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Siete visitas que no te puedes perder si ya conoces el Caminito del Rey


Actualizado 11 de julio de 2022 - 12:57 CEST
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Más allá del Caminito del Rey

El Valle del Guadalhorce vertebra las zonas del interior y de la Costa del Sol en Málaga entre un ramillete de pueblos con encanto y mucha historia. El río recoge las aguas de la comarca de Antequera y abastece a un valle muy fértil pasando antes por el desfiladero de los Gaitanes, alrededor del popular Caminito del Rey y formando un destino muy atractivo de turismo activo, cultural y  gastronómico, con un nuevo atractivo abierto en 2022: la finca donde vivió Antonio Gala en Alhaurín el Grande.

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Álora y su castillo musulmán

Álora es la puerta principal del Caminito del Rey, la gran atracción turística de todo el Valle del Guadalhorce, pero el pueblo en si merece una visita sosegada. Empezando por su castillo en  el observatorio natural del Cerro de las Torres desde el que se obtiene una panorámica espléndida del municipio. Los árabes edificaron gran parte de lo que aún se conserva, que son las torres, sobre todo la del Homenaje, las murallas y la Torre de la Vela, y además dejaron un cementerio musulmán que sigue desprendiendo un halo de misterio. Junto al castillo se levanta también la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, todo un símbolo para los habitantes del municipio pues fue construida debido al crecimiento que iba desarrollando el pueblo. Con planta rectangular, la obra duró un siglo y en su interior acoge a las principales imágenes de culto de Álora. Hoy, sus habitantes organizan rutas flamencas por las calles del pueblo para homenajear al cante por malagueñas, que rememoran el cante de este palo del flamenco surgido en esta villa, y mantienen su recuerdo a don Miguel de Cervantes que se alojó en Álora entre 1587 y 1593.

 

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Las emociones de la vía ferrata de El Chorro

Los visitantes que ya han superado el vértigo de las pasarelas del Caminito del Rey pueden afrontar otro reto intentando superar la vía ferrata de El Chorro, a 9 kilómetros del acceso norte del sendero  que recorrió Alfonso XIII en 1921. Se trata de un recorrido de 650 metros en el que se combinan tramos horizontales y verticales que cuentan con diferentes materiales como clavos, tirolinas, cadenas, puentes colgantes tibetano y nepalí, cuidando al máximo siempre de la seguridad. El tramo es fiable, pero las emociones y el miedo al vértigo están casi garantizados. Normalmente  esta experiencia se alarga tres horas.

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La Peana y La Curra en Valle de Abdalajís

Diez kilómetros separan El Chorro de la villa de Valle de Abdalajís tomando rumbo a Antequera. El pueblo cuenta con un pequeño museo municipal en la oficina de turismo que mezcla lo arqueológico y lo cultural con brazaletes, cerámicas, bustos, monedas y arcas funerarias. Destacan dos piezas, la Peana, un pedestal romano, y La Curra, un exvoto íbero con forma de mujer, aunque el pueblo ha alcanzado más fama por haberse convertido en un lugar ideal para la práctica de deportes como el vuelo libre ya que la altura de la Sierra de Abdalajís alcanza los 1.195 metros. Todo el área fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

 

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Panes y alfarería en Coín

La ruta por el Guadalhorce continúa en Pizarra, ideal para visitar una explotación de naranjos y limones, y por Coín, ubicado estratégicamente entre el triángulo formado por Marbella, Málaga y Fuengirola. Su alcalde, Francisco Santos, se siente muy esperanzado por el proyecto del «Corredor Verde del Guadalhorce» que se convertirá en 2024 en el mayor sendero fluvial de Andalucía. Serán 54 kilómetros para ir en bicicleta o a pie entre el Caminito del Rey y la desembocadura del río. Ya en el pueblo, es interesante visitar el antiguo Convento de Santa María de la Encarnación, la Iglesia de San Juan Bautista o la Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta. Igualmente puedes descubrir algunas tradiciones como la alfarería en Nabarros en un horno árabe del siglo XVI que ha sido restaurado recientemente o la panadera de la mano de Miguel Urbaneja en “La Curruca”. El maestro elabora pan con trigo duro local, utilizando masa madre centenaria que proviene del siglo XIX, lo amasa con sus propias manos y lo hornea en el mismo horno de leña (1820) que estrenó su bisabuela.

