A un lado, españa. Al otro, Portugal. En medio, relumbra con los últimos rayos de sol el Miño. En esta orilla, se alza Tui, con su imponente catedral, que parece un castillo, y un casco histórico encantador de rúas de piedra, costanillas y pasadizos. Y justo detrás, a seis kilómetros de distancia y a 629 metros de altura, el alto de San Xiao, la cima del Parque Natural Monte Aloia, donde este santo tiene una gran ermita.
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Subiendo en coche desde Tui, la primera señal que nos invita a parar es la de los molinos del río Tripes, afluente del Miño. De los 49 que movió en su día, una veintena pueden contemplarse subiendo a pie por la orilla desde la aldea de Circos, en Pazos de Reis. Siguiendo la ruta número 5, también se ven cascadas y vecinos limpiando las levadas (canales de agua) o trabajando los huertos ribereños.
Junto al alojamiento forestal Aloia Nature nace la ruta número 4, un sencillo paseo circular por el pinar que cobija el castro Alto dos Cubos, habitado hasta el siglo iii. Dicen que el nombre de Aloia viene de la presencia en estas tierras de la legión romana V Alaudae. También que este es el monte Medulio de los autores latinos. Hoy es un magnífico mirador de la comarca del Baixo Miño.
Dos kilómetros más adelante se halla el centro de visitantes del parque. Ocupa la Casa do Enxeñeiro Areses, una casita de cuento que el ingeniero de montes Rafael Areses construyó en 1921, cuando estuvo reforestando lo que era “un pedregal, cubierto en sitios de matorral” y hoy es un agradable espacio natural.
Pinos, robles, castaños, alcornoques, abedules, alisos y otros árboles autóctonos conviven en el monte Aloia con cedros del Líbano, cipreses de Lawson y ejemplares enormes de Cryptomeria japonica, que fueron plantados hace un siglo. Para apreciar la riqueza forestal del parque, al lado del centro hay una senda botánica. Entre los árboles corre el riachuelo Tabernas.
La carretera, cada vez más pendiente y revirada, conduce al alto de San Xiao. Árboles monumentales asombran la ermita donde se venera a san Xiao, a san Fins y a la Virgen de las Angustias. En una pradera sombría se encuentra la Cama del Santo, una peña plana donde este reposaba, los romeros con migrañas alivian sus dolores y las parejas a las que les cuesta tener hijos logran concebirlos. También se dice que en el monte Aloia las yeguas salvajes son fertilizadas por el viento.
En el alto de San Xiao, el paraje más elevado del parque natural, hay cinco miradores. El de González Páramos, el más próximo a la ermita, da vistas al norte y desde él se ve, en días despejados, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas . Uno de los más alejados es el mirador de la Cruz, asomado al sur, a Tui y a Valença do Minho. Siguiendo el río con la mirada, en el suroeste se distingue el cerro de Santa Trega, asiento del castro gallego más famoso. Dicen los expertos en ellos que aquí también hubo otro.
No dejes de...
Cruzar a Valença do Minho. Al otro lado del Miño, esta ciudad fronteriza que domina la orilla portuguesa del río está protegida por una impresionante obra de arquitectura militar que regala una panorámica extraordinaria desde sus alturas. Su doble muralla de cinco kilómetros con forma de estrella abraza un bonito casco histórico salpicado de callejuelas empedradas, capillas, casas señoriales, plazas encantadoras y tiendas frecuentadas por turistas donde comprar ropa de hogar a buen precio.
Guía práctica
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