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Liencres, más que una playa, un parque natural en la costa cántabra

El río Pas desemboca a lo grande en el mar, formando un precioso estuario junto al que se extiende este espacio protegido con playas de arena dorada, pinares, acantilados y las dunas más vivas del Cantábrico. Para bañarse, hacer surf o dar un paseo, es fácil caer rendido ante tanta belleza.


Actualizado 19 de agosto de 2022 - 15:51 CEST

Abra del Pas es el mejor mirador del entorno de Liencres. Desde él se divisa una amplísima panorámica que abarca la desembocadura del río Pas, la playa de Valderenas, el extenso pinar marítimo que protege el sistema dunar más importante del norte de España y, en el meandro que dibuja la ría en su tramo final, el campo de golf Abra del Pas. Si el día está claro se ve, además, Peña Sagra, la sierra del Cuera y hasta los Picos de Europa en el horizonte.

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Todo ello se contempla a distancia, pero para descubrir los efectos del viento y el mar en el Parque Natural de Liencres, el primer espacio protegido de Cantabria, hay que adentrarse en él. La magnitud de este enclave de alto valor ecológico y delimitado por la ría de Mogro se empieza a desvelar nada más tomar el señalizado desvío de la carretera y adentrarse en el bosque, pues las dunas móviles que protegen la playa adquieren otra dimensión. En un par de kilómetros, a pie de playa, se encuentra el aparcamiento donde se deja el coche.

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© Getty Images

Playa de Canavalle, un paraíso para los aficionados al surf.

La playa de Liencres, que en realidad se llama Valdearenas, se disfruta andando. Primero atravesando los densos pinares que fueron plantados en 1947 para contener el avance dunar; seguidamente, las dunas, que, aunque no se pueden pisar porque están acordonadas, se admiran a cada paso. Lo que un principio son pequeños montículos de arena de origen eólico que, a modo de muralla, se benefician de los aportes del río Pas y de las corrientes litorales, se convierten en grandes promontorios una vez superados los primeros kilómetros.

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Para descubrir el parque natural en toda su dimensión hay un itinerario circular de unos seis kilómetros que arranca en el aparcamiento de Valdearenas, lleva hasta el extremo del puntal y, bordeando después la ría, alcanza el pinar marítimo que escolta los casi tres kilómetros de playa. A lo largo del camino se ven algunas de las numerosas aves acuáticas que tienen Liencres como lugar de paso o refugio de invernación: el chorlito gris, el chorlitejo grande, zarapito trinador, el cormorán grande, la garza real, la gaviota patiamarilla...

© Age Fotostock

Desde el aparcamiento de Liencres queda a la derecha, la playa de Canallave; a la izquierda, la de Valdearenas.

Al otro lado del aparcamiento, está la playa de Canallave, otro paraíso de ambiente surfero donde no faltan los chiringuitos ni las escuelas de surf. Es un arenal más pequeño, pero precioso. Desde él arranca la bonita senda costera que une las otras playas de Liecres. Entre prados intensamente verdes, pasa por la de Pedruquios (o del Madero) y concluye en Somocuevas, donde se puede rematar el paseo con un baño.

Por su oleaje y por ser una playa abierta a los vientos, Valdearenas es un paraíso para los aficionados a cabalgar sobre las olas; también para darse un baño, pues hay sitio para todos y tiene un suave desnivel de entrada, pero conviene tomar precauciones. Lo que son memorables son los atardeceres que aquí se contemplan, con la isla de la Conejera al fondo.

© Getty Images

Un itinerario circular de unos seis kilómetros arranca en el aparcamiento de Valdearenas, lleva hasta el extremo del puntal y, bordeando después la ría, alcanza el pinar marítimo que escolta los casi tres kilómetros de playa y dunas.

MUY PRÁCTICO

Acceso y aparcamiento

En la carretera que lleva de Boo al pueblo de Liencres –en el municipio de Piélagos–, y a 1 kilómetro del mirador del Abra del Pas se encuentra el desvío que se adentra en el parque natural. Un vial de 1,8 kilómetros va a parar al aparcamiento, a pie de playa.

Características

La playa de Valdearenas tiene 2800 metros de longitud y en ella encontramos escuelas de surf y bar-restaurante. También en la contigua de Canallave, 840 metros. Valdearenas Escuela de Surf (escuelavaldearenasurf.com), Escuela Cántabra de Surf (escuelacantabradesurf.com) y Escuela de Surf Liencres (escueladesurfliencres.com) alquilan tablas y ofrecen clases para cabalgar las olas del Cantábrico.

© Age Fotostock

Playa del Madero.

EN EL ENTORNO

ORUÑA DE PIÉLAGOS

A 9 kilómetros de la playa de Valdearenas, hacia el interior, este pequeño pueblo merece un vistazo para admirar su puente viejo, una obra sobria y rústica que durante cuatro siglos fue el único paso sobre el Pas en el Camino Real que unía el puerto de Santander con la Meseta. Bajo sus arcos cruzan angulas, truchas y salmones y también piraguas y tablas de paddle surf (totorasurfschool.com/pielagos) que hacen recorridos por las aguas fluviales.

© Age Fotostock

Puente viejo de Oruña de Piélagos.

PLAYA DE LA ARNÍA

En marea baja, el espectáculo geológico que ofrece esta playa es uno de los mejores testimonios de la llamada Costa Quebrada, que se extiende entre Santander y la playa de Cuchía, casi en Suances. Frente a ella queda la isla de Castro, a la que se puede acceder en bajamar, y de lado, los islotes rocosos (aquí llamados urros) que vigilan desde el mar su espectacular plataforma de abrasión.

ERMITA DE LA VIRGEN DEL MAR

La patrona de Santander se venera en una ermita del siglo XVII en medio de un bello paraje. La Virgen del Mar también da nombre a una bonita playa rodeada de prados. Desde ella se puede continuar por la Senda del Litoral Norte hasta el faro de Cabo Mayor sin perder de vista el Cantábrico y los acantilados. En el camino se pasa por el humedal conocido como Pozonas de San Román, el molino de mareas de Aldame, el castillo de Corbanera y una antigua batería convertida en centro de interpretación del litoral. La Maruca también está de paso, un lugar de ambiente marinero con sus barquitas amarradas en la pequeña ría de San Pedro del Mar, sus tabernas marineras y la pequeña y rocosa playa del mismo nombre y, más allá, antes de llegar al faro, las playas del Bocal y Rosamunda, frecuentadas por los amantes del surf.

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© Age Fotostock

Neocueva de Altamira, reproducción de la sala de pinturas en la que los hombres prehistóricos pintaron hace más de 15.000 años bisontes, ciervos, manos, caballos y diferentes símbolos.

SANTILLANA DEL MAR Y LA NEOCUEVA DE ALTAMIRA

En una misma escapada se puede visitar el casco medieval de Santillana, uno de los pueblos más bonitos de España, repleto de palacios y casas blasonadas y con una notable colegiata del siglo XII, y de la reproducción de la Capilla Sixtina del arte rupestre. A las afueras de la localidad, es la réplica exacta de la sala de pinturas en la que los hombres prehistóricos pintaron hace más de 15.000 años bisontes, ciervos, manos, caballos y diferentes símbolos.