Queda más bucólico despertarse con el canto del gallo, pero, si uno no está acostumbrado, siempre podrá confiar en la alarma del despertador para salir de esa camita de madera clara tan a la tirolesa a unas horas verdaderamente intempestivas. Porque vacas y gallinas madrugan de lo lindo y llevan mal que se les retrase el desayuno. Como lo de ayudar a los granjeros a echar de comer a los animales obligatorio tampoco es que sea, de preferir aguantar un rato más bajo el edredón bastará con llegar a la mesa a tiempo de arrancar el día con un festín más sano imposible: leche de la que deja cerco en el tazón, rebanadas de pan amasado a rodillo, zumo de los manzanos del huerto, huevos recién recogidos en el corral y el jamón ahumado o speck, de los cerdos que un día retozaron junto a estos prados verdísimos, además de mermeladas, mantequilla y quesos elaborados todos amorosamente en casa.
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En el corazón de los Alpes, más de trescientas granjas en la región del Tirol abren sus puertas a los huéspedes. Pero también apartamentos en los que instalarse como en casa y hasta las llamadas Vitality Farms, donde la comunión con la naturaleza, sea instruyéndose en los usos medicinales de las plantas sea dándose masajes con productos elaborados con ellas, parece capaz de recomponer en unos días al urbanita más recalcitrante.
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Para las familias con niños la experiencia marcará un antes y un después. Tienen desde cunas y tronas hasta zonas de juegos, aunque lo mejor será el raro lujo, para los críos de ciudad, de corretear junto a los terneros y acariciar sin mesura a los conejos, aprender con los granjeros a tratar a los animales o ayudarles a ordeñar las vacas, asomándose a un mundo rural que en su día a día no podría quedar más en las antípodas.
MÁS ACTIVIDADES EN EL ENTORNO
La región, espectacular en verano, también lo pone fácil para coger el coche y salir a buscar los mejores senderos para caminar o montar en bici –incluso eléctricas si alguno no se atreve con sus pendientes–, a darse un chapuzón en sus lagos o irse a merendar por pueblos de esos de campanario y chalets de madera con geranios en los balcones al más puro estilo Heidi.
Para los locos por el esquí, cuando casi todas las estaciones europeas llevan meses cerradas, en el valle tirolés de Zillertal las pistas del glaciar Tux siguen recibiendo esquiadores. Abren, de hecho, los 365 días del año, con unas instalaciones de primera, muchos equipos nacionales entrenando durante el verano y, eso sí, alguna que otra aglomeración en las fechas más punteras.
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¿CÓMO LLEGAR A LAS GRANJAS?
Lo más práctico para llegar al Tirol es volar a Múnich, en Alemania, con conexión directa desde muchas ciudades españolas. Desde allí, mejor alquilar un vehículo. Innsbruck, la capital del Tirol, queda a unos 160 kilómetros.
Algunas agencias, como Austria Vacaciones (austriavacaciones.com) proponen paquetes con los vuelos, una semana de coche de alquiler y alojamiento en granjas de la categoría elegida con el desayuno incluido, o sin él si se opta por un apartamento, a partir de unos 424 € por persona.
ALOJARSE EN UNA GRANJA
En Urlaub am Bauernhof (farmholidays.com), los alojamientos se pueden localizar o bien por regiones o por conceptos como granjas adecuadas para niños, orgánicas, con caballos, para practicar muchos deportes o para el wellness, sin barreras y hasta las que aceptan mascotas. Las hay por los distintos valles del Tirol, así como por otras zonas de Austria. No son unas vacaciones necesariamente caras, ya que en muchas granjas se puede pernoctar por debajo de los 50 € por noche.