Con su luz del Mediterráneo (aunque sus aguas son atlánticas) y su alegría del sur, Zahara de los Atunes es el Cádiz más codiciado. El de las playas infinitas y los chiringuitos de moda. El de las cometas de kitesurf y el atún de almadraba. El de los atardeceres mágicos de las noches de verano. Una ciudad encajada entre Tarifa y Barbate, que debe su nombre a ese pescado que solo en esta provincia se captura con técnicas milenarias. Su entramado blanco, de sabor andaluz, se asoma al océano entre campos de girasoles y molinos de viento que imponen su silueta como futuristas gigantes de Don Quijote.
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PLAYAS SOLEADAS
A Zahara no se viene a descubrir grandes monumentos. Los restos de un castillo (que en su día protegió de los ataques berberiscos) y lo que queda de un palacio (que fue un saladero de atunes) sirven hoy de escenario a conciertos, mercadillos efímeros y cine bajo las estrellas. Al lado, se erige la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, incorporada a la muralla de antaño.
A Zahara se llega en busca de sol, que para eso consta de un litoral de 1600 metros y cuatro playas deslumbrantes de arena blanca y aguas cristalinas. Desde la que baña el centro urbano, equipada con todos los servicios, hasta la más salvaje Arroyo del Cañuelo, pasando por la de Atlanterra y la Playa de los Alemanes, donde cuentan que se refugiaban los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
PARADAS DELICIOSAS
Pero para quienes tengan carácter de secano, también Zahara de los Atunes ofrece placeres tierra adentro. En apenas un puñado de callejuelas se concentra un despliegue de ocio digno de una gran ciudad. Empezando por el que tiene como fin contentar al paladar.
Nadie que visite este pueblo puede irse sin probar su producto estrella, un manjar de dioses al que los restaurantes compiten por ofrecer de mil y una maneras. Para ello están clásicos como la Taberna de El Campero (latabernadelcampero.com), con un bonito patio emparrado y una declaración de intenciones: aquí solo se sirve atún rojo salvaje de almadraba.
La Taberna El Trasteo (María Luisa, 24), La Fresquita de Perea (Alcarabán, 8) y Casa Juanito (casajuanito.com) son también templos de este y otros muchos productos del mar, como lo son, además, las terrazas de las tres calles más concurridas: Real, Pérez Galdós y Duquesa de Medina Sidonia. Otra cosa es encontrar sitio libre…
SHOPPING CON ESTILO
Basta un simple paseo por el laberinto de calles encaladas para constatar que Zahara también es un buen lugar para rendirse al arte de las compras. Pequeñas boutiques, tiendas estilosas y locales originales conforman un tentador universo de caprichos. Ninguno como las magníficas piezas de arte de Neila Pascual (neilapascual.com), donde adquirir obras originales y láminas sueltas o enmarcadas con su personalísimo estilo. Creaciones que reflejan el mar con todos sus matices y variantes o que trasmiten la fuerza del flamenco siempre en potentes acuarelas de contagiosa alegría.
Color también encontramos justo al lado, en La Más Chula Cádiz (María Luisa, 9) a cargo de vestidos traídos de la India con interesantes estampados. Y prendas exquisitas de moda y complementos hallamos en No Ni Ná (no-ni-na.com), la tienda que abrió hace unos años la humorista Paz Padilla.
A CUALQUIER HORA DEL DÍA
Pero no hay verano sin terraza y de eso anda más que sobrada esta localidad. Da igual el momento del día porque siempre habrá ocasión de sentarse a ver la vida pasar. Por ejemplo, a primera hora de la mañana, donde lo suyo es desayunar en el Café Bar El Portón (María Luisa, 21), con su patio sombreado y cuajado de macetas.
Para una cerveza fresquita al mediodía o un trago mientras cae el sol en un dramático atardecer, una buena opción es Cinco Océanos (urbanización Bahía de la Plata), un bar, restaurante y club de playa emplazado mirando al mar en la misma arena de Atlanterra.
Y para cerrar la noche a golpe de ricos cócteles, hay que apuntar El último gato (Alcalde José Ruiz Cana, 11), cuyo nombre no podía ser más apropiado.