No es una playa más, tal vez sea la más bonita de España, y hasta del mundo y, aunque eso mucho decir, sí es de las más espectaculares. Y todo porque a lo largo de los siglos, la erosión marina y el viento han modelado a su antojo un verdadero monumento natural dando forma a pequeños acantilados y playas de arena intercaladas entre promontorios e islotes. Cuando se junta la potencia del mar y la paciencia del tiempo el resultado solo puede ser una obra de arte. Este templo de piedra al borde del mar que se extiende a lo largo de 1200 metros, con arbotantes que llegan a alcanzar los 30 metros de altura, no se disfruta tanto tomando el sol sino pasando bajo su sucesión de grutas, pasadizos y arcos. También desde el acantilado, porque al subir la marea, la arena desaparece, como por arte de magia.
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CUÁNDO VISITARLA
Para pisar la arena de las Catedrales y disfrutar de sus formaciones rocosas más espectaculares, hay que visitarla una hora antes de la marea baja. Esta se produce dos veces al día (lo mismo que la alta) y varía todos los días, por tanto siempre hay que consultar las tablas antes de visitarla. Tras bajar las escaleras de acceso, lo más aconsejable es seguir hacia la derecha, un recorrido aproximado de 600 metros. De esta forma cuando comience a subir la marea ya se habrá recorrido la parte más importante de la playa.
La zona que más tarda en descubrirse de agua con la bajamar y a la que primero llega la marea con la subida, es la parte donde se sitúan los arcos. También es recomendable tener precaución, por las charcas profundas que se forman o las rocas camufladas bajo el agua.
En pleamar, la playa se admira desde el acantilado, por donde pasa el sendero que recorre la costa de Ribadeo y por el que muchos llegan caminando. Desde Illa Pancha y hasta el límite con Barreiros, este tramo del litoral gallego es un sinfín de entrantes y salientes donde se ven otras playas recogidas –Rochas Brancas, Xuncos, As Illas, Os Castros y Esteiro–, o pequeñas ensenadas rocosas –A Insua, Arnela, Loureiro..., en ocasiones cubiertas de cantos rodados.
ACCESO A LA PLAYA
El acceso es gratuito y la restricción solo se aplica a a la bajada al arenal entre el 1 de julio y el 30 de septiembre. También en Semana Santa. Durante esas fechas solo pueden visitar el arenal un máximo de 4812 personas diarias.
LA AUTORIZACIÓN
Existen varias formas de conseguir la autorización para la visita. Los alojados en el municipio de Ribadeo pueden solicitar un pase en el establecimiento hotelero en el que tengan reservada su estancia y la entrada será de manera directa. También existe un bus lanzadera que sale de la oficina de turismo de Ribadeo, con el que también tienen asegurada la entrada (y la vuelta). En turismo.ribadeo.org se pueden consultar los horarios. La tercera opción es a través de la página ascatedrais.xunta.es, que se realizan con un plazo máximo de 15 días.
EN EL ENTORNO
Ribadeo
A orillas del río Eo, que le da su nombre, frontera natural que separa Galicia de Asturias, Ribadeo es más que la playa de Las Catedrales. Su vida gira en torno a la plaza de España, en torno a la cual se alzan sus construcciones más importantes, desde el elegante palacio de Ibáñez a la cosmopolita torre de los Moreno, el convento de Santa Clara o la iglesia de Santa María del Campo. Desde ahí dos opciones, descubrir su casco histórico donde se encuentra la capilla de la Atalaia, con una vista estupenda del puerto deportivo y la ría, o la calle peatonal que lleva al barrio de San Roque, donde se concentran numerosas casonas indianas.
Foz
Al borde de su preciosa ría, una de las más ricas en aves de las Rías Altas, se ubica esta localidad costera por la que discurre el Camino de Santiago del Norte. El pueblo, en la desembocadura del río Masma, forma conjunto con una formidable colección de grandes playas –Arealonga, Areoura, Llás, Peizas, Os Xuncos…– y un puerto que hace tiempo fue ballenero.
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San Martiño de Mondoñedo
Por su aspecto más parece una fortaleza, aunque su campanario y ábsides delatan un templo extraordinario. Es la catedral más antigua que se conserva en territorio español, una hermosa construcción románica, sencilla y poderosa al mismo tiempo, que ha perdurado milagrosamente, y que fue sede episcopal entre el año 870 y el 1112. Está a 5 kilómetros de Foz.
Castro de Fazouro
La visita al único castro del litoral cántabrico de Galicia se hace por libre, pero para conocer su historia hay que pasar por el Centro de Interpretación de A Mariña lucense (CENIMA), en en la playa de Arealonga de Foz. Un moderno edificio moderno con información virtual que descubre esta y otras maravillas cercanas (tel. 982 13 24 26).
Fábrica de Sargadelos
Cerca de Cervo se sitúa esta fábrica de cerámica (sargadelos.com), la moderna y las ruinas de la vieja, donde se ven restos de los altos hornos, de la presa y del canal que daban servicio. Se admiran a lo largo del romántico Paseo de los Enamorados. Se conserva también el Pazo del Marqués y la Casa de la Administración, convertida en museo.
Burela
En la capital de la pesca del bonito del norte y de la merluza de pincho toda la atención la acapara su puerto pesquero, al que hay que acercarse para asistir a la subasta de pescado en la lonja, observar las embarcaciones o conocer el trabajo artesanal de las rederas. Aquí mismo se puede subir a bordo de un antiguo bonitero tradicional convertido en el barco-museo.
Castropol
A esta villa se viene a disfrutar de la ría, a la que mira desde su promontorio; a recorrer su casco histórico adornado de preciosos palacios, casas blasonadas, capillas y plazas; a comer ostras. Pero, además, a conocer sus tres playas, sobre todo la de Penarronda, un largo arenal abierto entre acantilados y de gran valor ecológico por su delicado sistema dunar, que atrae más a surfistas que a bañistas.
Tapia de Casariego
En busca de playas surferas se llega a esta localidad famosa por sus arenales y las buenas condiciones de sus olas, lo suficientemente bravas para que algunas de ellas, como la de Anguileiro o La Grande,sea escenario de campeonatos europeos de esta disciplina. No es la única, también brillan las de Mexota y Esteiro, Serantes y La Paloma, San Blas, El Murallón… Cuando se acaba el deporte, merece la pena admirar sus casonas y palacetes y después darse una vuelta por el coqueto puerto pesquero hasta el faro, donde sentarse a degustar en sus terrazas los riquísimos pescados y mariscos de la zona.
Mondoñedo
El rosetón gótico de la catedral es el símbolo de esta ciudad episcopal en la que nació Álvaro Cunqueiro, uno de los escritores gallegos más prolíficos, quien lo contempla, impasible, sentado frente a él. Además de su casa natal, no hay que perderse en ella la Fonte Vella, cuya forma asemeja a la de una vieira, la alameda de Os Remedios, junto al santuario, y el barrio de Os Muiños y la sugerente Cova do Rei Cintolo.
Viveiro
Merece la pena recorrer 50 kilómetros desde la playa de las Catedrales para visitar esta localidad asomada a su río que conserva restos de murallas y un rico patrimonio civil y religioso: la iglesia de Santa María del Campo, el puente de la Misericordia, la puerta de Carlos V... Cercana a la ladera del monte Faro está la gran playa de Area, rectilínea, con dunas y refugio de aves marinas. Si a todo eso le sumamos buenos sitios para comer productos del mar, no extraña que esta joya urbana sea una de las villas más importantes de la Mariña lucense.