Pazos señoriales, espesos bosques en el interior y brillantes arenales forman la quintaesencia del turístico municipio de Nigrán, en Pontevedra. Algunos de estos últimos son de tronío, pero el que se lleva la palma es Playa América, dos kilómetros de arena que la unen a la de Panxón, mientras la de Patos, abierta y de oleaje considerable, es uno de los paraísos del surf en las Rías Baixas.
El río Miñor desemboca entre Baiona y Gondomar, formando a lo largo de los siglos una gran bahía con el arenal más grande del sur de Galicia, flanqueado por el monte Lourido y Monteferro, esa lengua de tierra y roca que se adentra en el mar casi 1,5 kilómetros y ocupa una extensión de más de 100 hectáreas. Por eso, resguardada como está, es una playa de oleaje moderado y beneficiada por un microclima.
El arenal de Playa América se extiende a lo largo de 1,25 kilómetros y está separada de la de Paxón por el pequeño río Muíños. Anteriormente su nombre era el de Area Loura (arena rubia) pero cambió cuando unos emigrantes retornados del continente americano construyeron la primera urbanización en el lugar.
No te lo pierdas: Matrícula de honor si conoces los rincones más bellos de Pontevedra
Enfrente de Playa América se contempla el castillo de Monreal de Baiona. Y a sus espaldas, al otro lado de la carretera, una casa construida por el gran arquitecto gallego Antonio Palacios, autor de algunos de los edificios más emblemáticos de Madrid y también del cercano Templo Votivo del Mar, situado en Panxón.
Distinguida cada año con la Bandera Azul europea, símbolo de la calidad de sus aguas y de sus servicios, Playa América está recorrida por un paseo y cuenta con instalaciones propias de una playa urbana. En la desembocadura del Muíños se construyó una pasarela de madera para preservar el ecosistema dunar que la une con Panxón, también con edificaciones en primera línea.
El puente de Ramallosa que no es romano, aunque así se le conozca, sino del siglo XIII, une Nigrán y Bayona. Y es bonito, con sus diez ojos y un crucero en medio de él. Antes de cruzarlo se puede descubrir el entorno donde nace el río Miñor, en el entorno de Gondomar, con paseos fluviales, bosques y patrimonio etnográfico, como los molinos que se suceden a lo largo de una ruta.
EL ENTORNO
BAIONA
Cuando llega el buen tiempo, las calles estrechas y empedradas de esta villa de aire medieval se llenan de ambiente. En la península de Monterreal que delimita la amplia ensenada a la que se asoma está su monumental fortaleza protegida por murallas y torreones, en la que también se encuentra el parador de turismo. Después de trepar hasta sus alturas hay que recorrer los más de dos kilómetros de paseo marítimo, desde los que contemplar la bahía, la fachada marítima y, un poco más allá, las Cíes.
FARO SILLEIRO
Luce en el cabo homónimo desde 1886 y, aunque primero estuvo a nivel del mar, ahora desde esta torre blanquirroja vigila a 85 metros de altura un inmenso panorama: desde las Cíes, en la boca de la ría, hasta el monte de Santa Tecla, cerca de Portugal. Alrededor de él se ven los cañones de una antigua batería de artillería costera.
No te lo pierdas: Faros de la ría de Vigo, las estrellas de las Rías Baixas
ISLAS CÍES
Desde Bayona (también desde Vigo o Cangas) se toma el ferri que llega a este archipiélago del Parque Nacional de las Islas Atlánticas formado por tres islas: Monteagudo o Norte, Isla del Medio o de Faro e Isla del Sur o San Martiño. A él se va a hacer senderismo, descubrir playas vírgenes, especialmente la de Rodas, rodear en barco sus acantilados, bucear y observar a la fauna marina. Al mismo parque nacional pertenecen las islas de Ons, Sálvora y Cortegada.
No te lo pierdas: Claves para visitar las Islas Cíes
TUI
A orillas del Miñor se encuentra el bonito casco histórico de esta localidad con rúas de piedra, costanillas y pasadizos. Arriba del todo está la catedral, que parece una fortaleza por sus adarves y sus torres almenadas. Junto al río, con un espléndido paseo a su vera para andar o pedalear hasta el viejo puente internacional que une Tui con la portuguesa Valença do Minho, e incluso para subirse a un barco y navegar por sus aguas con la vista puesta en estas dos bonitas ciudades fronterizas.
MONTE ALOIA
El primer parque natural de Galicia y el más pequeño es Tui y es como una Galicia en miniatura, porque tiene molinos, castros, ermitas, cruceiros, piedras mágicas y una vista excepcional desde lo alto de San Xiao.
No te lo pierdas: Monte Aloia, el vigilante de la frontera
VIGO
A 20 kilómetros de Playa América queda la ciudad pontevedresa, que ofrece una excelente panorámica desde el mirador de monte de A Guía, con las islas Cíes al fondo y el impresionante puente de Rande al final de la ría. La plaza Porta do Sol es su corazón y a su alrededor se descubren encantadoras plazas, la concatedral, el barrio de pescadores O Berbés, el mercado de la Piedra o la calle Pescadería, que todo el mundo conoce como la de las Ostras. Para el paseo también están el puerto deportivo y la playa de Samil, la más grande de la ciudad.