POR QUÉ MADEIRA
Madeira es el lugar en el que Europa se une con el trópico. También es el jardín del Atlántico, un vergel en medio del océano con temperaturas veraniegas prácticamente todo el año y gran cantidad de reservas naturales protegidas que invitan a dar largas caminatas por los senderos que atraviesan sus bosques. La costa, salpicada de enormes acantilados, ofrece vistas asombrosas y miradores no aptos para los que sufren de vértigo. Aquí la naturaleza se entregó, con todo su empeño, en crear un paraíso verde que contrasta con el azul profundo del océano.
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Dos islas habitadas forman este archipiélago: Madeira y Porto Santo y otras desiertas que son reserva natural: Desertas y Selvagems. Lo habitual es comenzar la visita por la más grande, la que da nombre al archipiélago, y desde allí hacer una excursión de una jornada, o dos, a la segunda. Para viajar de una a otra se hace en ferri desde el puerto de Funchal -la travesía dura aproximadamente 2,5 horas-. No tan económico, pero mucho más rápido, el avión -unos 15 minutos-. Entre ambas islas las diferencias son notables. Mientras que Porto Santo es más desértica y tiene una inmensa ensenada de arena dorada, que prácticamente abarca toda la isla y es su mayor joya, Madeira es más abrupta, un paraíso de la naturaleza, pero sus playas son de guijarros o con zonas de baño artificiales y piscinas naturales de lava volcánica.
Entre los imprescindibles en Madeira está caminar por un bosque de laurisilva, sumergirse en alguna de las piscinas naturales, como las de Porto Moniz, visitar Funchal, salir a avistar delfines o ballenas, asomarse a sus muchos miradores, conocer alguno de sus pueblos más bonitos -como Santana, en el interior de la isla, o Ponta do Sol, en la costa- y descubrir su interior montañoso.
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POR QUÉ AZORES
Nueve islas forman este archipiélago, que parece vivir en una eterna primavera, repletas de senderos por los que disfrutar de su generosa e intacta naturaleza. Presume de ser uno de los destinos más sostenibles del planeta, aún sin demasiado turismo y con muchos rincones de belleza indómita por descubrir. De alma volcánica, cada una de sus nueve islas fueron surgiendo de múltiples erupciones, la última hace más de medio siglo en Faial. Cada isla es un universo de senderos entre calderas volcánicas, pozas termales y piscinas de lava.
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La más grande de todas es São Miguel, a la que llegan los vuelos del continente. Imprescindible en ella pasear por el coqueto casco histórico de Ponta Delgada, su capital, pasear por los cráteres y lagos volcánicos, Sete Cidades o el valle de las Furnas (donde degustar uno de los famosos cozidos elaborados en hoyos aprovechando el calor natural de la tierra). Terceira está repleta de prados con hortensias y pueblecitos con encanto. De gran belleza, la ciudad de Angra do Heroísmo, Patrimonio de la Humanidad. Más marinera, la isla de Faial, desde la que salir a observar ballenas y delfines. En la isla de Pico se visitan bodegas y viñedos cultivados entre campos de lava, en la lista del Patrimonio de la Humanidad, y se contempla el volcán do Pico, el techo de Portugal con sus 2.351 metros de altura. Y aún faltan las islas menos concurridas: São Jorge, Santa María, Graciosa, Flores y Corvo, para los que gustan de perderse por caminos en soledad.
DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS
Lo primero, el tamaño. Para quienes visiten el archipiélago de Madeira lo harán a sus dos principales islas, Madeira y Porto Santo. Debido a lo reducido de esta última uno o dos días bastarán, con lo que el resto del tiempo puede pasarse en la isla de Madeira, la más grande y la que ofrece mayores posibilidades y atractivos. Azores, sin embargo, suma 9 islas y habrá que visitar, al menos, las más turísticas: São Miguel, Terceira, Faial, Pico y São Jorge, aunque lo más habitual son dos.
Las infraestructuras están más desarrolladas en Madeira, con numerosas cadenas hoteleras y hoteles de calidad. Para las familias con niños esto es un punto a favor para decantarse por esta isla. Eso sí, si lo que se busca es disfrutar unos días relajados en la playa quizás no sea la mejor opción, excepto por la impresionante de Porto Santo, que es casi visita obligada, donde uno puede satisfacer su deseo de playa infinita.
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Para los amantes de lugares inexplorados su archipiélago es, sin duda, Azores. Aunque no dejan de ser islas abiertas al turismo aún no están tan explotadas como Madeira y se tiene más sensación de destino virgen. Azores ha recibido en varias ocasiones premios a los destinos más sostenibles de Europa y del mundo. Allí el desarrollo del sector turístico se ha basado en el respeto al medio ambiente y el entorno. Con fantásticas playas de arena blanca y arena negra volcánica, las mejores se encuentrab en São Miguel, Terceira, Faial o Santa María, mientras que la isla de Graciosa es conocida por sus aguas termales.
Para los amantes de las caminatas ambos archipiélagos son perfectos, con numerosos senderos y rutas señalizadas que hacen de estas islas un paraíso para el senderismo. Desde los dos también se pueden salir a hacer excursiones para avistar delfines y ballenas.
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LA MEJOR FORMA DE LLEGAR A CADA UNO
Para los que se decidan a visitar el archipiélago de Madeira, la forma de llegar es al aeropuerto internacional de Funchal, con conexión aérea con diversas ciudades españolas con compañías como TAP e Iberia. La duración es de unas 2,5 horas desde Madrid y vuelo directo.
Para llegar a las Azores desde España, la isla de São Miguel es el destino, casi siempre vía Lisboa u Oporto, con compañías como TAP Air Portugal. Azores Airlines tiene vuelos directos desde Las Palmas y opera con conexiones entre las islas (todas tienen aeropuertos). Iberia tiene vuelos directos entre Madrid y São Miguel con una duración de 3,5 horas. Entre islas es posible moverse también en ferris (consultar los calendarios de temporada porque el servicio marítimo no funciona todo el año).
MEJOR ÉPOCA PARA VISITARLOS
Cualquier época del año es buena para viajar a Madeira, dado su clima templado todo el año. Si uno quiere dejarse guiar por lo eventos importantes, la famosa Fiesta de la Flor tiene lugar durante la primavera o el Fin de Año, muy popular debido a sus fuegos artificiales.
A las Azores, como a Madeira, le ocurre que vive en una eterna primavera, con temperaturas suaves durante todo el año, que en el invierno rondan los 12 ºC, mientras que en el verano suben hasta 25 ºC en agosto.