A ambos lados de La Garonne, como llaman los franceses al río Garona –que nace en el Valle de Arán, atraviesa Occitania y desemboca en el Atlántico– se encuentran algunos pequeños pueblos con grandes historias. Algunos, que están apartados del devenir del mundo moderno, fueron importantes capitales del mundo romano y otros sobresalientes burgos medievales (bastidas), pero todos forman parte del entramado de pueblos con encanto de esta región francesa (hautegaronnetourisme.com).
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El punto de partida puede ser el aeropuerto de Toulouse-Blagnac, desde donde, en coche de alquiler, nos dispondremos descubrir algunos de estos pueblos a pie de carreteras secundarias. Como el orden de visita no altera el producto podemos poner el GPS en dirección a uno u otro. Todos están a menos de 100 kilómetros de la ciudad de Toulouse.
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¿QUÉ ES UNA BASTIDA?
Las bastidas fueron las ciudades nuevas fundadas durante la Edad Media en lugares donde no había ningún otro vestigio de civilización, pero que significaban puntos estratégicos con fines defensivos para facilitar los asentamientos de la población de cara al desarrollo económico de la zona. Fue un método de edificación corriente en el suroeste de Francia, que se caracterizaba por una plaza central rodeada de soportales, a la cual desembocan las calles, simétricamente organizadas como un damero.
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La bastida de Revel –a 50 kilómetros al sureste de Toulouse– fundada en 1342 por Philippe VI de Valois, es el ejemplo perfecto de ese tipo de construcciones medievales. Un campanario (le beffroi) rodeado de galerías con arcadas y un mercado sostenido por pilares de castaño constituye el monumento emblemático del lugar. Son 1000 metros cuadrados operativos de espacio techado que se utiliza como mercado y que, dependiendo del día de la semana, se dedica variados menesteres: feria de flores, feria de anticuarios…, o se utiliza como mercado de pulgas (que es como llaman los franceses al rastro). Los sábados por la mañana es el día más recomendable para pasearlo porque se llena de inimitables productos del terruño: pan «de verdad», bebidas sanas, mermeladas y licores caseros, todo tipo de patés y foies, y productos hortofrutícolas de exposición. Está considerado como uno de los mercados más bellos de Francia.
En Revel se instaló el ebanista de Versalles Alexandre Monoury, convirtiendo al pueblo en la Capital Francesa del Mueble de Arte, por lo que resulta muy instructiva la visita al MUB, museo de la madera y marquetería (museedubois.com) ¡Y en Revel se inventó la famosa bebida Pippermint! Hoy en día es uno de esos sitios tranquilos, donde los gatos observan a los turistas desde las ventanas a pie de calle, donde se come muy bien y se retiran los pintores naifs.
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LOS VINOS DE FRONTON
Sabido es que Francia es uno de esos países donde no faltan los vinos. Hay tantos que, a veces, algunas denominaciones quedan en segundo plano. Es lo que parece que sucede con la Négrette, una variedad fuera de lo común, que dicen que trajeron los cruzados de Chipre. El terroir de esta peculiar uva es Fronton (a 35 kilómetros de Toulouse). Allí se cultivan también las variedades Malbec y Syrah que, en coupage con la muy particular Négrette, se consiguen unos vinos únicos para paladares curiosos.
La visita comienza en la Maison des Vins (vins-de-fronton.com), dentro de un elegante marco, porque se trata del castillo de Capdeville, del siglo XIX, convertido en la oficina de turismo de Fronton y acondicionado para ejercer como sala de catas de los vinos de la región de Toulouse. Allí, según tus preferencias gustativas, podrás seleccionar las visitas a las diferentes bodegas, donde los apasionados viticultores, nuevos o veteranos, estarán encantados de aleccionarte de sus logros con la variedad Négrette.
