A 45 minutos por carretera desde Quito encontramos el bosque lluvioso de Chocó, uno de los lugares de mayor diversidad de la tierra. Naturaleza exuberante, enormes árboles envueltos en nieblas entre los que vuela una extraordinaria variedad de aves y en cuyas ramas y troncos crecen especies de orquídeas aún sin catalogar. Un paraíso natural que en 2018 fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y que se extiende en las laderas occidentales del volcán Pichincha, al noroeste de Quito.
Este bosque nublado se ha convertido en el entorno perfecto para el turismo ecológico, siguiendo los preceptos de la sostenibilidad y la protección. De hecho, muchas de las zonas que se extienden por estas montañas son áreas protegidas, privadas o estatales. En toda la región se han establecido senderos y rutas que llevan hasta pequeños pueblos, ríos y cascadas, pero las actividades más asombrosas se organizan desde los establecimientos hoteleros que se han instalado en algunos puntos.
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LUJO Y SOSTENIBILIDAD EN MEDIO DE LA NATURALEZA
En medio de una de esas reservas naturales privadas encontramos Mashpi Lodge (mashpilodge.com), a unas tres horas de Quito. Un establecimiento que forma parte de los Unique Lodges of the World de National Geographic, lo que significa que es un lugar enfocado no solo a la acogida de huéspedes sino a la investigación científica, en este caso relacionada con la biodiversidad del bosque lluvioso del Chocó.
La mayor parte de sus paredes, tanto en las zonas comunes como en las habitaciones, son de cristal, por lo que uno siente continuamente la sensación de estar dentro de la selva. Este retiro de lujo en mitad de la selva ofrece dos tipos de habitaciones: 20 habitaciones Wayra, de 34 metros cuadrados; y 3 suites Yaku, de 46 metros cuadrados. Para los momentos de relax, su spa Samay (que significa alma en lengua kichwa) es el lugar donde cuidar el bienestar interior.
En el restaurante de Mashpi Lodge sirven alta cocina ecuatoriana, platos basados en la diversidad de la cocina y los ingredientes locales, mezclando lo mejor de las zonas de costa y montaña. Los almuerzos son livianos pensando en las excursiones. Y las cenas, más formales, ofrecen menús que cambian con cada estación.
Aquí reciclan prácticamente la totalidad de sus residuos, trabajan con gente de las poblaciones locales y lo hacen con una filosofía basada en la sostenibilidad.
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EXCURSIONES POR LA RESERVA
La mejor manera de descubrir este paraíso natural es a pie y desde Mashpi Lodge se organizan excursiones para sus huéspedes. Bien calzados (con unas botas de goma que facilita el propio hotel y una buena dosis de repelente de insectos), los itinerarios se adentran en la selva siguiendo los ríos Mashpi, Guaycuyacu, Sahuangal y Chalpi, y mientras los remontamos vamos aprendiendo el ciclo del agua y la vida de la fauna y la flora de este lugar. Todo tipo de anfibios, peces, serpientes, mariposas, aves… y en los puntos en los que te cruzas con alguna cascada o pequeños remansos son escenarios paradisíacos donde darse un buen chapuzón.
Y LAS NOCTURNAS ...
Al caer la noche todo se transforma. La oscuridad es total. El bosque se llena de sonidos misteriosos. Entonces es el momento de hacer una excursión nocturna, caminando sigilosamente por el bosque, que llenará a los valientes que se atrevan de adrenalina. Los guías van explicando los hábitos de cada uno de los animales que se cruzan en el camino y que se descubren apostados en una hoja, subidos a un tronco o acechando en su nido.
¿TE GUSTARÍA MONTAR EN UNA BICI AÉREA?
Por la mañana la selva amanece calmada. Se oyen las gotas de lluvia y los cantos de los pájaros. Las nubes de niebla se condensan y envuelven las copas de los árboles. Así, entre neblina, se descubre el bosque desde otro punto de vista. Toca subir a las ramas de los árboles gigantes y además de una manera muy original, a bordo de una bici aérea.
Un sistema de cables unidos a un pequeño asiento que se desplaza gracias a la nuestra fuerza motora, a golpe de pedal… ¡y a doscientos metros del suelo! Podemos pararnos para ver amanecer aquí suspendidos mientras a lo lejos se oyen los monos aulladores, o parados junto a alguno de los enormes árboles para observar las muchas orquídeas que solo crecen en en este lugar.
¿Y EN UNA LIBÉLULA?
Para los que quieran más pero no tengan ganas de tanto pedaleo, o para los que quieran repetir, aún queda La Libélula. Un teleférico de cabinas abiertas que se desplaza suavemente recorriendo dos kilómetros a través de los árboles. Es el momento del encuentro con tucanetes, tangaras, momotos o colibríes, algunas de las llamativas aves que habitan el Chocó. Son un ejemplo más de la maravilla de este lugar y de su fragilidad.
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¿CÓMO LLEGAR?
Diversas compañías aéreas ofrecen vuelos directos desde España a Quito. Desde la capital ecuatoriana a Mashpi Lodge hay unas 3 horas de distancia, un trayecto que cubre el establecimiento a hacer la reserva, sin coste adicional, tanto el transfer de ida como de vuelta.
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EL MEJOR MOMENTO PARA IR
El mejor momento para planificar una visita es de julio a octubre, fuera de la época de brumas y lluvias, que, aunque aquí son habituales todo el año, son más intensas entre los meses de diciembre a abril. Para realizar las excursiones por la selva conviene llevar botas de caucho y ropa cómoda (mejor manga larga y pantalón largo, impermeable). Las excursiones están pensadas para todo tipo de público.
OTRO ECOLODGE EN EL ÁREA
El Séptimo Paraíso (septimoparaiso.com) es otro ecolodge ubicado igualmente en un área que forma parte de una reserva natural privada y protegida. A una hora y media de Quito, en la región de Mindo, que cuenta con uno de los índices más altos de especies de aves de la zona por lo que sus actividades estrella están relacionadas con el birdwatching. Un lodge construido en madera siguiendo las prácticas del turismo sostenible con 23 habitaciones.