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Sierra de Tramontana, el destino de moda en Mallorca

Cristiano Ronaldo y Georgina están pasando unos días alojados en una villa rural de esta sierra al norte de la isla. Unos días antes, Elle MacPherson la eligió para descansar un hotel de lujo sostenible. ¿Qué esconde este enclave natural Patrimonio de la Humanidad que tanto interés despierta? Acantilados imponentes, pueblos de piedra, playas de postal y miradores asomados al azul del Mediterráneo, todo ello en una ruta entre Andratx y Formentor.  


Actualizado 20 de junio de 2022 - 19:18 CEST

Recorrer la sierra de Tramuntana es recorrer la historia, las leyendas, la naturaleza y la parte más agreste de la isla mayor de las Baleares. La carretera Ma-10 parte de Andratx y se pierde en la montaña que se retuerce por los valles rocosos de su vertiente occidental, camino de Formentor. El recorrido hay que tomárselo con calma, sin prisa, disfrutando del entorno y teniendo cuidado con los ciclistas que la frecuentan. Enseguida se divisa el mar, que acompañará durante buena parte del itinerario. 

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A media hora de camino aparece Estellencs, el pueblo con menos habitantes de Mallorca, y su cala de roca, a la que es mejor acercarse a pie. La Torre des Verger, antes de llegar a Banyalbufar, sigue con su función de atalaya desde 1579. En otro tiempo alertaba del ataque de los piratas, ahora ofrece una de las vistas más impresionantes y completas de Tramuntana. 

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VALLDEMOSSA, UN PUEBLO DE POSTAL 

Después está Banyalbufar, que desciende hasta el mar en terrazas como si de una escalinata se tratara, y termina en otra cala de roca. Y luego, Valldemossa, un precioso pueblo diseminado en pleno valle, donde perdernos por sus estrechas callejuelas de piedra, bellamente adornadas de macetas con plantas, y sus casas con contraventanas de colores. Imprescindible también parar a tomar coca de patata y horchata de almendras, respirar y adivinar porqué visitaron estas tierras tiempo atrás viajeros como el archiduque Luis Salvador de Austria, su prima la emperatriz Sissi, George Sand o Frédéric Chopin, entre otros muchos. 

Valldemossa, uno de los pueblos de la sierra de Tramuntana, Mallorca© Getty Images
Valldemossa es una de las localidades más conocidas de esta zona de Mallorca, con sus estrechas calles empedradas repletas de macetas con plantas con la embellecen aún más.

La Cartuja de Valldemossa la edificaron en 1309 los monjes cartujos y en ella vivieron más de 400 años. El conjunto es visitable y en él se muestra cómo vivían los religiosos. El compositor polaco Frédéric Chopin creó aquí sus Preludios Op. 28 y la novelista George Sand escribió Un invierno en Mallorca. También se hospedaron Rubén Darío, Santiago Rusiñol o un jovencísimo Jorge Luis Borges (cartoixadevalldemossa.com). 

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EN LA RESIDENCIA DEL ARCHIDUQUE 

La ruta vuelve a serpentear camino de Deià, con los troncos de los olivos retorcidos por el viento y el azul del mar de compañía. Podemos hacer un alto y visitar la finca de Son Marroig, donde vivió el archiduque, y desde donde sale el camino hasta Sa Foradada, una pequeña península rematada con una gran roca, con su centro perforado por la erosión del viento. En Deià, además de bajar hasta su cala, hay que recorrer sus coquetas calles empedradas, camino de la iglesia de San Juan Bautista, y admirar las vistas desde el camposanto. 

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La finca de Son Marroig (sonmarroig.com), donde vivió el archiduque, tiene una de las mejores vistas de este tramo costero.

EN TRANVÍA DE ÉPOCA POR SÓLLER 

La siguiente parada es Sóller, conocida por el centenario tren de madera que la une con Palma. Es una ciudad modernista, tal y como lo atestiguan las fachadas de su ayuntamiento, de la iglesia de San Bartolomé o del museo de Can Prunera, donde resulta recomendable coger el tranvía para recorrer los cuatro kilómetros que separan Sóller del puerto marítimo y retroceder en el tiempo, entre naranjos y limoneros. 

FORNALUTX, UN PUEBLO ENCANTADOR 

Entre Sóller y el Puig Major (1445 metros), la cumbre de Mallorca, está el valle donde aparece Fornalutx, otro bonito pueblo de montaña, con calles estrechas adoquinadas, casas de piedra anaranjada y rodeado de un paisaje fascinante. Los embalses de Cúber y Gorg Blau preceden al santuario de LLuc, desde el que es fácil divisar el vuelo majestuoso del buitre negro. 

