Además de sus playas de aguas cristalinas, sus faros, mercadillos y atardeceres espectaculares, estos pueblos invitan a descubrir la otra esencia mediterránea de la isla: la de sus calles y plazas, su patrimonio y sus gentes. Bienvenidos a «la otra» Formentera.
SANT FRANCESC XAVIER, LA CAPITAL
En el interior de la isla, es el cruce de caminos para conocer todos los rincones de la isla. La plaza de la Constitución, con el edificio del ayuntamiento, es el centro de su vida diaria y donde levanta su monumento más importante: la iglesia-fortaleza del siglo XVIII (en la imagen). En sus calles peatonales, además de bares, terrazas, restaurantes y pequeñas boutiques, también merecen ser visitados el Museo Etnográfico, la capilla de Sa Tanca Vella, del siglo XIII. o el Fossar Vell, cementerio restaurado por el arquitecto formenterés Marià Castelló, con una intervención que le valió ser finalista en los premios FAD de arquitectura 2017. Y a las afueras, una pequeña caminata para admirar los molinos de Sa Miranda: el d’en Mateu (hoy vivienda privada) y el Molí d’en Jeroni. Ambos datan del siglo XIX aunque dejaron de funcionar en la década de los 50, que ofrecen una espectacular vista panorámica.
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LA SAVINA, PUERTA DE ENTRADA A LA ISLA
El puerto de La Savina fue creado a finales del siglo XIX como refugio a los propietarios de embarcaciones amarradas en el estany des Peix. Con los años se convirtió también en punto estratégico para exportar la sal que se recolectaba en las salinas, por lo que se fueron desarrollando aquí todo tipo infraestructuras, que hoy se han reconvertido para el turismo. A él llegan, de abril a octubre, los ferris desde la vecina Ibiza o la alicantina Dénia (solo de abril a octubre) con los viajeros que buscan disfrutar del último paraíso del Mediterráneo. Al puerto pesquero de siempre, refugio de vetustas embarcaciones, se ha unido el puerto deportivo, con sus modernas embarcaciones de recreo. Bullicioso y alegre, está repleto de bares y restaurantes, un mercadillo vespertino de ropa y establecimientos donde alquilar vehículos de todo tipo. Y también donde hacer acopio de información para empezar a disfrutar de la isla.
ES PUJOLS, LA ÚNICA PLAYA URBANA
Ubicada al norte, entre la playa de Llevant y Punta Prima, aglutina la mayor oferta hotelera de la isla y cuenta con un animado paseo marítimo salpicado de restaurantes, bares, pubs, terrazas y puestos de artesanía que abren todos los días de la semana, de 19:00 a 24:00 horas. Es Pujols también presume de la única playa urbana de la isla, un arenal de unos 700 metros en paralelo a su paseo, en el que se encuentran también algunos varaderos de madera. Es la localidad que le da un toque de locura y frenesí a la tranquilidad generalizada que impera en el resto.
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SANT FERRAN DE SES ROQUES, BOHEMIA Y CREATIVIDAD
En los años 70, esta pequeña localidad del centro de la isla fue el punto de encuentro de hippies y bohemios, reunidos en la legendaria Fonda Pepe, todavía abierta hoy en día (en la imagen). Ese espíritu es el que sigue hoy marcando sus dos mercados: el artesanal y el artístico. A nivel patrimonial destaca su entramado de callecitas peatonales, su plaza y la iglesia parroquial, la más pequeña de las tres únicas iglesias parroquiales de la isla (junto a las de la capital de la isla y El Pilar de la Mola). Muy cerca, al norte, está la torre de defensa de Punta Prima, dos molinos de viento: Molí d’en Teuet y Molí de Ses Roques. Al sur, los embarcaderos de Cala en Baster, y al este, los bellos acantilados de piedra marés, utilizada para la construcción de las casas.
ES CALÓ DE SANT AGUSTÍ, PUEBLO DE PESCADORES
En la costa de Tramuntana, esta coqueta y pintoresca aldea de fuerte tradición pesquera cuenta con un peculiar puerto natural de interés cultural, pues su impresionante conjunto semicircular de varaderos de madera dan cobijo a los llaüds (barcas tradicionales de pesca). Además de algunos restaurantes en los que degustar buen pescado fresco, marisco o arroces, la zona playera de Ses Platgetes la forman tres calas casi idénticas que contrastan con los rotundos acantilados de La Mola, hacia el norte. Es Caló de Sant Agustí también es el punto de partida de la más bonita de las 32 Rutas Verdes de Formentera, conocida como Camí de Sa Pujada, que recorre íntegramente el histórico camino que era el único acceso a la parte más elevada de la isla.
EL PILAR DE LA MOLA, ARTESANÍA Y MOLINOS
Ubicada en el extremo este de la isla, a 192 metros de altura, es el pueblo más tranquilo de Formentera, salvo las tardes de los miércoles y domingos, de mayo a octubre, cuando abre su mercado artesano, el más famoso de la isla. Al final del pueblo, en direccion al faro de La Mola, hay que visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Pilar, construida en el siglo XVIII. Otro desvío permite llegar hasta el molino mejor conservado de la isla, el Molí Vell de la Mola, que puede visitarse de miércoles a domingo para admirar su fabuloso engranaje tradicional.
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Tiendas de Sant Francesc Xavier.