Hasta la segunda mitad del siglo XVIII Ronda estuvo separada por una insalvable cicatriz. En 1793, el ingeniero Juan Martín de Aldehuela unió las dos mitades de la ciudad con un puente de 92 metros de altura que, por aquel entonces, representó la mayor obra civil emprendida en España. El Puente Nuevo, o del tajo, como es conocido entre los vecinos, es una imponente construcción de sillería de tres ojos, mayor el del centro, cuyos tramos intermedios sirvieron de cárcel, almacenes y, en la actualidad, de centro de interpretación que narra la historia de la gran obra.
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Una vez atravesado el puente, conviene reconocerlo desde abajo. Para ello hay dos posibilidades. La primera es más larga y parte de la puerta de Almocábar; a partir de ahí, es necesario emprender una agradable caminata que bordea el tajo. La segunda posibilidad parte de la plaza de María Auxiliadora, en el corazón de la ciudad histórica, y por un delicioso camino empalma con la primera opción, para descender luego hasta el mirador del Puente Nuevo. Enfrente se alza la gran mole de piedra, flanqueada por los altos farallones que sostienen la ciudad.
Por los pies del puente corren las aguas del Guadalevín, que, en primavera, descienden caudalosas. Aún es posible contemplarlo más de cerca tomando el pequeño camino señalizado que abraza el precipicio hasta su base. Desde la garganta el puente se eleva y se aprecia la grandeza de la construcción. Para contemplarlo desde otra óptica distinta, será necesario deshacer el camino. Junto al viejo convento de Santo Domingo, hoy palacio de congresos, se halla el mirador de la Aldehuela, que ofrece una soberbia vista frente a los miradores y jardines de Cuenca y con la grieta del Guadalevín a nuestros pies.
La calle Armiñán es la columna vertebral de la Ronda antigua. A un lado se deja caer hasta la Casa del Rey Moro, en la que anida la leyenda y el embrujo. Los estanques y parterres aterrazados de su jardín son un diseño de Jean-Claude-Nicolas Forestier por encargo de la duquesa de Parcent, entonces propietaria del palacio. El paisajista francés, que además firmó el parque de María Luisa de Sevilla o los jardines de Montjuïc en Barcelona, ambos de 1929, creó aquí un espacio de delicada serenidad .
Abierto al tajo, del jardín desciende una acusada escalera en zigzag excavada en la roca y cubierta por un ingenioso sistema de bóvedas encabalgadas. Son 194 escalones los que separan su entrada de las orillas del río. La escalera forma parte de la denominada Mina del Agua, un conjunto de galerías horadadas en el siglo XIV y también envueltas en leyendas.
La Casa del Rey Moro es, además, el punto de partida hacia la Ronda romántica . Frente a ella, el palacio de Salvatierra luce una fachada con símbolos bíblicos e iconografías precolombinas. Más allá encontramos los baños árabes y una iglesia consagrada al Espíritu Santo. Y en el centro del casco histórico, asomado a los vértigos del tajo, abre sus puertas el palacio de Mondragón, próximo a la plaza de la Duquesa de Parcent y la colegiata de Santa María. El palacio es museo de la ciudad, y su patio mudéjar, uno de los rincones más encantadores de Ronda.
No dejes de...
Apuntarte a la multiaventura. Con un entorno tan espectacular como el de Ronda, con su serranía y los cercanos parques naturales de la Sierra de las Nieves y Grazalema, la visita cultural se puede combinar con el disfrute de la naturaleza. Sobrevolar en globo el tajo (gloventosur.com), hacer barranquismo en su garganta (aventuraronda.com), ir con niños por una vía ferrata cerca del Puente Nuevo (aventurasuractiva.com) o seguir un itinerario ornitológico (wildandalucia.com) son algunas actividades en la zona.
Guía práctica
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