playacaballos© Javier García Blanco

Paseos a caballo por la playa, amanecer entre la fauna y mil experiencias más en Doñana 

También recorrer en todoterreno los rincones menos conocidos del espacio natural para observar a la fauna, visitar un palacio, dejarte seducir por un pueblo del Lejano Oeste... Son algunos planes que ofrece una escapada a este paraíso andaluz que puede disfrutarse todo el año. 


Actualizado 3 de agosto de 2022 - 14:29 CEST

El todoterreno avanza lentamente por la pista de tierra mientras los faros del vehículo iluminan a su paso pinos y acebuches. Falta poco más de una hora para que salga el sol y, más allá del ruido del motor, reina el silencio y todo parece dormido en el interior de Doñana. Es una sensación engañosa, sin embargo, pues en realidad buena parte de los habitantes del espacio natural están entregados desde hace rato a la búsqueda de comida, aprovechando la agradable temperatura previa al amanecer. 

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De pronto, los faros del todoterreno alumbran a una familia de conejos que escapa veloz y se oculta entre la vegetación que bordea el camino. Poco después es un meloncillo –así llaman aquí a las mangostas– el que cruza a toda velocidad por delante del vehículo y, algo más tarde, con la penumbra dando paso ya a una claridad grisácea, nuestro guía nos señala la presencia de los primeros ciervos. «Aquí no somos su depredador, y además están acostumbrados a ver personas a diario –dice José Manuel, de la empresa Doñana Nature, refiriéndose a ellos–, así que no se asustan con facilidad. Solo si hacemos un ruido fuerte saldrán huyendo». Y es cierto, poco a poco nos vamos cruzando con varias manadas, y algunas de ellas se detienen –entre curiosas y precavidas– a solo unas decenas de metros del todoterreno, antes de perderse de nuevo entre los bosquecillos del parque.  

Doñana, Huelva© Javier García Blanco
Con algunas empresas es posible adentrarse en el Parque de Doñana al amanecer para observar ciervos, conejos, perdices, jabalíes y, con suerte, alguno de los ejemplares de lince ibérico o águila imperial.

LA MAYOR RESERVA ECOLÓGICA DE EUROPA

Con más de 120.000 hectáreas de superficie, cientos de especies animales habitando su interior y un mosaico de ecosistemas –cotos, playas, marismas y dunas móviles–, el espacio natural de Doñana está considerado la mayor reserva ecológica de Europa y cuenta con los títulos de Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera. El parque se extiende por las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva, aunque es en esta última donde ocupa una mayor superficie –con diferencia–, ofreciendo al visitante un sinfín de experiencias que permiten “sentir” al máximo Doñana y su entorno. 

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La visita a las entrañas del parque para descubrir su enorme riqueza natural es una de las actividades imprescindibles que hay que realizar cuando se viaja hasta este rincón único de nuestra geografía. La mayor parte del parque nacional y natural se puede recorrer mediante visitas concertadas con alguna de las empresas que ofrecen distintos itinerarios –no es posible hacerlo por libre–, pero algunas de ellas destacan por ofrecer experiencias exclusivas.  

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Con Doñana Nature, por ejemplo, es posible adentrarse en el parque al amanecer para observar ciervos, conejos, perdices, jabalíes y, con suerte, alguno de los ejemplares de lince ibérico o águila imperial –dos de las especies más amenazadas– que se refugian aquí, antes de degustar un sabroso desayuno campestre en plena naturaleza; también ofrecen una visita exclusiva al llamado Palacio del Rey, situado en el coto del mismo nombre.  

© Javier García Blanco
El Palacio del Rey es en realidad un antiguo pabellón de caza, un bello edificio con 6 siglos de historia que testimonia el rico pasado del lugar y su condición de lugar de caza real.

El palacio –en realidad un antiguo pabellón de caza– es un bello edificio con seis siglos de historia que testimonia el rico pasado del lugar y su condición de lugar de caza real desde el siglo XIII. Hoy propiedad de una familia andaluza, se levantó en tiempos del rey Juan II de Castilla, y a lo largo de los siglos recibió la visita de varios monarcas –Carlos I, Felipe IV o Alfonso XIII–, atraídos por su ubicación privilegiada y sus monterías. En la actualidad se puede visitar parcialmente y recorrer su gran patio, su salón de trofeo y otras estancias, además de disfrutar de la contemplación de las especies que habitan los terrenos del coto. 

© Javier García Blanco
Con más de 120.000 hectáreas de superficie, cientos de especies animales habitan en su interior.

EN UN PUEBLO DEL LEJANO OESTE

Cada año, más de un millón de personas –y decenas de miles de caballos– se dan cita en la aldea de El Rocío para participar en la romería que tiene lugar el fin de semana previo al lunes de Pentecostés. La celebración, que tiene su origen en la tradición que rodea a la talla de la Virgen que hoy se custodia en la ermita de Nuestra Señora del Rocío, es todo un acontecimiento en el que se conjugan la devoción popular –con su punto culminante en el célebre Salto de la Reja y la posterior procesión de la Blanca Paloma–, los vestidos de gitana, los cantos y bailes flamencos y una algarabía de caballos, carros y muestras de fe y alegría. 

El Rocío y Doñana son un todo inseparable. No en vano, la aldea onubense se encuentra junto a una de las entradas al espacio natural y, además, parte del camino de la romería rociera atraviesa el espacio del parque. Al pasear por sus calles sin asfaltar, cubiertas de tierra y arena y flanqueadas por casitas blancas, a menudo animadas por el trasiego de vecinos a caballo, no es difícil dejarse llevar por la imaginación y pensar, por un momento, que está uno en un pueblo del Lejano Oeste. En realidad, nos explican, el parecido no es casual. 

