios dispuestos para admirar el baile de los flamencos. Con unos prismáticos, disfrutaremos el doble. Ecoágata (ecoagata.es) organiza rutas por la zona de las salinas, guiadas por expertos en medio ambiente, que incluyen observación de aves.
AL FARO, EN BICI
En otoño e invierno, cuando en el resto de España llueve y nieva y es incómodo pedalear, es el momento de hacerlo en este parque natural almeriense, aprovechando que el sol luce aquí más de 300 días al año y que el termómetro no baja de 15 grados. Para montar en bici, es ideal la pista de tierra de ocho kilómetros que va de San José al cerro de la Vela Blanca, bordeando la costa más salvaje del parque, donde se localizan playas tan deslumbrantes como los Genoveses o Mónsul. En verano, pista y playas están hasta llenos de coches y de gente. Ahora no.
RUTAS GUIADAS
En ir al cerro de la Vela Blanca –un domo volcánico coronado por una atalaya del siglo XVIII, como la de Cala Higuera– y volver, hay que emplear una hora. Si se nos hace corto el recorrido, podemos alargarlo media hora bajando por carretera asfaltada hasta el faro del cabo de Gata. Varios negocios en San José alquilan bicicletas. Medialunaventura (medialunaventura.com) organiza también rutas guiadas en bici.
A LA TORRE DE LOS LOBOS, A PIE
En verano, no, porque no hay un árbol ni quien aguante esta solanera, pero el resto del año podemos subir caminando a la torre de los Lobos. No hay mejor observatorio de la costa, más elevado, que esta atalaya erigida en el siglo XVIII para prevenir los ataques de los piratas berberiscos, en un promontorio a 265 metros sobre el mar. Desde aquí se ve desde el cerro volcánico del Fraile, a 9,5 kilómetros al suroeste, hasta el faro de Mesa Roldán, a 14 al noreste. Se tarda 45 minutos desde Rodalquilar, caminando por una carretera cortada al tráfico, con buena pendiente. En bici también se puede subir, pero hay que estar muy en forma.
A MESA PUESTA
Al bajar, podemos reponer energías en el mismo Rodalquilar, con la cocina elaborada e innovadora de Oro y Luz (oroyluz.com). Tiene carta vegana y una terraza donde, con permiso del viento que azota esta esquina de la península 250 días al año, se está de maravilla. O con la tradicional cuajadera de pescado que preparan en el Centro Municipal de la Tercera Edad (tel. 696 63 39 319) de la vecina La Isleta del Moro, la población mejor conservada, menos turística y más auténtica de la costa nijareña.
Una ruta entre San José y Agua Amarga por calas desconocidas para alargar el verano
RECUERDOS DE NÍJAR
Los veraneantes ni pisan Níjar, la capital de la comarca y del parque natural, porque está en el interior, a 25 kilómetros de la playa más cercana. Se lo pierden, porque tiene una artesanía llamativa, que justifica sobradamente la visita. Entraremos en Níjar por la calle de las Eras, dejando a la derecha el modernísimo Centro de Artes Escénicas y a la izquierda, la silueta recortada en hierro de un alfarero modelando un cántaro. Señal de que estaremos en el barrio de los Alfareros, donde siempre se han fabricado cacharros para contener lo más valioso que hay en esta desértico rincón de la península: el agua.
JARAPAS Y CERÁMICA
Alfareros como Baldo García (ceramicabaldogarcia.com), Rafael Granados (Eras, 104) o Ángel y Loli (Eras, 31), a los que raro será que no sorprendamos con las manos en la masa. Baldo es el más innovador. En La Tienda de los Milagros (latiendadelosmilagros.com), trabajan y venden Matthew Weir, ceramista escocés afincado en Nijar desde 1988, y su mujer, la nijareña Isabel Soler, que teje jarapas a la antigua usanza. A mitad de calle hay un antiguo lavadero cuyas columnas han sido decoradas con azulejos de cuatro ceramistas locales. Es el Lavadero de la Artesanía.