Solo el placer de tenderse al sol ante uno de los paisajes más deslumbrantes del Mediterráneo ya es motivo suficiente para enamorarse de Formentera . Pero ocurre que, aparte de la contemplación de su belleza, del descanso en su idílico entorno, la menor de las Pitiusas también está indicada para los más activos. Todo un catálogo de actividades demuestra que en esta isla hay espacio para la aventura. Por algo, durante todo el año, tienen lugar en su pequeño territorio múltiples competiciones deportivas.
Empezando por el mar, muchos son los que llegan hasta aquí buscando el paraíso que se esconde en unas aguas que deben a la posidonia su transparencia imposible. Gracias a estas praderas oceánicas, declaradas Patrimonio de la Humanidad, se obtiene una magnífica visión, incluso a considerable distancia y profundidad, lo que convierte a estos fondos en una meca para el buceo y la fotografía subacuática. La isla ofrece las condiciones perfectas para hacer un bautizo de submarinismo en rincones tan cautivadores como la Reserva Marina de Es Freus. Hasta los niños pueden iniciarse en este deporte con el PADI Bubblemaker, un curso que se desarrolla a unos dos metros de profundidad con la supervisión de un experto. Y para los que no se atrevan con la botella de oxígeno, siempre quedará el snorkel, que permite acceder a fondos rocosos con una bonita flora y fauna.
Acariciadas por arenas finísimas, las aguas turquesa de Formentera son perfectas para acoger todo tipo de deportes acuáticos. Como vela, paddle surf o windsurf, que suponen un plus de actividad al mero pasatiempo de tumbarse al sol. No falta el kayak, del que existen cursos de iniciación que son un referente en las Baleares. Incluso hay quien alquila un velero o catamarán (con o sin patrón) para acceder a rincones de belleza extraordinaria.
En tierra, la aventura continúa en forma de paseos en bicicleta a lo largo de sus 32 rutas verdes señalizadas. Con más de cien kilómetros de senderos que discurren por un terreno plano (y que tan solo obligan a apretar la marcha en el paraje de La Mola), pedalear es la forma más sostenible de descubrir esta isla.
Por su clima suave durante todo el año, por su peculiar orografía y por el privilegio de un paisaje salvaje que se extiende por todo el territorio, hay otra actividad que está en boga en Formentera: la de los largos y reconfortantes paseos a caballo. Nada hay como trotar entre bosques de pinos y sabinas aspirando su aroma fresco. O como maravillarse con el paisaje lunar en la zona rocosa de Can Marroig desde las alturas ecuestres. O como descubrir una infinita paleta cromática en el Estany des Peix.
A cada paso, Formentera brinda una nueva sorpresa. Y también a cada estación. Muchos no saben que en otoño, por ejemplo, se pueden avistar hasta 200 especies de aves, pues la isla goza de una situación estratégica, a caballo entre Europa y África, justo en medio de una de las principales rutas migratorias del mundo. Por ello, con muchas de sus áreas incluidas en la Red Natura 2000 y algunas otras calificadas como ZEPA (Zonas de Especial Protección para las Aves,) el birdwatching es otra de sus actividades estrella. Como también lo es la observación del universo en fines de semana estelares, que incluyen charlas temáticas, talleres infantiles, juegos de realidad virtual para visitar la galaxia y sesiones de observación nocturna en un cielo con una baja contaminación lumínica y una naturaleza incontaminada.
No dejes de...
Practicar ciclismo de montaña. Pese a tratarse de una isla plana, Formentera también es un punto de reunión para los amantes de esta especialidad a dos ruedas, que pueden participar en múltiples eventos deportivos. En octubre se celebra la Vuelta Cicloturista a Formentera en BTT (de tres etapas, para cualquier nivel y sin afán de competición), la BTT La Mola (para ciclistas que prefieren competir con salida y llegada en el Pilar de la Mola) y el Triatlón Illa de Formentera, con tres modalidades: olímpico, sprint y relevos.
Guía práctica
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