El mapa físico del maresme es un maridaje de paisajes en azul marino y verde, pues en esta alargada comarca se despliega la espesura del Parque Natural del Montnegre i el Corredor y 52 kilómetros de arenales bañados por el Mediterráneo. Sería fácil pensar que, dada su proximidad con Barcelona –13 kilómetros–, es el complemento perfecto para una fugaz escapada desde ella. Pero le sobran motivos para ser un destino único.
Uno de los grandes atractivos es su variado catálogo de arenales y calas . Destino con sello familiar de primer orden en Cataluña, en verano se disfruta del sol y las playas infinitas en municipios como Pineda de Mar, Malgrat de Mar o Santa Susanna. No se queda atrás en atractivo El Masnou y, sobre todo, su playa de Ocata; y las calas de Sant Pol de Mar, una rareza entre tanto arenal infinito. Tras el baño en estas, un buen plan es deambular por su casco antiguo, entre el cogollo de palacetes donde las familias burguesas de Barcelona de finales del siglo xix tenían su residencia veraniega, y acabar en el mítico restaurante de la reconocida chef Carme Ruscalleda, ahora con su hijo al frente.
Ponemos rumbo al Parque Natural del Montnegre i el Corredor, el espinazo montañoso de la comarca y centro de la Cordillera Litoral Catalana, para descubrir en sus 20.000 hectáreas de pinos, robles y encinares la esencia rural del Maresme y las huellas de la historia humana. No faltan tesoros como el dolmen neolítico de Pedra Gentil o villas con encanto como Dosrius, Arenys de Munt o Sant Cebrià de Vallalta.
La variedad de paisajes de la comarca se proyecta en su patrimonio gastronómico, con el mar y montaña como seña de identidad. En la población de Alella, reino de la variedad autóctona pansa blanca, los viñedos otean desde lo alto de las laderas el mar, alumbrando una de las denominaciones de origen más pequeñas de Cataluña.
Otra de las razones que convierten el Maresme en un activo para los apasionados de la cultura y el arte es su arquitectura modernista . Y es que un puñado de los más célebres arquitectos de este movimiento artístico y arquitectónico encontraron en la comarca su espacio creativo. De demostrarlo se encargan villas como Argentona –con la Casa Puig i Cadafalch, la Casa Garí y la capilla del Sacramento de la iglesia de Sant Julià–, Sant Andreu de Llavaneres y Canet de Mar, con la Casa Roure y la Casa-Museo Domènech i Montaner.
Siguiendo este rosario de sorpresas modernistas, el destino inevitable es Mataró, la capital de la comarca. Puig i Cadafalch dejó su sello en el mercado de El Rengle, en la Casa Coll i Regàs, en la tienda La Confianza… Pero no fue el único. El genial Gaudí construyó en 1883 su primera obra, la Nau Gaudí, actual sede del Museo de Arte Contemporáneo y la colección Lluís Bassat. Pero Mataró es mucho más que modernismo. Las playas del Varadero y del Callao son una de las postales de la comarca. El broche de oro a la escapada lo pone el faro de Calella de Mar. Desde sus 50 metros de altura se otea la estampa perfecta, la del azul marino y el verdor de la línea montañosa del interior encontrándose en el momento del ocaso.
No dejes de...
Visitar el castillo de Santa Florentina. Una visita imprescindible en la localidad de Canet de Mar, sobre todo si se es fan de Juego de Tronos, es esta impresionante fortaleza levantada sobre una antigua villa romana y reformada por la mano del arquitecto modernista Domènech i Montaner, que la convirtió en un palacio residencial de veraneo de aire medieval y romántico. Sus salones, torres y estancias fueron escenario de lujo de algunas de las escenas más celebradas de la serie (castelldesantaflorentina.com).
Guía práctica
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