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El reino de Antonio Gala

En Alhaurín el Grande, la siguiente parada en la vertiente norte de la Sierra de Mijas pero volcada hacia el Valle del Guadalhorce, hay que visitar la finca que cautivó a Antonio Gala a finales de los años 80 durante tres décadas, donde escribió casi todos sus libros, excepto El manuscrito carmesí, un refugio casi secreto y oculto al gran público. La Baltasara, una hermosa casa ejemplo de la arquitectura campesina malagueña del siglo XIX, abrió sus puertas como museo en mayo de 2022 y en su interior puedes descubrir todo el “Universo Gala”: sus costumbres, la relación con sus perros enterrados en el jardín, bastones de campo, benditeros, fotos, cuadros y otros recuerdos con la ayuda de un audioguía que recoge el testimonio de su secretario personal, Luis Cárdenas, que le acompañó en esta residencia durante 30 años. La entrada cuesta 3 euros.

 

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Íberos y árabes en Cártama

A 17 kilómetros de la capital, Málaga, Cártama también sorprende al visitante por los recientes descubrimientos arqueológicos en la plaza de la Constitución, el corazón del pueblo donde se levanta la Iglesia de San Pedro desde 1502 tras la conquista de la villa por los Reyes Católicos. En este punto se han encontrado vestigios romanos y árabes, pero sobre todo la mayor colección de arte ibérico de la provincia. Estos tesoros pueden admirarse en la Colección Museográfica de Cártama que cuenta con 183 piezas y hace un recorrido por la historia del municipio, desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna. También resulta recomendable recorrer las murallas nazaríes en torno al viejo castillo y el alminar de la antigua mezquita, y la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, del siglo XVII, el monumento más emblemático del pueblo ya que alberga la imagen de su patrona.

 

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Los verdiales de Almogía

El recorrido por el Guadalhorce culmina en Almogía, situado en un bello paraje montañoso cercano a los Montes de Málaga y a la Sierra del Torcal, lo que permitió que fuera un baluarte estratégico militar durante la Edad Media. Paseando por sus estrechas calles, se comprueba el encanto de este pueblo con sus iglesitas, sus casas colgadas, la Torre de la Vela,  lo que queda de su castillo árabe, y el Monumento dedicado al Fiestero, en homenaje a todas las personas que han hecho posible la supervivencia de la Fiesta de los Verdiales de las Tres Cruces a lo largo del tiempo. También es muy recomendable apreciar la gastronomía del pueblo, comenzando por su lomo en manteca en el Café el Coco y rematando con el gazpachuelo y los espárragos trigueros que puedes degustar junto a la chanfaina, un aliño a base a almendras (el fruto seco por excelencia de Almogía), patatas, espárragos y bacalao.

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PRÁCTICO

Cómo llegar: 

Desde Málaga capital se alcanza Cártama y Coín en una media hora de viaje en coche por la A-357.

Dónde dormir:

En Pizarra, Cortijo del Arte (cortijodelarte.com/), con piscina de agua salada al aire libre y zona de hamacas, y restaurante que sirve especialidades locales. En El Chorro, Alojamiento Complejo Turístico La Garganta (lagarganta.com), junto al desfiladero de los Gaitanes, muy recomendable para acceder al Caminito del Rey. El complejo se encuentra en una antigua fábrica de harinas de principios del siglo XX.

Dónde comer: 

En Coín, Bohemia (Urb. Reina Sofía, C/ Mallorca, 9 ) comida regional junto a un taller de telares, situado dentro del restaurante, donde el propietario teje sus tapices de paisajes andaluces; en Álora, Casa Abilio (Callejón Padilla, 1), fundado en 1995 en una antigua casa del Obispado de Málaga, y en Valle de Abdalajís, Los Atanores (restaurantelosatanores.es), encantadora venta con una selección de los mejores productos malagueños y de su propia huerta.

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