UN DESAYUNO EN EL CASINO
Desde primera hora de la mañana, el punto de encuentro de cadaquesenses y visitantes es el bar de la histórica Sociedad La Amistad, del siglo XIX. Así que no encontramos mejor lugar que el Casino para empezar el día. Para acompañar el café, pedimos los famosos taps, el esponjoso bizcochito cuyo nombre se debe a su característica forma y se elaboran en la pastelería La Mallorquina-Can Cabrisas desde hace más de 200 años (Plaza Doctor Trèmols, 8).
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DEAMBULAR POR EL BLANCO CASERÍO
Después del desayuno, es hora de descubrir con calma el blanco caserío de Cadaqués, empezando por sus estrechas calles de Santa María, Curós, Silvi Rahola… perfumadas de plantas y flores y enlosadas con rastell, un pavimento hecho a mano con piedras extraídas de la orilla del mar que han sido modeladas por el vaivén de las olas. En el camino nos van saliendo al paso galerías de arte, tiendas coloridas y también vestigios de la antigua muralla medieval hasta llegar a la iglesia de Santa María, despuntando como un imponente bastión defensivo sobre los tejados del pueblo.
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SANTA MARÍA Y SU JOYA BARROCA
Tras su blanca fachada, sin concesiones a la ornamentación, la iglesia de Santa María, reconstruida con el dinero de los pescadores después de que el pirata Barbarroja destruyera la anterior en el siglo XVI, guarda en su interior un espléndido retablo mayor, un conjunto de esculturas, columnas salomónicas y molduras doradas y policromadas, obra maestra del barroco catalán.
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EL LEGADO INDIANO
Alrededor de la pequeña playa urbana de guijarros –la más urbana del catálogo playero del municipio, la mayoría de carácter salvaje– se extiende el paseo marítimo. Caminando por él vemos la mayoría de edificios modernistas de Cadaqués, construidos por vecinos que hicieron fortuna durante su estancia en América, como la Torre de Colom, la casa Federico y Víctor Rahola o la Casa Blaua (en la imagen), de vivos colores e inspiradas en la arquitectura cubana.
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EL MUSEO DE CADAQUÉS
Dalí nació en Figueres, pero puso sus ojos en Cadaqués, donde residió gran parte de su vida. Un inspirador lugar para él y muchos otros artistas, desde Picasso a Federico García Lorca, Luis Buñuel o Josep Pla. El Museo de Cadaqués es una muestra de la intensa vida artística y cultural de Cadaqués y prueba de ello son las exposiciones de pintura, fotografía o grabado que acoge, muchas de ellas vinculadas a la figura del genial artista catalán.
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DÓNDE COMER EN CADAQUÉS
En Cadaqués se disfruta a la mesa de la cocina del mar, y después de una mañana de paseo, nos sentamos a probar platos de la gastronomía mediterránea tan típicos como el famoso suquet de peix (en la imagen), un sabroso guiso de pescados y marisco. En las cartas de los restaurantes también encontramos escorpena con salsa y patatas, anchoas, langosta, sardinas, erizos de mar, que aquí se llaman garotes... Con vistas excelentes y propuestas de vanguardia, Talla (tallacadaques.com), una cocina en función de la pesca de temporada, en Es Balconet (Sant Antoni, 2) y recetas tradicionales en La Sirena (restaurantelasirena.com).
UNA EXCURSIÓN A PORTLLIGAT
Conduciendo 3 kilómetros desde Cadaqués llegamos a Portlligat, donde se encuentra la Casa-museo Salvador Dalí. Después de una larga estancia fuera de España, el pintor compró en 1939 una casa popular, una antigua barraca de pescadores que con el tiempo iría ampliándola para convertirla en su residencia. El emplazamiento no puede tener más encanto: una construcción encalada escalonada sobre una pequeña playa de piedras, respaldada por los pinos y con un abrupto paisaje rocoso alrededor. En la arena está la barca varada con la que salía al mar con su amada Gala.
Y UN BAÑO EN EL CAP DE CREUS
El fuerte viento de tramontana y el mar han modelado, en la esquina más oriental de la península ibérica, el fascinante paisaje del cabo de Creus, que se refleja en su vegetación y en sus rocas erosionadas de forma caprichosa, algunas tan curiosas como las del Camello, el Águila o la Tortuga. Por el antiguo camino de Cadaqués al faro de Cap de Creus discurre una ruta a pie de unos 15 kilómetros que pasa por la capilla de Sant Baldiri y tienta con algunas calas, donde podemos darnos un baño, antes de llegar al faro, situado en un promotorio rocoso, y que acoge el Espai Cap de Creus, un espacio museístico dedicado a este parque natural.
Si la estancia se alarga, otro día hay que tomar la dirección opuesta y llegar andando por el camino de roda que lleva hasta el faro de Cala Nans (en la imagen), un recorrido de unos 5 kilómetros algo menos exigente, pero no menos espectacular, que se va asomando a los acantilados entre los que se abren varias calas escondidas.
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UNA CENA DE VUELTA A CADAQUÉS
En un entorno informal y distendido, la propuesta gastronómica del restaurante Compartir (en la imagen) (compartircadaques.com), que, como dice su nombre, se presenta en platos para compartir en el centro de la mesa y se disfruta en el gran patio exterior de emblemático edificio de principios del siglo XVIII del casco histórico.
En el carrer Santa María, en pleno centro, Lua Wine & Soul Food es una opción perfecta para la hora de la cena, con una carta centrada en las tapas de autor, con un toque de vanguardia, como el steak tartar, el sashimi de salmón y atún, las torradas de escalivada y, de postre, los canoli y la crostata de pera y cacao.
HOTELES PARA EL DESCANSO
Nos despedimos del día mirando el mar desde el pequeño hotel con encanto Villa Gala (en la imagen) (hotelvillagala.com). La piedra natural, los tonos blancos y azules son protagonistas en este alojamiento de inspiración mediterránea y decoración de vanguardia al que no le falta detalle. Para pasar también buenos momentos cuenta con piscina, jardines, terrazas y un restaurante de cocina local creativa. También tiene encanto Horta d‘en Rahola (hortacadaques.com), que ocupa una casa solariega del casco histórico.