Se dice de Grecia que es un auténtico edén mediterráneo salpicado de pequeñas islas que brindan al visitante sus aguas turquesas, algunos restos históricos y sus poblaciones de pescadores que ofrecen una deliciosa gastronomía.
No lo dudes, nadie se equivoca, pero si todavía quieres disfrutar más de este país debes utilizar el barco en tus desplazamientos. Te espera un rico legado natural de seis mil islas e islotes, aunque sólo un centenar está ocupado y tiene presencia humana. Las variantes para recorrer las islas helenas son incontables, pero estos sí se pueden considerar los seis puertos que no te puedes perder en tu primer crucero por aguas griegas.
RECORRER LAS ISLAS GRIEGAS
Cómo llegar:
Existe una variada oferta de compañías navieras que organizan cruceros por las islas griegas. Norwegian Cruise Line (ncl.com) y MSC Cruceros (msccruceros.es), entre otras, proponen itinerarios por las islas Jónicas, Cicladas, Espóradas y del Dodecaneso.
Mejor un viaje por cuenta propia:
Si prefieres organizar por tu cuenta el viaje entre islas puedes utilizar las compañías griegas. Los billetes se pueden comprar con reserva anticipada, en puntos de venta autorizados, por internet y en las billeterías de los puertos, aunque en verano tendrás que hacer algo de cola para conseguir los tickets. Blue Star (bluestarferries.com) y Seajets (seajets.com) son dos de las compañías griegas más populares.
Cuándo ir:
De mayo a octubre es la mejor época para realizar un crucero por Grecia, pero si te molestan las aglomeraciones debes evitar en la medida de lo posible los meses de julio y agosto.
También lee: Navegando por las islas Cícladas en barco de línea
MIKONOS LABERÍNTICO
Un poco más de cinco horas separan El Pireo, el puerto más grande del Mediterráneo, de Mikonos, una de las islas más cosmopolitas y elegantes de Grecia a pesar del gran número de visitantes que recibe anualmente. Nuestra ruta debe comenzar muy temprano por Hora, la capital (en la imagen), para disfrutar más de su entramado de estrechos callejones y casas blancas con puertas y escaleras de colores, que se pintan cada año para no perder su belleza, en torno a la seductora «Pequeña Venecia» en el barrio de Alefkandra. Desde ese punto contemplarás seis molinos de viento en hilera, muy populares entre los turistas, en un escenario perfecto para disfrutar por la tarde de la mejor puesta de sol, tomando un cóctel en sus terracitas y cafés, y para escapar del laberinto callejero de la capital, repleto de restaurantes, tiendas, joyerías y boutiques de moda. En este conjunto urbano hay muchas iglesitas, pero solo un edificio religioso, la Iglesia de Panagia Paraportiani, sobresale por encima de los demás templos ortodoxos con sus cinco capillas de un blanco inmaculado.
Si prefieres algo más tranquilo, una buena opción es desplazarse hacia el interior de la isla a Ano Mera. En este punto se alza el Monasterio de Panagia Tourlianis con una magnífica fachada en mármol, un campanario llamativo y unos excelentes iconos del siglo XVI en su interior. El remate de la excursión lo puedes encontrar en el mar junto a la playa de Kalafatis, invadida siempre de sombrillas, pero el baño es toda una delicia.
También lee: Atenas, Santorini, Creta, Mikonos, Rodas… Y tu destino favorito en el Top 10 de Grecia es…
PAROS AUTÉNTICO
Para huir de esa masificación de las islas como Mikonos en verano, los griegos prefieren pasar sus vacaciones en Paros disfrutando de sus magníficas playas, buenos hoteles y una agitada vida nocturna en esta isla famosa en la antigüedad por sus canteras de mármol. Naoussa (en la imagen) es su destino turístico más popular, sobre todo cuando observas como los barcos se mueven en su puerto y los pulpos se secan al sol, pero también hay muchos pueblecitos encantadores donde se puede practicar el kitesurf, la vela y el buceo. Y los que prefieren alguna excursión cultural lo tienen muy fácil en Parikia, la ciudad más importante de Paros, acudiendo a la Catedral de Ekatontapiliani. El templo data del siglo VI y en el siglo IV se construyó un baptisterio en el mismo lugar, lo que le convierte en uno de los ejemplos más antiguos de la arquitectura eclesiástica bizantina en todo Grecia. Se la conoce como la Iglesia de las 100 Puertas.
También lee: Cefalonia, una isla griega para perderse en el mar Jónico
LOS CABALLEROS DE RODAS
Viajando por el mar heleno resulta inevitable realizar una incursión por las islas del Dodecaneso, encabezadas por la legendaria Rodas, aquella que vio cómo se levantaba su increíble coloso, una de las maravillas del mundo antiguo, desaparecido en el año 226 a.C. a causa de un terremoto. Ese lugar se sitúa hoy en el puerto donde atracan los grandes ferries impresionan, un punto ideal para admirar también las inexpugnables murallas de Rodas, aunque no le va a la zaga su interior laberíntico de callejas y pasajes.
El tiempo parece haberse detenido en el barrio de los Caballeros, casi intacto en sus palacios dedicados a Francia, España, Inglaterra o Italia. Aquí vivieron los Caballeros de la Orden de San Juan durante la Edad Media, siempre con la atenta mirada de los Grandes Maestres, residentes en el mayor palacio de la ciudad (en la imagen) muy deteriorado durante el asedio turco del siglo XVI. Hoy se puede visitar su interior en el que llaman la atención los mosaicos de sus suelos.
