La particularidad del Trentino (italia.it/es/trentino), frente a otras zonas del norte de Italia, está en el hecho de que esta región autónoma perteneció a Austria hasta hasta hace poco más de un siglo. Eso explica, por ejemplo, la doble nomenclatura de las calles y plazas en muchas de sus localidades y que en el recetario local convivan platos como el strudel de manzana o los knodel (albóndigas de carne y pan rallado bañadas en un sustancioso caldo) y los típicos panes brezel de origen judío, con la italiana y norteña polenta y la deliciosa carne seca.
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TRENTO, LA CIUDAD DEL CONCILIO
La ciudad que da nombre a la región, Trento (visittrentino.info/it), es muy conocida entre los estudiosos de la religión, pues aquí tuvo lugar el concilio ecuménico al que dio nombre y que supuso un antes y después en la historia de la Iglesia católica: fue aquí donde se decidió el celibato de los clérigos y la creación de seminarios para su formación. En cuanto al afán ecuménico, lo cierto es que supuso un vano intento de refrenar la sangría que la reforma luterana estaba infringiendo a la Iglesia de Roma en el Centro de Europa. La reconciliación fue imposible pero, a cambio, en Trento nació el catolicismo más o menos como hoy lo conocemos.
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La mayor parte de las discusiones del concilio tuvieron lugar en el presbiterio de la catedral de San Vigilio, construcción de estilo románico, levantada sobre un templo paleocristiano, y principal monumento de la ciudad. Solo puede hacerle competencia el castillo del Buonconsiglio (Buen Consejo), una imponente fortaleza-palacio levantada a partir del siglo XII y que, hasta el XVIII, fue la residencia de los obispos-príncipes de Trento. Un armónico monumento que hoy en día se considera una de las residencias palaciegas más ricas de Italia.
Pero un visita a la ciudad del Concilio no estaría completa sin pasear por sus calles céntricas, donde todo es perfecto y estético, y también por su subsuelo, en el que se conservan notables restos de su pasado. Un buen ejemplo es SASS (Espacio Arqueológico Subterráneo del SAS), institución que ofrece visitas guiadas a través de los restos encontrados de la romana Tridentum.
BOLZANO, UNA AGRADABLE SORPRESA
Una hora de tren, algo menos por carretera, es lo que separa Trento de Bolzano, remontando el valle del río Adigio. En todo momento el camino lo flanquean las miles de hectáreas de manzanos que caracterizan el fondo del valle y cuyos frutos son el producto más exportado de la región (la marca Marlene es el buque insignia). Esto, con permiso de los vinos espumosos Ferrari, también muy conocidos a nivel nacional e internacional.
Bolzano es la ciudad donde resulta más evidente la huella del pasado austriaco de la región, fundamentalmente en la arquitectura de sus viviendas y principales monumentos. También en el colorista ambiente de sus calles, una vez que los durísimos inviernos se retiran hacia las inmensas moles de piedra rosada que conforman los montes Dolomitas, eternos vigías de esta bonita urbe. Fue en un glaciar de la cordillera alpina, en algún lugar en la frontera entre Italia y Austria, donde se encontró hace décadas al habitante más famoso de Bolzano: Ötzi. Este «habita» (es un decir) en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur (iceman.it) y se estima que el origen de esta momia se remonta a más de 5000 años. Se sabe que era un pastor y también que fue asesinado y que tenía en torno a 40 años de edad en el momento de su muerte. Pero la realidad es que hay bastantes más enigmas que certezas respecto a la que está considerada como la momia natural más antigua de Europa.
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Por lo demás, el paseo por Bolzano es una agradable sorpresa, sobre todo con el buen tiempo y durante los días de mercado, cuando buena parte de las calles del centro histórico se llenan de bullicio y actividad. Merece la pena tomarse un spritz, la bebida más de moda en Italia y buena parte de Europa en alguna terraza, como la de Firschbänke. Un lugar tan divertido como relajante y didáctico para comprender la forma de vida y de relación entre los habitantes de esta ciudad. También darse un paseo por las muchas tiendas de lujo y marcas internacionales de la Via dei Portici, a modo de gran centro comercial abierto.
En Bolzano, además, hay que subir a alguno de sus funiculares, que permiten salvar, en solo unos minutos, los impresionantes desniveles que hay entre el valle y los barrios más altos de la ciudad y las pequeñas localidades que la rodean. El más popular es la Funivia del Colle (kohlererbahn.it), que asciende hasta más de 1100 metros de altura para llegar a un espacio boscoso desde el que se contemplan vertiginosas panorámicas de la ciudad y la cordillera alpina. En esta destacan los perfiles del macizo de la Marmolada, ya en tierras del Véneto, célebre entre los aficionados al montañismo y también al ciclismo; aquí han tenido lugar algunas de las etapas más legendarias del Giro de Italia. Para los caminantes, hay rutas adaptadas a todo tipo de condiciones físicas, desde las que recorren los muchos valles de la zona, en paralelo a sus ríos, a las que se adentran en el único glaciar que han conservado estas montañas, a más de 3300 metros de altura.
EL MÁS GRANDE DE ITALIA Y OTROS LAGOS DEL TRENTINO
Son las nieves de los Alpes las que acaban alimentando uno de los elementos más atractivos de la región del Trentino-Alto Adigio, sobre todo en verano: sus lagos. En muchos de ellos es posible bañarse y los hay de los más diversos tamaños, alturas y composiciones geológicas.
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Ante todo, está el lago de Garda, en la zona Sur, compartido con las vecinas regiones del Véneto y Lombardía. Con sus más de 370 kilómetros cuadrados es el de mayor tamaño de Italia. Esta superficie acuática, de un profundo color azul como consecuencia de su origen glaciar, toca al Trentino por la señorial Riva del Garda. Pequeña ciudad de unos 17.000 habitantes que está a los pies del monte Baldo (2218 metros), uno de los emblemas paisajísticos más reconocibles de la provincia de Trento.
Hay otros lagos recomendables para visitar en la región, por ejemplo el de Levico y su vecino, el de Caldonazzo, también de origen glaciar. Toda una delicia bañarse en sus profundas aguas durante esas tardes de verano en que el tiempo acompaña y sumergirse en ellas se convierte en una refrescante y agradable experiencia. Ambos lagos están muy próximos a Pergine Valsugana, localidad crecida al pie de uno de los castillos más antiguos que se conservan en la zona. Tanto, como que aquí ya había una fortaleza en tiempos de los romanos, aunque la mayor parte de los muros, puertas y patios que hoy se pueden observar datan del siglo XIII.
Parte del castillo se ha adaptado para convertirlo en uno de los hoteles con más personalidad de la zona y el único alojamiento en un castillo en todo el Trentino. Castel Pergine (castelpergine.it) cuenta en total con 17 habitaciones decoradas con muebles y detalles de época, muy amplias y sorprendentemente confortables. Un lugar donde se paladea parte de la prolongada y a veces convulsa historia de esta región italiana con acento austriaco.