El turismo ornitológico gana cada vez más adeptos, y dentro de éste los flamencos causan sensación gracias a su exotismo, con esas alargadas y afiladas patas y ese llamativo color rosáceo, dado por las aguas en las que se mueven y por los alimentos que de ellas ingieren, ricos en carotenoides. Estas estilosas aves migratorias tienen una altura de entre 110 a 150 centímetros y un peso de 2 a 4 kilogramos. Suelen concentrarse en humedales salinos del sur de la península o en el litoral mediterráneo, pero además hay lagunas de interior donde podremos observarlas. Como animales sociales que son, habitan en colonias que alcanzan hasta los 20.000 ejemplares, especialmente desde finales de abril o principios de mayo, momento en el que migran en busca de climas templados para reproducirse, aunque también existen poblaciones estables en algunos puntos de España.
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El momento más especial del día para apreciar cómo descansan sobre una de sus patas o alzan el vuelo ante un cielo en llamas es al atardecer. ¿Nos hacemos con unos prismáticos y vamos en busca de estas esbeltas aves?
Laguna de Manjavacas, Cuenca
A tan solo dos horas de Madrid, esta laguna estacional rodeada de relieve típicamente manchego es uno de los secretos mejor guardados de Castilla-La Mancha, además de ser uno de los pocos lugares de interior donde es posible avistar flamencos, concretamente a partir del mes de mayo. La reserva natural está formada por cuatro lagunas, tres en Cuenca y una cuarta en Ciudad Real. La elevada salinidad de sus aguas hace que sean propicias para el reposo de aves migratorias y para el desarrollo de peculiares plantas como la salicornia ramosissima, comúnmente conocida como hierba salada.
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Reserva Natural de la Laguna de Fuente de Piedra, Málaga
Con 6,5 kilómetros de largo y 2,5 de ancho, la laguna de Fuente de Piedra es la más grande de Andalucía. Junto a ella hay otros lagos menores, como las Palomas, los Abejarucos o el Laguneto, que conforman un entorno de gran relevancia ecológica.
En esta reserva, también situada lejos de la costa, habita la mayor colonia de cría de flamencos, especialmente durante los meses de marzo a julio. Asimismo es el hogar de gaviotas picofinas, patos cuchara, cigüeñuelas, garzas reales, gaviotas reidoras y otras aves migratorias desde que se dejara de explotar en ella la extracción de sal en el año 1950. Su alto valor le ha servido para ser declarada Ramsar y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Para contemplarlas son recomendables el mirador de la Vicaría y el del Laguneto.
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Parque Natural de Ses Salines, Ibiza y Formentera
El Parque Natural de Ses Salines, reconocido como Patrimonio de la Humanidad, se extiende desde el sur de Ibiza hasta el norte de Formentera, abarcando el área marina que separa ambas islas. De las más de 60 especies de aves que han pasado por las salinas de Ibiza en los últimos años, los flamencos son la especie más numerosa. Un lugar idílico en el que disfrutar de las estilosas aves junto a acantilados, playas de infinitos turquesas, sistemas dunares y antiguas torres defensivas.
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Parque Natural del Delta del Ebro, Tarragona
En la desembocadura del Ebro, este espacio natural de gran importancia para el equilibrio ecológico de la zona es el hogar de aproximadamente 300 especies de aves. Declarado parque natural en 1983, es el humedal más grande de Cataluña y uno de los más importantes del Mediterráneo.
Podremos observar flamencos durante gran parte del año en la laguna de la Tancada y en el dique de las salinas de la Trinidad, en la reserva de la Punta de la Banya. Junto a ellos descansan cigüeñuelas, garcetas y una sobrepoblación de gaviotas patiamarillas, con aproximadamente 30.000 ejemplares.
Parque Nacional de Doñana, Huelva
En 54.251 hectáreas de extensión, el Parque Nacional de Doñana agrupa ecosistemas marinos y terrestres entre los que se hallan cotos, marismas bosques y dunas. Además de flamencos y otras aves acuáticas, recibe cigüeñas, golondrinas y garzas que durante los meses más cálidos acuden a estas tierras desde África en busca de alimento. Suelen concentrarse en Isla Mayor, en la Cañada de los Pájaros.
Doñana cuenta con un programa de cría en cautividad del lince ibérico y también protege a otros animales en peligro de extinción, como son los caballos marismeños.
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Parque Natural Salinas de Santa Pola, Alicante
Las salinas de Santa Pola y los cercanos embalses de El Hondo, ubicados a 6 kilómetros de distancia, configuran un humedal de gran importancia para la protección de aves, entre las que pueden encontrarse patos colorados y cigüeñuelas. A lo largo de todo el año habita en él una población estable de flamencos gracias a la alta salinidad de las aguas, llegando a superar los 3.000 ejemplares, número que puede duplicarse durante el verano.
En un recorrido por el parque es conveniente pasar por el Centro de Interpretación y Museo de Sal, que acoge la exposición Intimidades de un Humedal y desde donde ya se contemplan flamencos.
Reserva Natural de Punta Entinas, Almería
Aunque se pueden encontrar en cualquier periodo del año, es en los meses de julio y agosto cuando los flamencos llegan hasta este espacio natural situado al oeste de Almería, entre los municipios de Roquetas y El Ejido. La reserva está compuesta por estepas litorales, marismas, salinas en desuso y playas salvajes.
Los flamencos llevan años siendo icono de la provincia, ya que es muy frecuente verlos en zonas más conocidas como son las salinas de Cerrillos, en Cabo de Gata.
Salinas de Calpe, Alicante
En pleno centro urbano de la ciudad alicantina, y muy próximas al parque natural del Peñón de Ifach, las salinas de Calpe forman un curioso hábitat para más de 170 especies de aves, entre las que los flamencos y las cigüeñuelas son las más habituales. El espacio era parte de una antigua bahía que quedó cerrada por una barrera de dunas fosilizadas entre las playas del Cantal Roig y del Arenal.
Arenales de San Pedro del Pinatar, Murcia
Localizado en el Mar Menor, el Parque Regional Salinas y Arenales de San Pedro de Pinatar es otro de los puntos del litoral mediterráneo donde reposan los flamencos. Su atractivo clima templado hace que el enclave sea idóneo para verlos durante todo el año, aunque la época en la que se concentran mayores colonias de flamencos en los arenales y salinas del parque es a finales de julio.
El espacio protegido cuenta con un puerto y unas salinas cuya explotación se remonta a la época romana, pero lo que sin duda lo hace especial son sus nada menos que 8 kilómetros de arenales entre los que destacan la playa de la Torre Derribada y la de las Salinas.