En el noreste de Cádiz, el clima mediterráneo de la costa se sustituye por el fresquito de las corrientes atlánticas. No es de extrañar que la zona se hiciera famosa desde el siglo XVIII por su industria textil y la fabricación artesanal de mantas de lana, aunque hoy son pocos los talleres que quedan. Pero alguno hay, y el mejor conservado está en el Museo de la Fábrica Artesanal de Mantas de Grazalema (mantasdegrazalema.com/es/contenido/museo). En él se exhiben la maquinaria e instalaciones antiguas, ya en desuso, originarias del siglo XIX y se muestra cómo era antaño el proceso de creación. Es un museo pequeño, la visita se hace en apenas 15 minutos, de lunes a viernes, y la entrada es gratuita. Junto a este, en otra nave mucho más moderna, se lleva a cabo de proceso de fabricación actual.
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Además del museo, Grazalema va sobrada de encantos para ir a conocerla en cualquier época del año. Por sus calles estrechas y empedradas, sus fachadas encaladas, sus balcones floridos y su iluminación tenue al anochecer, que para eso es uno de los referentes de la arquitectura tradicional andaluza, y uno de pueblos blancos más bonitos.
Para que la industria textil se hiciera fuerte a este lado de la península hizo falta mucho más que frío. Y la clave de la ecuación está en el agua y los molinos que aprovechaban su caudal para generar energía. No son muchos los hidráulicos que quedan en activo, y uno de ellos es el Molino de Abajo (elmolinodeabajo.es), en El Bosque, otra localidad con mucho encanto que, como Grazalema, forma parte de la ruta de los Pueblos Blancos (a menos de 20 kilómetros de distancia de Grazalema, por una carretera tan paisajística como sinuosa).
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Lleva en pie desde hace más de 300 años y, tras más de dos décadas inactivo, la familia González se encargó de volver a ponerlo en marcha a principios de los 2000. Quienes lo visitan (siempre bajo reserva, desde 3 € por persona), comprueban que son incontables los aperos y la maquinaria totalmente analógica que guarda tras su puerta principal (la piedra de molienda es tan descomunal como el ruido que hace la fuerza del agua que la mueve), todas ellas herramientas de cuando obviamente no existía ni la luz eléctrica.
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MOLLETES, VINO Y DULCES TÍPICOS: LAS TENTACIONES DE LA SIERRA
Seguimos en El Bosque porque el Molino de Abajo, además de museo etnográfico, que lo es, también es una panadería. Y no exageramos si decimos que de ella salen los mejores molletes de la comarca (tanto que su propietario Fran González asegura que son incluso ¡mejores que los de Antequera!). ¿Ganas de probarlos? Pues ojo, porque no tienen despacho directo de pan y no los venden, pero sí se pueden adquirir en alguna de las ventas próximas (como Venta Julián, en El Bosque).
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Y allí donde hay buen pan, suele haber mejor vino. En esto Grazalema tampoco es la excepción. Ponemos rumbo a Casa Martín 1920 (martin1920.com), una taberna situada en un lateral de la plaza que a la vez es vinoteca (interminable su propuesta de jereces) y abacería (chacinas y embutidos gaditanos). Por si fuera poco, son constantes las sesiones de cata, que han convertido esta taberna gaditana en un lugar con alma de tabanco jerezano, perfecto para un aperitivo largo o para una comida ligera con buenos quesos; los de La Pastora no faltan, como el flamenco, que siempre está de fondo. Sergio Nieto Menacho es el ingeniero agrícola que hay detrás de la barra, nieto de los antiguos propietarios de la casa y un cherry lover confeso (tiene una gran cantidad de vinos de Jerez en carta, la mayoría para beber por copas).
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Sería un pecado irse del pueblo sin probar su miel, ese oro casi líquido que nace en las colmenas que granjas como Rancho Cortesano (ranchocortesano.net) tienen repartidas por la serranía y parque natural, de donde recolectan mieles de encina, romero, eucalipto, brezo y hasta aguacate. Esta cooperativa cuenta con una granja-museo en Jerez de la Frontera, donde uno puede convertirse en apicultor por un ratito para conocer todo el proceso de producción y recolección de la miel acompañado por el zumbido de las abejas en plena tarea. A ver quién es el que no entra en calor después de un rato encerrado con ellas…
ZAHARA DE LA SIERRA Y UBRIQUE, DOS VILLAS PARA ENAMORARSE
En una ruta de fin de semana no pueden faltar estos dos pueblos en el corazón del parque natural. Zahara de la Sierra es, por derecho propio, uno de los pueblos más bonitos de España, que no solo de Cádiz. Un perfecto caserío blanco que trepa por la ladera de la montaña, coronado por un castillo, mientras se refleja en las aguas calmas del embalse Zahara-El Gastor -que puede contemplarse desde el Mirador de Zahara de la Sierra, a los pies del pueblo, o descender hasta él y realizar una ruta en kayak-. Ya su hermosa estampa desde lejos nos deja enamorados, y no defrauda al pasear luego por sus plazas y calles empedradas, y empinadas. Unas cuantas tabernas y pequeñas tiendas de artesanía nos ayudarán a hacer un descanso en el recorrido.
26 kilómetros separan Grazalema de Ubrique, otros de los pueblos blancos en los que hacer parada. Famoso por su artesanía en piel cuero y cuero, en una visita hay que hacer un alto (y seguro que comprar) en alguno de sus comercios artesanales.
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Pero no son los únicos pueblos en los que merece la pena detenerse, eso dependerá del tiempo que dispongamos o el que queramos dedicar a cada sitio. Podemos extender nuestra visita a localidades tan bellas como Olvera, Arcos de la Frontera, Setenil de las Bodegas, Benaocaz… o mejor aún, regresar otro día y seguir descubriendo los impolutos pueblos de esta sierra.
RUTAS SENDERISTAS POR GRAZALEMA
Lo mejor para quemar las calorías que hayamos sumado a lo largo del fin de semana será hacer algo de deporte. Se nos ocurre practicar un poco de senderismo al aire libre que, además de muy sano, nos va a permitir descubrir otro de los tesoros mejor escondidos de Grazalema: el pinsapo. Una especie de abeto autóctono y en peligro de extinción que tan solo se puede contemplar en esta zona de la península. Es por eso mismo que los senderos que transcurren por el pinsapar están muy controlados y sujetos incluso a multas -es necesario sacar un permiso con antelación o acudir con guías de montaña y empresas de turismo activo-, además de permanecer cerrados durante los meses de verano para evitar riesgos de incendios. Razón de más por la que perderse por el sur de la península fuera de temporada, y aventurarse a descubrir estos otros encantos, se antoja como una buenísima idea. ¿O no? Para aquellos que lo deseen Experiencia Outdoor (experienciaoutdoor.com) ofrece diferentes actividades y rutas por el pinsapar.
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¿DÓNDE DORMIR?
Con una ubicación más que privilegiada en el corazón del Parque Natural de la sierra de Grazalema el Fuerte Grazalema (fuertehoteles.com). Por su piscina panorámica para el verano o su magnífica chimenea en invierno, por su granja doméstica o por su huerto ecológico es uno de los más solicitados de la zona. Todo un referente en sostenibilidad. En Zahara de la Sierra el hotel Al Lago (al-lago.es), con bonitas vistas al embalse.