© Javier García Blanco
La aldea de El Rocío recuerda a un poblado del Lejano Oeste.

Desde suelo andaluz partieron hacia América muchos buscadores de fortuna, colonos que acabarían construyendo en Nueva España distintos poblados siguiendo el modelo que conocían; también llevaron consigo caballos mesteños e hispano-árabes –semilla de la hoy célebre raza Mustang–, y dieron lugar a la figura del vaquero, siglos más tarde transformada en la de los célebres cowboys. Buena prueba de ello es la llamada Saca de las Yeguas, una tradición centenaria (su origen se remonta a 1504) que se celebra todos los años a finales de junio y que consiste en trasladar –tras su bendición– a las yeguas marismeñas hasta la localidad de Almonte, donde se preparan para su posterior venta. Un auténtico espectáculo de rodeo andaluz. 

Enmarcada como está por el entorno de Doñana, El Rocío cuenta también con un buen número de atractivos naturales. Uno de ellos es el llamado Charco de la Boca, una marisma en la que conviven flamencos, ibis, caballos marismeños y vacas mostrencas. Desde allí arranca un sendero peatonal que permite contemplar las distintas especies, pues cuenta con cinco observatorios de aves. También se puede visitar el Monumento Natural Acebuches del Rocío, que incluye un conjunto de ejemplares centenarios de este árbol, un olivo salvaje al que muchos lugareños denominan «el abuelo del olivo».  

© Javier García Blanco
Ermita de Nuestra Señora del Rocío.

AL GALOPE POR LA PLAYA 

Ya hemos visto cómo el caballo forma parte indisoluble de esta comarca andaluza, así que entre las actividades que ofrece el entorno de Doñana no pueden faltar los paseos a caballo. Empresas como Doñana Dressage ofrecen, entre otras opciones, rutas por la aldea de El Rocío, el parque de Doñana o sus playas poco concurridas que, con casi 30 kilómetros, son las más largas de España.  

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© Javier García Blanco
A caballo por una playa de Doñana.

Este último recorrido permite descubrir el espectacular paisaje que ofrecen las playas próximas a Matalascañas, como las de Castilla o Mata del Difunto, y sorprenderse con monumentos naturales como el de El Asperillo, un sistema de dunas fósiles que se extiende a lo largo de doce hectáreas de costa. Una vez allí tampoco puede faltar una visita al Mirador de Cuesta Maneli, cuya altura máxima, a 112 metros, permite divisar unas hermosas vistas de la costa al atardecer.  

DIRECTO AL PALADAR 

Más allá de naturaleza, patrimonio y playas espectaculares la comarca de El Condado también cuenta con otros atractivos, como los que ofrecen un maridaje perfecto entre productos de proximidad, la gastronomía y el enoturismo. Un buen lugar para descubrirlo son las Bodegas Juncales (bodegasjuncales.es), una empresa familiar de Bollullos Par del Condado que lleva desde 1946 elaborando vinos generosos y vinagres únicos que cuentan con la D.O. Condado de Huelva. 

© Javier García Blanco
Bodegas Juncales es una empresa familiar de Bollullos Par del Condado que lleva desde 1946 elaborando vinos generosos y vinagres únicos que cuentan con la D.O. Condado de Huelva. 

El recinto, construido al estilo típico de las antiguas bodegas andaluzas, con un gran patio central rodeado por varias naves dedicadas a la crianza y el almacenamiento de vinos y vinagres, ofrece a los amantes del enoturismo visitas guiadas de una hora de duración en las que se explican con detalle cuáles son los procesos de elaboración, y durante las cuales se pueden catar algunas de sus creaciones, como el vino naranja, que se obtiene mediante la maceración de la piel de esta fruta, y más tarde se somete a crianza en botas (barricas) de roble durante al menos dos años.  

 La bodega es también el enclave perfecto para descubrir algunos de los productos más apreciados de la gastronomía onubense, pues ofrece también tablas de degustación de productos ibéricos y catas de maridaje con delicias tan apreciadas como las gambas blancas de Huelva, el jamón de bellota de la Sierra de Aracena o el salchichón al Pedro Ximénez. 

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© Javier García Blanco
Alberca árabe del Cortijo Los Mimbrales.

EL ALOJAMIENTO 

Las localidades del Condado de Huelva cuentan con una abundante oferta de establecimientos hoteleros de calidad, tanto de interior como de playa, pero no hay duda de que algunos de ellos destacan por su equilibrio a la hora de combinar confort y tradición. Es lo que sucede, por ejemplo, en el Cortijo Los Mimbrales (cortijomimbrales.com), un auténtico oasis de tranquilidad ubicado a un paso de El Rocío. Este lujoso establecimiento tiene su origen en un antiguo poblado de colonización que se construyó para alojar a los trabajadores de una explotación de guayules –arbusto del que se extrae el caucho–, y hoy los antiguos barracones, economato y cantina se han transformado en confortables habitaciones y casas individuales de cuidada decoración. Todo rodeado de bellos jardines, piscina y una espectacular alberca árabe que es una de las muchas joyas del establecimiento. 

De espíritu y vocación más familiar, aunque también combinando a la perfección comodidad y tradición, el Hotel El Cortijo (cortijohotel.com) de Matalascañas se levanta, como ya anuncia su nombre, en un antiguo cortijo andaluz ubicado a escasa distancia de las playas y arenales que se extienden a los pies del Parque de Doñana. Más información sobre estas y otras experiencias, en Doñana Sense, donanasensexperiences.com 

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