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Pueblos costeros para enamorarte (mucho más) de Asturias


Actualizado 25 de agosto de 2022 - 13:00 CEST
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LLANES

Llanes es otro de ese puñado de pueblos asturianos marineros encantadores. Con un casco histórico abarrotado de palacios y casas blasonadas, un rico conjunto de arquitectura indiana, el paseo de San Pedro que recorre el adarve de la muralla y el puerto más artístico de España, que el artista Agustín Ibarrola creó con sus Cubos de la Memoria.

 

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TAPIA DE CASARIEGO

Es famoso por sus arenales y las buenas condiciones de sus olas, lo suficientemente bravas para que algunas de ellas, como la de Anguileiro La Grande, sean escenario de campeonatos europeos de esta disciplina. No es la única, también están las de Mexota Esteiro, Serantes y La Paloma, San Blas, El Murallón… También merece la pena admirar las casonas y palacetes de Tapia y después darse una vuelta por el coqueto puerto pesquero hasta el faro, donde sentarse a degustar en sus terrazas los pescados y mariscos de la zona.

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LASTRES

En una empinada ladera de un rocoso acantilado se alza escalonado el pintoresco caserío de Lastres, con su torre del Reloj, su barrio de mareantes y las empinadas y zigzagueantes calles que descienden hasta el borde mismo del mar, donde se abre un recogido y secular puerto pesquero. Aquí se puede asistir a la rula del pescado cuando los pesqueros llegan al muelle por la tarde y después acabar probando una caldereta con esos frescos y sabrosos pescados. Si hace sol, llegar hasta la playa de la Griega también es muy apetecible.

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CELORIO

Son sus playas, que cuenta hasta 8 (Portiellu, San Martín, Borizu…), el gran atractivo de esta pequeña parroquia del concejo de Llanes, pero también un entorno natural inigualable, con la vecina sierra del Cuera a sus espaldas.

 

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CUDILLERO

Recogido sobre sí mismo en lo alto de una montaña y frente al mar, Cudillero es un pueblo bonito para pasearlo por sus recorridos marcados, descubrir sus rincones, asomarse a sus miradores y acabar, siempre, recalando en el puerto viejo, donde empiezan y acaban todos los caminos. En la plaza de la Marina, repleta de restaurantes y tascas, se degustar los mejores pescados y mariscos que llegan cada día al puerto. 

 

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ORTIGUERA

En el concejo de Coaña, en el occidente asturiano y sobre las laderas que desembocan en el Cantábrico, este pueblo es una ventana a la inmensidad del mar. Posee un bonito puerto, el del Ribeiro, que sigue siendo un desconocido. Como lo es también el cabo San Agustín, en un extremo, un enclave donde vemos dos faros, jardines, un monumento dedicado a los marineros y una ermita de muros blancos. Además de todo ello posee un conjunto de arquitectura indiana que hacen de Ortiguera un lugar único para disfrutar de la tranquilidad.

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LUANCO

Luanco ejerce de capital del concejo de Gozón, una villa con mucho encanto que preside una amplia ensenada con buenas playas, el antiguo puerto que en el pasado rivalizó con Candás como plaza ballenera y mucha animación veraniega de terracitas, sidrerías y restaurantes donde se come buena cocina marinera. Por su casco histórico, sobre todo por la calle de la Riba, va asomando su larga colección de edificios notables, como la torre del Reloj y la iglesia de Santa María, y también casas pintorescas.

 

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CASTROPOL

En el límite entre Asturias y Galicia, Castropol contempla desde un promontorio escalonado el fluir de la ría del Eo antes de desembocar en el Cantábrico. Posee un interesante casco histórico con palacios, casas blasonadas, capillas, iglesias y plazas. Muchos llegan buscando aquí los deportes náuticos, desde el windsurf a los paseos en kayak, pero también atrae en él el aroma marinero de sus fogones y sus afamadas ostras.

 

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TAZONES

Famosa por ser la villa donde el emperador Carlos V pisó por primera vez la Península allá por el 1517 para ser coronado rey, Tazones ahora lo es también por ser una de las villas marineras más bonitas y entrañables de la costa asturiana, donde se llega para admirar sus casas adaptadas a la pendiente, pero sobre todo a comer, que los pescados de su puerto tienen merecida fama.

 

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RIBADESELLA

Cada mes de agosto se convierte en centro de atención durante el descenso del río Sella, una fiesta de interés turístico internacional, pero Ribadesella tiene atractivos para cualquier momento, que por algo se convirtió en el siglo XIX en una refinada colonia veraniega que plantó sus elegantes chalés frente a la playa de Santa Marina. La cueva de Tito Bustillo, declarada Patrimonio de la Humanidad, sus sidrerías y en su entorno, las huellas de dinosaurios que rastrear en su cosa dan para mucho.

 

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LUARCA

La llaman la «villa blanca de la costa verde» y tiene fama por su puerto pesquero, sus impresionantes miradores –como el del Chano–, las vistas desde su cementerio –donde descansa Severo Ochoa– y sus edificios de arquitectura indiana del barrio de Villar, entre los que se encuentra la antigua casa del premio Nobel.

 

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