En ocasiones, el paraíso se desvela mucho más cercano de lo que uno imagina. Es lo que se tiende a pensar mientras se avanza por la carretera n-340, que recorre el litoral andaluz, en dirección a la escueta y desconocida costa granadina. A pesar de lo abarcable de esta costa, existen mil formas de explorarla, por ejemplo, abordando de manera tranquila el tramo que va desde La Herradura hasta Salobreña, apenas 20 kilómetros rebosantes de esplendor.
Granada comparte con su vecina Málaga el Paraje Natural Maro-Cerro Gordo, primera e indiscutible parada para conocer el lado más agreste de la Costa Tropical. Imponentes acantilados se asoman a un mar calmado que esconde en sus recovecos bonitas calas que recuerdan más al Caribe que al sur de Europa, como la de Cantarriján, el destino soñado para quienes practican naturismo en la zona. De la Punta de Cerro Gordo parten varios senderos, aunque es el que lleva hasta la torre vigía del mismo nombre el que ofrece las vistas más espléndidas, que se disfrutan en compañía, probablemente, de alguna que otra cabra montesa.
Enseguida la carretera comienza a retorcerse invitando a tomar el desvío hacia La Herradura. Este pequeño pueblo dependiente de Almuñécar presume de contar con una de las playas más hermosas de la zona, que, protegida por su disposición de los vientos de levante y poniente, tienta a darse un baño en sus aguas. La experiencia se puede completar saboreando una comida a base de pescado fresco y marisco en cualquiera de sus chiringuitos con los pies en la arena. Tras un paseo por el casco histórico, apenas un puñado de callejuelas de paredes encaladas y macetas de flores, espera Almuñécar, que se alcanza solo ocho kilómetros después.
Si algo tiene de peculiar este enclave mediterráneo es, además de su historia, su gentilicio: sexitanos, un nombre que le viene a sus vecinos desde la época de fenicios y romanos, cuando Almuñécar era Firmum Iulium Sexi. Sin embargo, no fueron estos los únicos pueblos que pasaron por aquí, también lo hicieron los árabes, que dejaron su impronta en monumentos como el castillo de San Miguel, que despunta en el skyline de la localidad. En él llegó a residir la dinastía nazarí, aunque con el tiempo se abandonó y, antes de ser rehabilitado, se utilizó como cementerio.
Un museo que no hay que perderse es el arqueológico Cueva de los Siete Palacios, donde se expone el vaso canopo del faraón Amenofis I de Egipto, cuyos jeroglíficos son el documento escrito más antiguo hallado en la península. Tampoco, un paseo por el Parque Botánico y Arqueológico El Majuelo, donde se contemplan los restos rehabilitados de la antigua factoría romana de salazón de pescado. Fundamental también, tomarse un vermut en una de las tabernas con solera del casco urbano y, de regalo, como manda la tradición granadina, una deliciosa tapa .
El camino prosigue hacia el oeste, y a cada paso regala una estampa más sorprendente. A un lado, la frondosidad de los campos de cultivo en los que crecen todo tipo de frutas tropicales –aguacates, mangos, chirimoyas, guayabas…–, gracias a un benigno clima con temperaturas que oscilan entre los 18 y los 30 grados. Al otro, playas y calas entre guijarros y rocas donde dejarse abrazar por el cálido sol mediterráneo. En las de Cabria, Los Capachos o El Caletón la paz es absoluta, son el verdadero tesoro del lugar.
La ruta pone su punto final en Salobreña, otro insigne pueblo de la costa granadina. Se deja ver desde lo lejos con su blanco caserío agarrado a la loma del peñón y sus empinadas cuestas repletas de balconadas y flores. Los azulejos mudéjares de la iglesia del Rosario asombran tanto como el mirador dedicado a Enrique Morente, granaíno de pro. Aunque, para vistas, las del castillo árabe, que se yergue orgulloso en lo alto. La panorámica de la Costa Tropical, el Mediterráneo y Sierra Nevada serán la mejor despedida.
No dejes de...
Sumergirte en los fondos marinos de La Herradura. Las aguas cristalinas, la calma del Mediterráneo, la rica fauna y flora y las abundantes especies de corales hacen de este entorno el paraíso para los aficionados al submarinismo. Open Water La Herradura (openwater.es) ofrece bautismos de buceo, cursos e inmersiones diarias en fascinantes escenarios: barcos hundidos, paredes, cuevas... Todo ello en uno de los enclaves marinos más privilegiados: el Paraje Natural Marino de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo.
Guía práctica
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