Al norte de portugal y no muy lejos del curso del Duero, se alzan unos abruptos y aislados macizos rocosos conocidos como las Montañas Mágicas de Arouca. Ignoradas hasta hace unos años, se han hecho famosas gracias a un singular y premiado proyecto de turismo sostenible que ha dinamizado una comarca muy afectada por la despoblación rural. Primero fue la declaración por la Unesco del Geoparque Mundial de Arouca, después llegaron los Passadiços del Paiva y, desde hace justo un año, un puente colgante peatonal de 516 metros de longitud, que está considerado como el más largo del mundo .
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Una increíble y vertiginosa sucesión de pasarelas y escaleras de madera permiten acceder caminando al interior de la profunda y escarpada garganta abierta durante millones de años por las aguas bravas del río Paiva en las masas graníticas de la sierra de Freita.
Los pasadizos tienen una longitud total de 8700 metros y se extienden entre las playas fluviales de Areinho y Espiunca. El recorrido se puede iniciar desde ambas, pero si solo se hace en un sentido, lo más recomendable es comenzar en la primera, ya que de esta manera se salva con las fuerzas íntegras la única dificultad de la ruta: los zigzagueantes tramos de escaleras que ascienden los casi 200 metros de desnivel de la garganta.
Una vez en las pasarelas y tras subir con calma los numerosos escalones, se alcanza un mirador cuyas panorámicas compensan con creces el esfuerzo. Junto al serpenteante trazado de las escaleras destaca el perfil del Puente 516 Arouca, a 175 metros sobre el nivel de las aguas.
Las pasarelas llegan a la altura de la cascada del río Aguieiras, un escalonado salto de 160 metros de altura que se precipita hacia el fondo de la garganta. Desde ese punto panorámico, otra serie de sinuosas escaleras emprenden el descenso hasta las profundidades del granítico cañón pegadas en todo momento a las paredes rocosas de la margen izquierda.
En este sector más umbrío y húmedo la vegetación forma una especie de selva en la que crecen robles, castaños, sauces, madroños y fresnos. También hay paradas de descanso con paneles que informan al caminante sobre la fauna y la flora presentes. Las más valiosas son algunas libélulas y mariposas endémicas y una rara especie de boga de río. También es posible contemplar nutrias y aviones roqueros.
Tras observar el río desde un puente colgante de madera, las pasarelas continúan hasta la playa fluvial de Vau, donde se puede descansar y, si el tiempo acompaña, refrescarse en las aguas limpias del Paiva. Siempre cerca del agua, se alcanza otro espectacular enclave de la garganta, conocido como Gola do Salto, en el que el agua y las rocas forman una serie de rápidos ideales para la práctica de rafting y el descenso deportivo con canoa. Ya solo queda el cómodo tramo final, siempre acompañados por el rumor del río, que, tras pasar por el geositio de la falla de Espiunca, culmina en la playa fluvial del mismo nombre. En este punto se puede elegir entre regresar por el mismo camino o tomar un taxi hasta el lugar de partida.
No dejes de...
Hacer la ruta en coche por el geoparque. El agreste entorno de la comarca de Arouca tiene mucho que ofrecer, como el itinerario que permite conocer los once geositios de este espacio y va descubriendo fósiles, fallas, rocas singulares... Pero en la sierra de Freita no todo es naturaleza en estado puro, también hay pequeñas aldeas tradicionales, como Grave, Janarde y Canelas. Y museos y centros de interpretación, como el de Arte Sacro de Arouca y el Museo de los Trilobites (museudastrilobites.pt), en Canelas.
Guía práctica
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