A 18 kilómetros al norte de la la capital valenciana, Jaime I el Conquistador mandó construir en 1240 un monasterio en honor a la Virgen en la que se encomendaba en sus batallas. El lugar no era accidental, fue aquí donde se libró unos años la del Puig, clave para la conquista de Valencia. Dos edificios arquitectónicos diferentes lo conforman, por un lado, el santuario de la patrona del antiguo Reino de Valencia, construido en el siglo XIV; por otro, el convento, dos siglos posterior, residencia de los religiosos mercedarios, los monjes de los que se hacía acompañar el monarca.
Arte, decoración, historia y devoción se funden en este edificio en el que se halló la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles y que se descubre durante una visita guiada. Ya desde muy lejos llama la atención el gran edificio rectangular, de aspecto defensivo y con sus cuatro torres. Como telón de fondo, las altas construcciones de la capital valenciana.
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La barbacana acerca hasta la puerta enrejada para, nada más cruzarla, apreciar cómo el edificio se levanta sobre la misma roca de la montaña. En el ala norte está la portada románica de la iglesia y, anexa a ella, el campanario, que sigue haciendo repicar sus campanas para llamar a los fieles a sus celebraciones.
El recorrido pasa por el claustro, un rincón de paz y tranquilidad donde se exponen obras pictóricas del siglo XVII al XX, pero también mobiliario, vestimentas litúrgicas, imágenes... Desde él se accede al salón gótico, a las estancias reales, al refectorio –con escudos de la nobleza valenciana en las ventanas– y a la capilla de la comunidad, de estilo barroco, para admirar los lienzos de la escuela valenciana del sigo XVII que cuelgan de sus muros, el zócalo de azulejo o los 16 cuadros de cerámica de Manises.
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Ejemplo de sobriedad y majestuosidad del Renacimiento es el patio castrense de este monasterio de estilo herreriano. Y gótico, el salón más importante, que alberga, entre otras cosas, facsímiles de libros históricos y de una de las espadas del Rey Jaume I, dos bocetos de estatuas del mismo rey y uno de los libros más pequeño del mundo.
De estructura gótica, elementos arquitectónicos del renacimiento, neoclasicismo y románico adornan el templo, con tres naves y bóveda de crucería y presidido por el presbiterio de ábside cuadrado, al estilo de antiguo templo visigótico sobre el que se alza.
En sus capillas encontramos imágenes religiosas, retablos, lienzos y sepulcros como el primoroso gótico de Bernat Guillem d’Entença, realizado en mármol y alabastro policromado. En el altar mayor está la imagen bizantina de Nuestra Señora de los Ángeles, que pesa 200 kilos y es del siglo VII. Y conviene prestar atención a los frescos del Camarín de la Virgen, pintados por José Vergara en 1781, y al Museo Mercedario.
Pero el monasterio del Puig de Santa María guarda otra gran sorpresa, el Museo Nacional de la Imprenta, el segundo más grande de Europa de este tipo, y en su interior se puede contemplar una colección de grandes facsímiles y una copia exacta de la prensa de Gutenberg.
Si se quieren seguir descubriendo los escenarios de la boda de Teresa Andrés hay que pasar por La Huerta, un hogar valenciano del siglo XIX en medio de la huerta valenciana que recuerda a las del Véneto italiano. Y para acabar, acercarse al puerto de Valencia, donde se celebra la postboda que este fin de semana va a pone a esta ciudad mediterránea en el centro de todas las miradas.
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MUY PRÁCTICO
Abre todos los días, excepto los lunes, que cierra sus puertas. Todas las visitas son guiadas y en diferentes idiomas y su precio es de 4 €.
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