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Tajo-Tejo, el parque natural transfronterizo que comparten España y Portugal

Entre los municipios cacereños de Alcántara y Cedillo, el Tajo dibuja un recorrido sinuoso y solitario antes de cruzar la frontera con Portugal. Tan solo el buitre negro o el águila imperial acompañan el discurrir del río, protagonista de este espacio que ofrece rutas senderistas, paseos en barco, bellos paisajes y un valioso patrimonio histórico.


Por: ELENA ORTEGA
Actualizado 6 de junio de 2022 - 12:05 CEST

Declarado Reserva de la Biosfera Transfronteriza por la Unesco en 2016, el Parque Natural del Tajo fue reconocido como tal por Portugal en el año 2000 y por España en 2006. Un espacio transfronterizo de naturaleza intacta que abarca más de 50.000 hectáreas y comprende el suroeste de la provincia de Cáceres y parte de los territorios portugueses de Beira Baixa y Alto Alentejo. El río más largo de la península, que recorre más de 1000 kilómetros antes de desembocar en Lisboa, riega este área de gran biodiversidad a la que se le suma un amplio y antiquísimo patrimonio cultural formado por monumentos megalíticos e importantes construcciones, como el puente romano de Alcántara.

Puente romano de Alcántara, Cáceres, Extremadura© Age Fotostock
Puente romano de Alcántara, una de las grandes construcciones de la ruta.

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A pesar de tratarse de una zona que lleva habitada desde hace miles de años, su naturaleza permanece intacta. Además, el hecho de tratarse de un parque entre aguas internacionales le otorga un valor especial. Y es que nos encontramos ante una de las fronteras naturales más antiguas de Europa, según el tratado de Alcaciñes, firmado por el rey Dionisio I de Portugal y Fernando IV de Castilla en 1297.

De los valles excavados por el Tajo y sus afluentes internacionales, como el Sever o el Erjas, crecen abruptos riscos de pizarra formando desfiladeros en los que nidifican numerosas especies de aves: cigüeñas negras, águilas imperiales ibéricas, buitres negros, alimoches… Este entorno es un refugio de gran relevancia para su protección, como también para los mamíferos que habitan en él, como la nutria, el jabalí o el ciervo.

RUTAS POR EL TAJO EN ESPAÑA

Desde los farallones rocosos varios miradores otean el curso del río. Alrededor se extienden dehesas y bosques mediterráneos en los que abundan madroños, encinas, alcornoques y varias especies de jaras. La vegetación, presente todo el año, se va descubriendo a lo largo de sus rutas, que recorren una de las zonas menos frecuentadas de España, como la del Molino de la Negra, en Valencia de Alcántara; la ruta de la Carrasquera, en Cedillo; la de Arroyo Negrales, en Herrera de Alcántara, o la ruta de Alcántara.

Dolmen de los Mellizos, Valencia de Alcántara© Age Fotostock
Dolmen de los Mellizos, en La Aceña de la Borrega, perteneciente al municipio de Valencia de Alcántara.

DÓLMENES Y MENHIRES

Además del puente romano de Alcántara, el Parque Natural del Tajo Internacional conserva huellas de los asentamientos que tuvieron lugar próximos a su cauce. Entre este excelente patrimonio histórico, en la zona de Valencia de Alcántara se encuentra una de las concentraciones megalíticas más grandes de la península, con 55 dólmenes y dos menhires. La ruta de Aceña de la Borrega permite practicar senderismo junto a dólmenes de granito en perfecto estado de conservación. Y en la zona hay otros restos prehistóricos como las pinturas rupestres de las cuevas de Grajera o El Buraco, en Santiago de Alcántara.

Judería, Valencia de Alcántara, Cáceres, Extremadura© Age Fotostock
Judería de Valencia de Alcántara.

PUEBLOS Y PUENTES IMPRESCINDIBLES

Las 25.088 hectáreas que ocupa el parque en España se extienden por 11 municipios cacereños. Pueblos encalados rebosantes de joyas monumentales, entre las que sobresale el castillo de Brozas, la judería de Valencia de Alcántara o el castillo templario de Peñafiel, a las afueras de Zarza la Mayor. En Alcántara resulta imprescindible visitar el convento de San Benito, construido en el siglo XVI, y su popular puente romano, del siglo II, columpiándose elegante sobre el Tajo. También del mismo periodo es el puente de Segura, sobre el río Erjas.

Claustro del convento de San Benito, Alcántara, Cáceres© Age Fotostock
Claustro del convento de San Benito, Alcántara, Cáceres.

EL PARQUE NATURAL DESDE PORTUGAL

El Tajo pasa a convertirse en Tejo al llegar a Portugal. Aldeas de Beira Baixa como Penha Garcia, Monsanto o Indhanha-a-Velha; y de Alentejo, con la imponente villa de Castelo de Vide o el precioso castillo de Marvão, levantado a 1000 metros de altitud se reúnen en la parte portuguesa de este espacio protegido.

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Tampoco faltan construcciones megalíticas en el territorio luso. De hecho, el menhir más grande de la península, de unos 7,5 metros de altura, se encuentra próximo a Castelo de Vide.

Menhir, Castelo de Vide, Portugal© Age Fotostock
El menhir más grande de la península, de unos 7,5 metros de altura, se encuentra próximo a Castelo de Vide.

Al caudal del Tajo se le suman afluentes como el Ponsul, idóneo para dar un paseo en barco o para pegarse un chapuzón en la laguna que forma la presa de Idanha-a-Nova.

LA VISITA DEL PARQUE EN BARCO

Junto a la gran variedad de rutas en coche y a pie que se extienden por el parque, también existe la posibilidad de navegar por las aguas de su protagonista gracias al Barco del Tajo (barcodeltajo.com), el medio más emocionante para recorrerlo.

Con motores eléctricos que defienden un turismo sostenible, los barcos parten desde el embarcadero del pueblo de Cedillo ofertando varias rutas fluviales. Rutas con una duración de entre una hora y media a cuatro horas, variando algunas según la época de cría de las aves, ya que gran parte del área es Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

Parque Natural Tajo Internacional, España, Portugal© Age Fotostock
El río Tajo recorre este espacio transfronterizo de naturaleza intacta que abarca más de 50.000 hectáreas.

Además de surcar las aguas del Tajo, las embarcaciones navegan por las del río Alagón, afluente del Tajo, por el Parque Nacional de Monfragüe o cruzan la frontera con Portugal para finalizar en la bonita ciudad de Castelo Branco. Contemplar dos países desde este río que un día sirvió como barrera entre ellos, es la mejor sensación que se puede experimentar en uno de los parques más desconocidos y sorprendentes de la península.

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