Más interesante es acercarse al Museo Arqueológico, ubicado en el antiguo Hospital de los Caballeros, para admirar la Afrodita de Rodas, una estatua de mármol del siglo I a.C. recuperada del fondo marino, y otras muchas esculturas entre las que destaca la de Alejandro Magno. Si la idea es escaparse del legado histórico de la ciudad, no queda lejos la playa de Ellis para darse un chapuzón en las aguas frescas del Egeo.
CRETA MINOICA
Continuamos nuestro viaje por Creta, la isla más grande de Grecia, y por Heraklion, su capital, desde que los árabes decidieron que así lo fuera y la convirtieron en el mayor mercado de esclavos del mare Nostrum más oriental. Desde el mar la ciudad deslumbra por su skyline de fortalezas y templos venecianos, aunque la mayoría de sus visitantes, también los del barco, se decantan por la excursión del Palacio de Cnossos (en la imagen). Situado a cinco kilómetros al sur de la capital, su visita permite hacerse una idea de lo que fue la primera gran cultura de Europa, inspirada en otras como la egipcia o la mesopotámica. Fue este el hogar del rey Minos y el mítico minotauro, aunque este enorme palacio acogía también las residencias de otros dirigentes, sacerdotes y gentes del pueblo.
Conviene madrugar para evitar colas y el calor –el conjunto abre a las 8 de la mañana- para recorrer sus más llamativas estancias reconocibles por sus columnas pintadas en color rojo y para deleitarse con sus frescos, como el del famoso toro que muestra al animal embistiendo. Claro que sí lo que desea es deleitarse con estas pinturas del palacio lo más conveniente es acercarse al Museo Arqueológico, en el mismo centro de Heraklion, donde se encuentran las mejores piezas originales, entre ellas el fresco del saltador de toros, un auténtico acróbata elevándose por encima del animal, el fresco de los delfines o el fresco de los grifos, situado originalmente en el salón del trono de Cnossos.
Puedes leer: Las mejores playas de Europa (por si decides salir de España)
SANTORINI, UNA CALDERA MÁGICA
Tomando rumbo norte por el mar Egeo espera Santorini, la isla griega más popular y más visitada de la actualidad, que impresiona por su espectacular caldera y los coloridos farallones que la rodean, surgidos tras una de las mayores erupciones de la historia. En Fira, su animada capital asomada al abismo, apenas quedan ya los paisanos que subían el acantilado con la ayuda de sus burros, aunque algunos de ellos empinan el zigzagueante camino a primera hora de la mañana. La instalación de un teleférico (6 €) casi ha terminado con esta aventura ascendente desde su diminuto puerto en el que parten las excursiones marítimas a la caldera y sus ríos de lava en el islote de Nea Kameni, a las aguas termales y barros de Palia Kameni y a la cercana isla de Thirasia.
Una vez arriba, la vista desde el borde de la caldera, cada vez menos espacioso por la abundancia de hoteles, bares y terrazas que desafían los muros verticales, es espectacular con los tonos marrones y negros de las peñas y el azul del Egeo que en este rincón sirve de refugio a los cruceros que atracan en Santorini.
Además de la capital, es recomendable la puesta de sol desde Oia, combinada con una experiencia local vinícola, o un paseo por la encantadora villa de Megalochori, donde se puede participar de todo un show improvisado con los tradicionales instrumentos musicales de Grecia en el Simposio de la Ponta. Lo organiza una pareja, Argy Kakissis y Yannis Pantazis, que construye manualmente las tradicionales flautas, bouzoukis, baglamas, pipas y liras desde 2012 (symposionsantorini.com).
Tras esta incursión musical, ya de regreso al barco, hay que detenerse en Pyrgos, una bonita villa empinada a la sombra de sus dos iglesias más importantes, aunque hay más de treinta templos bizantinos en todo su perímetro. La estampa blanca en su parte más elevada, a 500 metros de altitud, define la belleza clásica de las islas griegas.
También lee: Mykonos, Santorini y Folegandros, tres islas griegas en blanco y azul
EL AQUILES DE CORFÚ
Aunque queda un poco más alejado del ramillete central griego encabezado por las islas Cicladas, el Mar Jónico propone un destino menos ventoso y más verde en su hermosa costa y sus islas con más presencia italiana entre sus visitantes. El objetivo es Corfú, la segunda isla en tamaño de este archipiélago y tierra de Homero, uno de los grandes héroes griegos. Visitamos su capital, también conocida como Kerkyra (en la imagen), muy bella con sus hermosas mansiones venecianas, sus soportales y su elegante paseo marítimo, la Splanada, que abre paso hacia la antigua fortaleza, una atalaya de origen bizantino con un faro en lo más alto de este promontorio. Desde la cima se descubre la más hermosa panorámica de la ciudad y de su puerto.
La excursión más popular desde el barco no es la de su histórica ciudad, sino la del Palacio de Achilleion (en la imagen) en un pueblecito llamado Gastouri, ubicado a diez kilómetros. En este punto la emperatriz Isabel de Austria, conocida popularmente como Sissi por las películas protagonizadas por Romy Schneider en el siglo XX, decidió construir este coqueto palacio como un lugar de retiro para homenajear a Aquiles. Tras su muerte el emperador Guillermo II compró la finca en 1908 y erigió en su jardín repleto de esculturas y bustos, como el de Shakespeare, y la figura más gigantesca de Aquiles triunfante situada delante de la escultura dedicada a la muerte del héroe. Esta obra, la más valiosa del palacio, lleva la firma del escultor alemán Ernst Gustav Herter y muestra a Aquiles muriendo mientras trata de quitarse la lanza de su talón. Dentro quedan algunos recuerdos y pinturas de la emperatriz, una capilla católica y una escalera de honor grandiosa enfrente de la puerta principal que da paso a la estatua más hermosa de la desdichada Sissi, de tamaño natural. Un deseo cumplido de Guillermo II.
También lee: Paxos, la isla de las cuevas azules