A PIE POR EL BOSQUE DE LAURISILVA
En una isla que es toda ella Reserva de la Biosfera, la naturaleza es el más portentoso de sus monumentos y el Parque Nacional de Garajonay el mayor de sus tesoros. Una impresionante reserva de laurisilva, la más extensa y mejor conservada que se conoce, pero también musgos, líquenes o helechos, cubren este bosque que se remonta al Terciario, de enorme relevancia para la conservación de la biodiversidad en España y Europa. Se descubre pasando primero por el Centro de Visitantes «Juego de Bolas», en Agulo, y luego siguiendo su extensa red de caminos, como el imprescindible sendero Contadero-El Cedro, de 4,8 kilómetros y 2 horas de paseo.
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ASOMARSE A SUS MIRADORES
Para entender y percibir la singular orografía de esta isla pequeña y casi redonda hay que asomarse a sus miradores, cada uno con una magnífica perspectiva y ¡son más de 40! Si desde el Alto de Garajonay, el punto más alto de la isla, es posible contemplar La Palma, El Hierro, Gran Canaria y Tenerife; el del Morro de Agando es uno de los más espectaculares y el mirador del Palmarejo, además de obra del gran artista César Manrique, también es una atalaya sobre el Valle del Gran Rey, con sus bancales escalonados y los caseríos trepando por las laderas. El más escalofriante de todos es el mirador de Abrante, ubicado en un risco al norte de la isla, donde uno se siente flotando sobre el valle de Agulo gracias a su suelo de cristal. Una experiencia tan impresionante como vertiginosa.
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DORMIR EN UN ALOJAMIENTO ECOLÓGICO
En medio de una plantación de plátanos de10 hectáreas, El Cabrito (elcabrito.es/hotel-finca-el-cabrito) es un paraíso inmerso en un verde valle en primera línea de mar. Un hotel y finca ecológica a los pies de un barranco para amantes del senderismo y los que buscan tranquilidad. Aquí se viene a aislarse en un entorno maravilloso y renunciando conscientemente a las grandes comodidades, por eso ni hay servicio de habitaciones, minibar o televisión. Desde San Sebastián recogen a sus huéspedes en barca y luego pasan los días haciendo yoga, pintando, meditando y comiendo sano, porque los productos ecológicos que se degustan a la mesa salen del huerto y la finca, desde las verduras al queso de cabra.
DE LA CÉRAMICA LOCERA AL SILBO CANARIO
Con el barro extraído de los barrancos de la isla, mezclado con arena y almagre, se siguen realizando de forma artesanal, a mano y sin torno, las piezas de cerámica más típicas de la isla. Este oficio ancestral lo desempeñan solo las mujeres (las llamadas loceras) y es posible verlas trabajar en el pueblo de El Cercado, donde se encuentran la mayoría de los talleres y el Centro de Interpretación Las Loceras, en el que conocer a fondo esta labor. Desde tiempo inmemorial también se usa en La Gomera el silbo canario –el único lenguaje silbado del mundo, que permitía comunicarse desde largas distancias– y el salto del pastor, que podemos aprender a practicar de la mano de Gomera Activa (gomeraactiva.com).
SALIR A AVISTAR CETÁCEOS
Con conciencia ecológica también se disfruta del mar de diferentes maneras, ya sea contemplando los acantilados que quitan el hipo de Alajeró, pasando unas horas en una de sus playas de arena negra volcánica y aguas cristalinas –como las de San Sebastián y el Inglés– o saliendo en la pequeña embarcación de Speedy Adventure (speedy-gomera.com) a avistar los delfines y ballenas que residen en la costa gomera. A bordo de una de sus embarcaciones y solo guiados por ellos es posible el acercamiento y disfrutar de su presencia, sin alterar su hábitat.