Panajachel, o pana, para abreviar, es el pueblo más popular a orillas del lago Atitlán, uno de los tres lugares que nadie puede perderse en un viaje a Guatemala, junto con el sitio arqueológico de Tikal y la ciudad de Antigua. También es el más turístico, porque a él se puede llegar por carretera y además cuenta con todos los servicios. Basta recorrer la comercial calle Santander para darse cuenta de su animada vida. Esta va a parar al paseo que bordea el lago, en cuyos embarcaderos se cogen los barcos hacia las otras poblaciones ribereñas y se contempla la foto más conocida del lugar, con su horizonte marcado por altas montañas y los volcanes Atitlán, Tolimón y San Pedro elevándose sobre este inmenso mar de 18 kilómetros de largo, ocho de ancho y hasta 300 metros de profundidad.
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Si uno llega por la tarde a Panajachel, puede que la primera impresión del lago no coincida con la de Aldous Huxley, a quien le pareció el más bello del mundo. Y eso es porque el viento xocomil, que empieza a soplar a esas horas, aparece acompañado de nubes y una neblina que borra de un plumazo la vista y alborota sus aguas. Amanece, sale el sol y, con la imagen nítida, ponemos rumbo a Santiago Atitlán, el pueblo más grande del lago. La visita debe comenzar por su colorido mercado, el interior y el que se extiende también por sus calles aledañas, donde las mujeres tzutujil, que visten huipiles (vestidos tradicionales) de colores púrpuras, venden sus pescados y frutas. Al lado queda el parque de la Paz y, cerca, aguarda la blanca iglesia de Santiago, desde cuya escalinata se divisa el volcán San Pedro.
Pero además del trajín comercial, lo que nadie se pierde en Santiago es subirse a uno de los tuk tuk que circulan a toda velocidad por sus calles en cuesta para llegar a la casa de Maximón, la divinidad ancestral de la mitología maya que sus guardianes cuidan con esmero, o ir a visitar a alguna de las mujeres que lucen el curioso tocado llamado tocoyal.
Después de hacer otra parada en San Pedro La Laguna, la barca nos conduce a San Juan La Laguna, una pequeña población con mucho arte, donde los mayas muestran sus mejores trabajos en los coloridos murales que decoran sus calles en cuesta o en los talleres de las cooperativas gestionadas por mujeres indígenas, como el de la textil Casa Flor Ixcaco.
No queda lejos San Marcos, al que muchos llegan atraídos por la buena energía que dicen que desprende. Por eso, en su calle principal han proliferado los locales especializados en yoga, meditación y terapias alternativas.
Justo en el extremo opuesto del lago, un panorámico recorrido en coche desde Panajachel lleva hasta Santa Catarina y San Antonio de Palopó, habitados por mayas kaqchikel. De la primera localidad llama la atención el color turquesa de las fachadas de sus humildes casas, pero también su playa, sus aguas termales y senderos. En San Antonio, la mejor muestra de su arte es su taller de cerámica. Un paseo junto al lago será la mejor despedida de este rincón guatemalteco en el que se puede sentir toda la magia y el misterio del mundo maya.
No dejes de...
Subir al volcán San Pedro. Con 33 conos volcánicos, varios en activo, en un viaje a Guatemala se impone subir a alguno de ellos. El más accesible en este entorno es el de San Pedro (3020 metros). La excursión a su cumbre parte desde el pueblo de San Pedro La Laguna y arranca en la entrada del Parque Ecológico. El primer tramo es sencillo y discurre atravesando plantaciones de frijoles, cafetales y aguacates. Según se asciende, el desnivel aumenta, la vegetación se espesa, pero se gana en vistas, especialmente al alcanzar el mirador. Numerosas agencias ofertan esta ruta, de unas tres horas y media.
Guía práctica
Guía práctica