Descender desde el pueblo asturiano de Castañeras, donde en verano se deja el coche, el escaso kilómetro que lleva hasta su orilla permite poco a poco dejarse envolver por el singular magnetismo de esta luminosa playa de deslumbrante belleza también conocida como el Gavieru. Mucho más si se hace a la hora de la puesta del sol y se asiste, si el tiempo asturiano lo permite, a un atardecer inolvidable. Si no se tiene suerte, siempre se puede volver al día siguiente e intentarlo de nuevo.
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Si empinada resulta la bajada al xogarral (caleta de cantos rodados), la vista de peña Cogolla, donde anida una importante colonia de cormoranes, es muy apetecible. También lo es situarse ante el mirador de esta concha de 330 metros escoltada por acantilados y bañada por las aguas más tranquilas de la zona.
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Al Silencio la envuelve una densa vegetación atlántica y es, sin duda, una playa ejemplar. Más para ver que para bañarse en ella. Pero, además, salvaje, en medio del agreste Paisaje Protegido de la Costa Occidental, salpicado de escollos e islotes. Las viejas casetas de pescadores dan pistas de que la pesca con caña es habitual por estos pagos, también hay quien prefiere sumergirse en sus aguas o en las cuevas al pie de los acantilados.
Los vientos aquí soplan suaves, de componente noroeste, pero los más fuertes, sobre todo en días playeros, llegan de noreste, aunque en este caso el arenal está arropado por la verticalidad del acantilado y sirve de pantalla protectora. Bajo su perfil de cachalote, uno se siente resguardado, protegido, solo queda hacerse la foto y regresar en silencio.
CÓMO LLEGAR A LA PLAYA DEL SILENCIO
La playa se encuentra en el pueblo de Castañeras, cerca de Novellana y a 12 kilómetros de Cudillero. El coche se deja en los aparcamientos habilitados en el pueblo y se baja a pie, primero por una pista asfaltada y luego a pie por una senda. Unas escaleras descienden desde el mirador hasta la orilla.
CARACTERÍSTICAS
El Silencio tiene 350 metros de larga y un grado de ocupación medio-bajo. Una playa más para contemplar que para el baño, en un entorno natural y sin equipamiento.
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EN EL ENTORNO
Cabo Vidio
El desvío de la autovía A-8 hacia el pequeño pueblo de Oviñana acerca hasta este cabo presidido por un faro, con vistas al escarpado Paisaje Protegido de la Costa Occidental. La senda costera que llega hasta él discurre al borde de los bravíos acantilados, de 70 metros de altura, y se asoma a las playas e islotes que quedan a sus pies. El camino cuenta con miradores y bancos panorámicos donde hacer parada; el más espectacular, el mirador del Sablón, desde el que se llega a divisar, en días despejados, la costa gallega y el cabo Peñas.
Cadavedo
A 20 minutos de la playa del Silencio, otra indicación en la autovía del Cantábrico lleva hasta este otro pequeño y bonito pueblo costero adornado de casas tradicionales y villas indianas. Antes o después de bajar hasta la playa de la Rebeirona hay que continuar hasta la ermita de la Regalina, una pequeña construcción en blanco y azul que se levanta en una gran explanada con dos hórreos y vistas excelentes de la costa acantilada. El lugar es el lugar de celebración de una popular romería.
Acantilados de cabo Busto
En torno al faro que se alza en el cabo Busto discurre un sendero circular y llano de 7 kilómetros que empieza y acaba en el pueblo y bordea esta saliente costero sembrado de pinos y helechos. Durante el bucólico paseo, con vistas extraordinarias a las playas de arena y cantos rodados que quedan a los pies y acompañados del rumor del mar, una sucesión de miradores, con frases alusivas, jalonan el recorrido, que no tiene pérdida. Quien pasa por Busto no deja de comprar los famosos dulces y tartas de su obrador.
Otras playas de la costa occidental
El litoral occidental asturiano es un sinfín de playas a cada cual más espectacular. Muchas son de cantos rodados, pero otras de arena, ideales para darse un baño sin contratiempos. San Pedro de la Ribera, Concha de Artedo y la cinematográfica playa de Aguilar son tres de las más solicitadas.
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Cudillero
Recorrer este turístico puerto marinero exige un esfuerzo, pues es un continuo sube y baja por su anfiteatro de antiguas casas de pescadores escalonadas en la ladera y asomadas al puerto. Varios itinerarios marcados en colores guían a los distintos miradores, para no perderse ninguna perspectiva. Un vistazo merecen el palacio de los Selgas, la iglesia de San Pedro y la capilla del Humilladero y un tiempo, disfrutar sus restaurantes donde comer las capturas frescas del día. También desde aquí se puede coger un barco de paseo y hacer excursiones por la costa cercana.
Luarca
La visita a este bonito pueblo costero debería empezar tomando altura y asomándose al Cantábrico desde el promotorio de la Atalaya, donde está la ermita de la Virgen Blanca, el faro, el cementerio –con la tumba del luarqueño Severo Ochoa– y la Mesa de los Mareantes, en la que tiempo atrás se sentaban los marineros del lugar para decidir si se hacían a la mar. Ya a pie de puerto, en torno al cual sigue hoy, como antes, girando la vida de Luarca, se disfruta de sus terrazas junto a los barcos de pesca, de sus 6 paseos autoguiados, del puente del beso y del bosque-jardín de La Fonte Baxa, el jardín botánico privado más grande de España.