Siempre que se contempla la silueta de Tossa de Mar encaramándose sobre piedras centenarias al término de la playa, viene a la mente uno de esos castillos de arena que se hacían de niños y se tenían en pie el tiempo justo que una ola tardaba en derribarlos. Aquí, el montículo sobre el que se eleva la preciosa población medieval fortificada resiste los embistes del mar desde inicios del siglo XII y es el único existente en toda la costa catalana.
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Declarado monumento histórico-artístico, el recinto amurallado de la Vila Vella es el emblema del municipio. Cabe destacar el magnífico portal dovelado que da acceso a la Vila Vella a través del patio de armas. En el interior se despliega un espacio encantador de callejones estrechos pavimentados con guijarros y flanqueados por antiguas viviendas por los que pasear nos traslada en espacio y tiempo. Para tomar un preciosa instantánea conviene detenerse en la antigua iglesia de San Vicente, de estilo gótico tardío, de la que actualmente solo el ábside y la sacristía conservan la cubierta. Su silueta inacabada y ubicada en altura, con Tossa y el mar como telón de fondo, son el plató ideal para la mejor foto.
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Pero no únicamente desde estas ruinas se consiguen las vistas perfectas. Un paseo por la Vila Vella permite disfrutar de magníficas panorámicas de la costa desde distintos puntos, ya sea desde el paso de ronda que une las distintas torres cilíndricas o desde rincones escondidos como el mirador denominado Xalet d’en Bram, ubicado antes de llegar al faro. En el punto más alto del recinto se halla el Museo del Faro, con un estupendo mirador que permite contemplar el horizonte, así como el acantilado desplomándose sobre el mar.
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LA ANTIGUA CASA DEL GOBERNADOR
Antes de llegar al faro se puede visitar el Museo Municipal. Situado en la antigua casa del gobernador, fue inaugurado en 1935, convirtiéndose en el primer museo de arte contemporáneo de nuestro país. Tossa fue durante muchos años un reclamo para muchos artistas, transformándose en un importante núcleo de vanguardia, motivo por el cual un grupo de intelectuales sensibles al arte decidieron fundar el Museo Municipal con la intención de que quedara constancia de lo que se estaba creando en esa época, así como también del legado arqueológico procedente del yacimiento de els Ametllers.
LA VILA VELLA AL ATARDECER
Por otro lado, antes de entrar en el recinto amurallado se encuentra el barrio de Sa Roqueta, un tradicional barrio de pescadores que empezó a surgir fruto de la primera etapa de expansión del municipio durante el s. XVI. Además, recorrer el paseo marítimo hasta la cercana playa de la Mar Menuda, la más alejada del recinto amurallado, ofrece una perspectiva distinta del cabo de Tossa. Al anochecer, la belleza del recinto de la Vila Vella realzada con la iluminación de la muralla, será el mejor escenario para tus fotografias nocturnas.
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En el centro de la población (Av. del Pelegrí) se encuentra la villa romana dels Ametllers, una de las poblaciones romanas más importantes de la antigua provincia de Tarraco. Dedicada especialmente al cultivo de la vid y a la exportación de vino de gran consumo, consta de dos áreas bien diferenciadas: la pars urbana y la pars fructuaria. La primera, la zona noble del conjunto, situada en el nivel superior, posee un magnífico conjunto termal, un comedor de invierno, el ninfeo (fuente) y la piscina (con un imponente conjunto escultórico de mármol de Carrara que se conserva en el Museo Municipal), es muestra de la excepcionalidad de esta construcción. La pars fructuaria, situada en el nivel inferior, era la zona industrial. Allí se encontraban los almacenes y las salas de procesamiento de los productos agrícolas, donde se elaboraban el vino, el aceite, las salazones y donde también se guardaban los cereales. La vila romana dels Ametllers es de acceso gratuito y está abierta diariamente de 10 a 19 horas.
CÓMO DESCUBRIR LA NATURALEZA DE TOSSA
Más allá del encanto urbano e histórico de Tossa, la naturaleza circundante supone el escenario perfecto tanto para los amantes de la playa como de la montaña. Abrazada por el macizo de Cadiretes, Tossa dispone de agradables paseos verdes entre elementos botánicos atlánticos y mediterráneos, combinación que convierte los paisajes de la zona en únicos. Para conocer el espacio sugerimos tomar la sinuosa carretera que comunica Tossa de Mar con Sant Feliu de Guíxols y que atraviesa el macizo de punta a punta por su vertiente litoral. A la altura de la cala Salions, la carretera que va hasta Llagostera atraviesa la montaña en dirección oeste, y pasa por el santuario de Sant Grau, desde el que se domina una magnífica panorámica. Muy cerca del desvío y con acceso a pie desde la misma carretera, Cala Futadera supone un auténtico paraíso de aguas turquesa y esperaldas esculpido a los pies de un acantilado.
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A PIE O EN BICICLETA POR LOS SENDEROS
Otra posibilidad para conocer el macizo de Cadiretes es la de utilizar los senderos balizados, que se pueden recorrer a pie o en bicicleta de montaña. A cobijo de pinos y encinas, siempre acompañados por el aroma de plantas medicinales como el tomillo, el orégano, el poleo, el romero, la siempreviva o la travalera, dibujaremos la línea de costa sobre escarpadas paredes que hunden sus cimientos en el mar, descendiendo, de tanto en tanto, hasta encantadoras calas de aguas cristalinas cuya formación se debe a los torrentes de agua procedentes de las montañas circundantes.
A lo largo del recorrido, se hallan vestigios de lo que un día fueron puestos de vigilancia, así como pozos de contrabando que se utilizaban para esconder la mercancía. Y es que lo que nació como un sendero que facilitaba el trabajo a los pescadores de la región, quienes aprovechaban todo lo que les brindaba la naturaleza de la zona (desde la corteza de los pinos para teñir y endurecer las redes de pesca hasta el corcho de las encinas para las boyas), acabó convirtiéndose en un recorrido clandestino para los contrabandistas que traían penicilina, aceite o tabaco de ultramar. Si se desea tomar un alto en el camino, Cala Bona, Cala Pola y Cala Giverola son excelentes opciones.
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LAS LÁGRIMAS DE SAN LORENZO
Además, aquellos que deseen surgirse en este entorno tan especial con ocasión de la lluvia estival de estrellas, el próximo 13 de agosto el ayuntamiento organiza una salida guiada nocturna para ver las «lágrimas de San Lorenzo» desde un punto estratégico del macizo de Cadiretes. La salida tendrá lugar a las 21:00 desde la terminal de autobuses, regresando a la villa de madrugada. El precio es de 6 € y disponen de plazas limitadas. Para más información y reservas: 972 342 847.
Y paa disfrutar de la gastronomía hay que reservar en el restaurante Cuina de Can Simon (cuinacansimon.com), reconocido con una estrella Michelin por su cocina creativa y ubicado en una antigua casa de pescadores. O en Tursia (restauranttursia.com), restaurante familiar que propone una cocina moderna basada en nuestras raíces mediterráneas tradicionales y realizada con productos locales y de proximidad.