En el recorrido disfrutarás del paisaje de los viñedos plantados en cascada sobre amplias terrazas. Y si te apetece tener una experiencia de enoturismo completa, en Le Chàteau de Belaygues (chateaudebelaygues.com) –a tener en cuenta que en Francia no todo lo que se llama château es un castillo– también puedes quedarte a dormir porque tiene una cabaña tipo tipi plantada en pleno bosque. ¡Toda una experiencia!
Le Chàteau Bellevue La Forêt (chateaubellevuelaforet.com), una finca con gran notoriedad en la zona elabora exquisitos coupages, como su exclusivo Optimun, un vino atrevido y estructurado con aroma y sabor que no se puede encontrar en ninguna otra parte del mundo ¡y a 18 €! Además, en esta finca, de jueves a sábado, todas las tardes hay fiesta enogastronómica: La Guinguette de Bellevue. Hasta el 22 de agosto de 2022.
LA CERÁMICA MARTRENSE
En la llanura del rio Garona, el pueblo de Martres-Tolosane protege con firmeza sus quehaceres en el universo de la cerámica, un oficio que empezó en el siglo XVIII y que sobrevive con el transcurrir del tiempo. Se puede visitar el Centro de Interpretación Angonia, antiguo nombre de Martres-Tolosane en época galo-romana (routecoopart.com) donde explican los procesos de fabricación de esta artesanía local de fama internacional que le ha dado a la ciudad el nombre de «la ciudad artista». Después, lo mejor es ver a algunos ceramistas trabajando en su taller durante un paseo por la «aldea circular», que es así cómo se conoce a este pequeño pueblo cuyas casas «giran» concéntricas en torno a la iglesia de Saint-Vidian. De nuevo, como ocurre con Revel, sorprende su disposición urbana. Pues si el centro de Revel es como un tablero de ajedrez, el corazón de Martres-Tolosane es como una diana de tiro al arco.
En el taller de Stéfhane Joffre (atelier.stephanie-joffre.fr) podremos instruirnos, ver, tocar y comprar todo un abanico de piezas de faïnce, que así es como técnicamente se llama este tipo de loza… ¡desde tiempos romanos! Las piezas se caracterizan por su fondo blanco decorado con motivos florales o pájaros.
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ESENCIA MEDIEVAL
Desconocido para muchos turistas y, sin embargo, punto importante para los peregrinos que se dirigen a Compostela, Saint-Bertrand-de-Comminges es etapa obligatoria en el Camino de Santiago francés, aquel que empieza en Arlés, pasa por Toulouse y atraviesa las faldas pirenaicas de Canfranc hasta Jaca. Su escarpado trazado sigue conservando la autenticidad de un burgo medieval. Por sus estrechas y empedradas calles solo los caballos podían transitar. Una explanada con más tierra que asfalto sirve de aparcamiento al pie de la montaña.
Domina la villa la imponente catedral de Sainte-Marie (cathedrale-saint-bertrand.org), construida en el siglo XII sobre los restos de una aldea romana fundada por el general Pompeyo hacia el año 72 a. C. Aldea que no era un asentamiento cualquiera, ya que en aquella época contaba con varias termas y un teatro. El interior del templo alberga importantes piezas del románico y gótico. Destaca el claustro con capiteles representando a los cuatro evangelistas y la sillería del coro, donde sobresalen las tallas en madera de roble con gran profusión de detalles decorativos. El majestuoso órgano está aún operativo hoy día; y el impactante sonido de sus tubos (restaurados en 1970) se puede escuchar durante el llamado Festival de Música de Comminges (festival-du-comminges.com) que se está celebrando hasta el 3 septiembre de 2022. Una buena ocasión para apreciar su excepcional sonoridad.
El hoy de Saint Bertrand se resume en un lugar con encanto que se puede visitar en un día –¡o dos!–, un par de restaurantes, un bar, una crêperie, un magnífico centro de exposiciones, un hotel… y un albergue para peregrinos que ha vuelto a abrir en mayo de este año.