La región Laag Holland o Baja Holanda, conocida así por sus paisajes hechos de agua, está formada por canales, lagos y ríos sobre los que multitud de aves extienden sus alas. Agua como fuente de vida y razón por la que sus encantadores pueblos han prosperado. La tradición de estas tierras se hace evidente en el puerto de Monnickendam, que durante siglos fue punto de encuentro de comerciantes, artesanos y pescadores. Junto a él se desarrolló un compacto centro histórico cuyos edificios mostraban rótulos con imágenes que representaban a los habitantes que ocupaban cada uno de ellos. La torre Speeltoren, del siglo XV, alberga el Museo Waterland y el carrillón más antiguo del mundo en funcionamiento.
Pedaleando durante ocho kilómetros junto al canal Trekvaart, alcanzamos Edam, que además de tener un importante puerto y una reseñable industria naval, da nombre a uno de los quesos más conocidos mundialmente. Como parte fundamental de la historia y de la economía de Edam desde el siglo XVI, se ha recuperado el tradicional Mercado de Queso todos los miércoles de julio y agosto, días en que los agricultores navegan por los canales hasta llegar a la plaza del Mercado transportando sus productos tal y como se hacía tiempo atrás. Desde 1974, el queso más popular es el de Henri Willig, vendido en una tienda junto a un museo dedicado al glorioso queso de bola.
A lo largo de los canales Voorhaven y Nieuwe Haven de Edam se reparten más de 170 monumentos históricos entre los que se encuentran la torre Speeltoren, la oficina de correos, las singulares casas de la antigua burguesía, la iglesia gótica de San Nicolás o el Museo de Edam, uno de los más antiguos de Países Bajos. Tras una parada en la fortaleza de Edam, construida en 1900 y Patrimonio de la Humanidad, a diez minutos en bicicleta siguiendo el lago IJsselmeer se sitúa Volendam.
Recorrer el dique del lago a golpe de pedal nos envolverá aún más en la atmósfera rural de la Baja Holanda y su luz magnética. Sin él, estos pólders, o tierras ganadas al mar, estarían sumergidos. La vida de Volendam palpita en su pintoresco puerto, con esculturas que recuerdan su pasado, restaurantes de pescados frescos, la antigua lonja y establecimientos de productos típicos con sus respectivos museos. Detrás del muelle, un conjunto de calles laberínticas hacen retroceder 100 años entre casas de madera y puentes levadizos. Un rincón de gran belleza que atrajo a numerosos pintores.
Ellos fueron los primeros turistas, y sus cuadros, los primeros folletos turísticos de Volendam, convirtiéndose así en uno de los destinos más populares del país a principios del siglo xx.De vuelta al concurrido puerto, el ferri Marken Express comunica, en 30 minutos, Volendam con el último destino de esta ruta. Los 700 kilómetros cuadrados del lago artificial más importante en Países Bajos, conocido por unos como IJsselmeer y por otros como Markermeer, dejan atrás la villa artística para acercar Marken. Canales flanqueados por casas de madera perfilan esta península conectada a tierra firme por medio de un dique levantado en 1959. Hasta ese momento, Marken había sido una isla separada del resto del territorio debido a las inundaciones acontecidas durante una fuerte tormenta.
Precisamente, las constantes inundaciones forzaron a los habitantes a edificar sobre montículos o pilones, lo que resalta hoy sus casitas de cuento. En uno de los extremos de la isla se alza el faro Het Paard van Marken (el caballo de Marken), de 1839. Tampoco hay que dejar de visitar la fábrica de zuecos Wooden Shoe y el Museo de Marken. Aunque la mejor actividad de esta península es pasear por sus canales admirando sus típicas casas de color verde y negro. Sobre las repisas de muchas de sus ventanas reposan maquetas de barcos en honor a su pasado, y sus jardines son auténticos museos al aire libre que hacen que el viajero se sienta partícipe de la vida local. Por la noche, cuando las calles se vacían, tan solo queda la magia de esta tierra moldeada por el agua.
No dejes de...
Acercarte en bici a Etersheim. A 10 kilómetros de Edam, la villa es conocida por ser el punto más bajo del norte del país, a 6,60 metros bajo el nivel del mar. En el pequeño museo arqueológico de Waterwolf se resume la historia de estas tierras ahogadas en 1400 y su constante batalla contra el mar. Un molino y el centro de visitantes de Breek completan la típica postal holandesa. También es recomendable el museo The Dik Trom, una antigua escuela de 1882.
Guía práctica
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