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Pequeña y encantadora localidad de Fornalutx.

SANTUARIO DE LLUC 

Situado en el conocido como «bosque sagrado» de Mallorca, el santuario lo forman el monasterio barroco, con la basílica donde se venera la imagen de Santa María de Lluc (siglo XIII); el museo; el jardín botánico y la hospedería. El santuario cuenta con una escolanía de niños y niñas, conocidos por Els Blauets, por la sotana azul que llevan en las celebraciones, y que, a diario, cantan la salve en público y animan las celebraciones dominicales y festivas (lluc.net).  

SA CALOBRA 

En la costa espera la zigzagueante carretera de Sa Calobra y el túnel a pie hasta el Torrent de Pareis. Y al lado está Cala Tuent, una pequeña playa de cantos y grava, mezclada con arena, y rodeada de pinos y rocas, a la sombra del pico más alto del archipiélago. 

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Una de las excursiones más extraordinarias de la isla es la que lleva hasta Sa Calobra y el Torrent de Pareis, una de las desembocaduras más maravillosas del Mediterráneo. 

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POLLENÇA 

En su parte oriental, la sierra de Tramuntana se encuentra con Pollença y su puerto, como principal núcleo urbano en esta zona de la isla. La ciudad invita a disfrutar de un paseo por el entorno de la plaza Mayor y la plaza Vella, que dan pistas de su pasado medieval. Camino del puerto, un desvío a la izquierda conduce hasta la cala Sant Vicenç, donde se esconden tres preciosos arenales: Cala Barques, de mayor tamaño y finísima arena blanca; Cala Carbó, y Cala Clara, quizá la que más turistas recibe. 

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HACIA EL CABO FORMENTOR 

La ruta está llegando a su fin, pero antes hay que parar en el mirador de Sa Creuta para admirar la grandiosidad del finisterre mallorquín, con la cala Bóquer a la izquierda y el islote Colomer a la derecha. Más allá espera la paradisíaca playa de Formentor, rodeada de un bosque de pinos y, al fondo, el faro, que pone punto y final a este paisaje de acantilados y calas escondidas. 

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Playa de Formentor rodeada de un bosque de pinos.

Y UN PLUS… CONOCER LA ISLA DE SA DRAGONERA 

Se cree que esta isla es una porción de la sierra de Tramuntana que se separó de Mallorca miles de años atrás. Con el tiempo, se convirtió en un punto estratégico para defender el archipiélago de los continuos ataques de piratas. De esta época aún quedan ruinas de torres de vigilancia de los siglos XVI y XVIII. Hoy, parque natural, está formado por la isla grande que le da nombre y los islotes de Pantaleu y na Mitjana. La mejor manera de llegar es desde Sant Elm, cerca de Andratx, que está a solo 700 metros de Dragonera (crucerosmargarita.com). La isla tiene cuatro kilómetros de largo y uno de ancho máximo. Hay senderos señalizados, como el que lleva hasta el punto más alto, el del Puig de na Pòpia, desde el que contemplar la parte occidental de Tramuntana. Lagartijas y lagartos endémicos de esta isla, cormoranes, halcones peregrinos y águilas pescadoras acompañan en el camino. 

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En barco se llega a Sa Dragonera, un parque natural con varios senderos señalizados por los que caminar y disfrutar de su fauna y de magníficas vistas.

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 UN LUGAR PARA DESCANSAR 

En Valldemossa, Continental Valldemossa ( hotelcontinentalvalldemossa.com), con amplios jardines salpicados por terrazas naturales, piscina y miradores a la costa norte. En la Hospedería del santuario de Lluc (lluc.net), rodeada por los picos más altos de la sierra de Tramuntana, se encontrará paz y tranquilidad en sus habitaciones o celdas y apartamentos. También buena opción en Pollença y en primera línea de la bahía, Illa d’Or (hotelillador.com) con restaurante, zona wellness y spa.  

PLACERES EN LA MESA 

En Andratx, Oliu (oliu.es) es una antigua almazara reconvertida en un restaurante con terraza y vistas a la montaña donde se mezcla lo antiguo y lo moderno. Ofrece aceite de oliva local en los platos de su carta de cocina mediterránea. Bens d’Avall  (bensdavall.com), en Deià, ofrece cocina de autor, de vanguardia, con productos de temporada e inmejorables panorámicas al mar y la montaña. En Pollença, Celler La Parra (cellerlaparra.com) sirve ocina típicamente mallorquina en una antigua bodega. De su horno de leña salen paellas y lechonas; de postre, gató (bizcocho y helado, ambos de almendras).  

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