Menos de una hora tarda el ferri desde Nápoles a esta preciosa islita del archipiélago de la Campania, bañada por el mar Tirreno, que es sinónimo de sofisticación y clase, mucha clase. Un destino exclusivo y elitista que le viene de lejos, pues a mediados del pasado siglo aquí se refugiaban estrellas de Hollywood, aristócratas e intelectuales que llegaban buscando inspiración y sol. Mucho antes, Homero dijo que en este lugar habitaban las sirenas, Octavio Augusto la bautizó como la isla del «dolce far niente», y el emperador Tiberio encontró en ella su retiro (sonadas eran sus fiestas en el palacio Villa Jovis).
El recuerdo de aquellos tiempos que el cine alimentó permanece, pero ahora las celebridades encuentran refugio en paraísos de intimidad, ya sean camuflados en los exclusivos hoteles de la isla o en villas privadas escondidas entre los arrecifes y las flores. Y es que Capri tiene unas dimensiones muy pequeñas, apenas 3 kilómetros de ancho por 6 de largo.
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Además del glamour, lo que atrae de este abrupto y bellísimo islote calcáreo son sus farallones y sus aguas de un azul deslumbrante, también esas callejuelas tan mediterráneas en las que merodear por las prohibitivas boutiques de lujo de la vía Camerelle.
El pasatiempo en Capri es asomarse a sus miradores para admirar magníficas panorámicas del Mediterráneo o dar un paseo por los Jardines de Augusto y contemplar su variedad botánica. Por supuesto, hacer una parada para tomar un capuccino en las terracitas de la elegante Piazzeta antes de enfrentarse con el terraplén de la vía Krupp y llegar al puertito pesquero de la Marina Piccola.
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Si el mar está en calma, desde el puerto principal de Marina Grande, se toma una barca de remos para circunnavegar la isla entera y adentrarse, en el noroeste, en la Gruta Azul, el lugar más escénico de Capri. Una cavidad de unos 60 metros donde penetra la luz del sol atravesando las aguas y observada desde la oscuridad proporciona un impresionante tono azul semejante al efecto de un foco sumergido.
La otra ciudad de la isla, Anacapri, tampoco se presta para callejearla a fondo y acabar tomando el telesilla al Monte Solaro, que domina por completo el golfo de Nápoles y abarca con la vista hasta la Costa Amalfitana. Desde este lugar es fácil comprender por qué esta islita enamora a todo el que pasa por ella.
Y AL LADO, PRÓCIDA E ISCHIA
Quien va a Capri también da un salto a las también bellísimas y menos transitadas islas vecinas de Ischia y Prócida, esta última Capital Cultural de Europa 2022, ambas a tiro de piedra y fácilmente accesibles en ferri.
MUY PRÁCTICO
CÓMO LLEGAR A CAPRI
Desde España hay que volar a Nápoles, conectada con distintas compañías y desde esta tomar uno de los ferris que llevan a la Marina Grande de Capri. Para moverse por la isla hay que hacerlo en taxis, autobús, funicular, telesilla o en barquitas, para las excursiones marítimas.
EL ALOJAMIENTO
Quienes busquen una experiencia sofisticada de alojamiento, Capri Tiberio Palace (capritiberiopalace.it) es el lugar, emplazado a solo unos pasos de la Piazzetta y las boutiques de moda, con un refinado estilo que recuerda a la dolce vita. Villa Marina Capri (villamarinacapri.com), inspirado en la faceta artística de esta isla es también una de las opciones más lujosas. Un clásico es el Grand Hotel Quisisana (quisisana.com), habitual aún hoy de aristócratas y estrellas.
SABORES MEDITERRÁNEOS
Hay muchísimos restaurantes con terraza recomendables en Capri, entre ellos Il Geranio (geraniocapri.com), Faraglioni (faraglioni.com), una institución gracias a sus deliciosos platos tradicionales, o Da Paolino (paolinocapri.com), con sus mesas bajo los limoneros en Marina Grande. En Anacapri, el lujosísimo l’Olivo del hotel Capri Palace (capripalace.com), el único en la isla con dos estrellas Michelin, que también es un elegante hotel.