De las aguas cristalinas del mar Tirreno emerge el archipiélago de la Campania, donde se esconden playas volcánicas, restos de civilizaciones perdidas y coloridos pueblos de pescadores que parecen de otra época. A apenas una hora del bullicio de la ciudad de la pizza, Capri, Ischia y Prócida son el perfecto y apartado refugio en el golfo de Nápoles
Cuesta creer que Nápoles, con su caótica y vociferante energía, esconde un rincón a pocas millas de su costa donde el tiempo transcurre con lentitud rural. Frente a su bahía, tres islas posadas sobre el mar Tirreno encarnan la más pura expresión de la dolce vita. Sin embargo, Capri, Ischia y Prócida conforman un silencioso refugio. El lugar al que acudir en busca de calma después de haber devorado la ciudad de la pizza, su centro histórico Patrimonio de la Humanidad, sus castillos, museos y catacumbas.
Aquí, en estas tres joyas del archipiélago de la Campania, no se halla más que esencia marinera. Menos de una hora lleva el trayecto a este conjunto de islas que, aunque comparten la sensación de distancia con el mundo, gozan de personalidad propia. Prócida, la hermana menor, es la más cercana a la costa y, paradójicamente, la más solitaria. Un paraíso de menos de cuatro kilómetros cuadrados que recibe con una de las imágenes más bellas del país: su anfiteatro de fachadas de colores pastel precipitándose al mar. Sus soleadas calles son territorio de los apenas 10.000 habitantes que viven de faenar en las aguas o de cultivar limones con los que elaboran el famoso limoncello.
Prócida hay que recorrerla a pie desde las empinadas cuestas de la Marina Grande, el puerto principal, hasta la Marina Corricella, donde la iglesia amarilla de Santa Maria delle Grazie dibuja la postal más típica. También hay que subir a Terra Murata para descubrir el palazzo d’Avalos y una desconchada fortaleza medieval erigida en lo más alto de la isla. Y después relajarse en sus playas de arena oscura (Chiaiolella, Pozzo Vecchio, Ciracciello...) y, con mucha suerte, acceder, a través de un puente peatonal, al islote de Vivara, una reserva natural cuyas visitas están limitadas.
Una corta travesía en ferri conduce después a Ischia, más extensa y rica en paisajes que van más allá de sus playas, algunas tan hermosas como Scannella. Aquí lo mejor es alquilar un coche o una moto y conducir por las carreteras entre bosques y colinas onduladas. Hay que llegar al Castello Aragonese, el icono de la isla, y descubrir también los restos de la cattedrale dell’Assunta, la prisión, el convento de las clarisas y las pequeñas iglesias con vistas al azul infinito. En Ischia existen pueblos tan encantadores como Forio, con la iglesia del Soccorso en un entorno único, o Sant’Angelo, con un entramado peatonal delicioso.
Pero, sobre todo, existen estaciones balnearias con aguas que emanan de las entrañas, como los Jardines Termales de Poseidón y las Termas de Cavascura. Capri es la más glamurosa de las tres, con sus prohibitivas boutiques de la via Camerelle y la sofisticada Piazzetta. Pero en esta isla, que fue para Homero el lugar donde habitaban las sirenas, también encontramos postales en la propia naturaleza: desde el Arco Natural hasta los Faraglioni, pasando por la Grotta Azzurra. También conviene conocer el palacio Villa Jovis para rememorar las fiestas del emperador Tiberio, pasear por los Jardines de Augusto y subir al monte Solaro desde Anacapri para abarcar con la vista hasta la costa Amalfitana.
No dejes de...
Descubrir la gruta azul. El lugar más escénico de Capri, la Grotta Azzurra, se encuentra en el noroeste de la isla y es un sistema kárstico de cavidades subterráneas abiertas al mar que confluyen en un espacio más amplio conocido como la Catedral. La luz del sol atravesando desde las aguas, y observada desde la oscuridad, proporciona un impresionante tono azul. La visita parte en lancha del puerto de Marina Grande para luego pasar a la barquita de remos que accede lenta y silenciosamente a la gruta (civitatis.com).
Guía práctica
Guía práctica
Cuándo ir
Con una temperatura media que oscila entre los 14 °C en invierno y los 31°C en verano, cualquier época es buena para viajar a las islas del golfo de Nápoles, si bien se recomienda evitar la temporada más alta.
Cómo llegar
Nápoles, conectada con vuelos directos desde varias ciudades españolas, es el punto de partida. Desde aquí, para acceder a cualquiera de las tres islas hay que coger los barcos rápidos (aliscafi.it) que parten del puerto Molo Beverello. Las compañías más recomendadas son NLG (navlib.it) y Snav (snav.it). Los trayectos a cualquiera de las tres islas en ningún caso duran más de una hora. Catai (catai.es) ofrece el paquete Costa Amalfitana al completo, en el que, durante cinco días, no solo se realiza un recorrido por Nápoles y su bello litoral, también se salta a Capri con una posible extensión a Ischia y Prócida. Desde 745 € (incluidos vuelos, hoteles y media pensión).
Cómo moverse
Con apenas 3,7 kilómetros cuadrados, Prócida es una isla para recorrer a pie, aunque también se puede optar por el autobús para moverse entre Marina Grande y Marina de Chiaiolella, los puntos más alejados. Asimismo, Capri es perfecta para moverse caminando, aunque es algo mayor, por lo que se recomienda alquilar un scooter para las distancias más largas o desplazarse en los autobuses que parten de las terminales cercanas a las plazas centrales de Capri y Anacapri. Ischia es la mayor del archipiélago, por lo que a las opciones anteriores se puede añadir la del coche de alquiler.
Dónde dormir
Quienes busquen una experiencia sofisticada de alojamiento en la más glamurosa de las tres islas deben apuntar este nombre: Capri Tiberio Palace (capritiberiopalace.it), emplazado a solo unos pasos de la legendaria Piazzetta y las boutiques de moda, con un refinado estilo que recuerda a la dolce vita. Villa Marina Capri (villamarinacapri.com), inspirado en la faceta artística de esta isla, es también una de las opciones más lujosas. En Ischia, el Hermitage resort & Termal spa (hermitageischia.it), abierto al mar y con decoración mediterránea; y en Prócida, el hotel Celeste (hotelceleste.it), básico en su decoración, pero bien situado cerca de la Marina di Chiaiolella y de la playa más larga.
Dónde comer
La influencia griega, francesa y española de los períodos de dominación napolitana también se deja sentir en la gastronomía de esta parte de Italia, que fusiona diferentes culturas culinarias. La cercanía al mar Tirreno propicia un rico pescado y marisco que destaca en los fogones junto a la universal pizza napolitana. En Capri, el restaurante Faraglioni (faraglioni.com) es una institución gracias a sus deliciosos platos tradicionales y su terraza. À Paranza (Lungomare Aragonese, 6), en Ischia, es una opción ideal para los amantes de los productos del mar, mientras que Gorgonia (Marina di Corricella, 50), en Prócida, conquista los paladares con su pasta con erizos de mar.