Situada en el límite del Círculo Polar Ártico, Islandia es una tierra con dos protagonistas, el hielo y el fuego, que van de la mano mostrando una diversidad de paisajes y luz asombrosos ante la presencia de más de doscientos volcanes y cinco glaciares. La mejor manera de apreciar la espectacularidad de la naturaleza de este país, el más occidental de Europa, a pesar de que se encuentra geográficamente más próximo a América, consiste en admirar sus impresionantes cascadas.
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GULLFOSS, LA MÁS FAMOSA
Para empezar no hay elección más acertada que acercarse a la más famosa, Gullfoss, situada a una hora y media en coche desde Reykjavik. Rodeada de miradores que permiten apreciar su grandiosidad, la llamada Cascada Dorada luce en los días de sol un llamativo arco iris que embellece aún más su espectacular doble salto de agua. Son 32 metros de altura de caída en vertical que se desploman sobre una estrecha quebrada del río Hvitá.
LAS CASCADAS DE SKOGAFOSS Y SELJALANDFOSS
Más al sur, la zona climática más benigna de Islandia, esperan también otras muy espectaculares, como Skogafoss, la majestuosa catarata de 62 metros que oculta, según la leyenda de Prasi, un cofre de oro, y Seljalandfoss, otro bonito salto de agua que se puede cruzar por detrás, aunque el remojón está más que asegurado.
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PASEOS A CABALLO
A lo largo de esta ruta meridional también se suceden los pequeños pueblos y las granjas dispersas por las llanuras costeras y las estribaciones montañosas. En alguna de estas dedicadas a la cría de ovejas, caballos y corderos ?muchas de ellas han sido transformadas en los últimos tiempos en lugares de hospedaje-, no hay que dejar de hacer parada para conocer de cerca al caballo islandés. Estos resistentes animales de patas cortas llegaron a la isla a bordo de los barcos vikingos y se adaptaron a estas frías tierras por su nobleza y docilidad. Al verlos en acción sorprende como ejecutan un trote diferente (tölt) a través de los campos de lava y de las colinas verdes.
LA PLAYA DE LOS TROLLS (Y LA DE NOÉ)
El itinerario continúa en dirección a Vik, donde hay que detenerse a admirar su playa de arena negra volcánica y los Reynisdrangur, tres insólitos trolls que surgen frente a ella y que, según la mitología islandesa, fueron convertidos en piedra al aparecer los primeros rayos del sol cuando trazaban un maléfico plan. En Vik también es obligado subirse a las insólitas columnas de basalto que decoran este hermoso enclave que sirvió de localización en la película Noé. Si lo que se busca es la mejor panorámica del lugar, no hay que dejar de acercarse al promontorio de Dyrhólaey, una curiosa formación rocosa, de unos 120 metros de longitud por la que se puede caminar y que la erosión marina ha modelado a su antojo creando un singular arco.
SUBIR A UN GLACIAR
Nada mas abandonar Vik, con su bonita iglesia situada en lo alto del valle, y ya de camino a Reykjavik, aparece la silueta del glaciar Mýrdalsjökull, al que se puede acceder en moto de nieve (arcanum.is). Desde lo más alto del glaciar se divisan varios volcanes nevados y las 15 islas Vestmannaeyjar, famosas por albergar una colonia de diez millones de frailecillos (el popular icono de Islandia) y por el festival al aire libre más grande de Islandia que se celebra en agosto.
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AVISTAR BALLENAS
Una vez en la capital islandesa espera una última experiencia, la de acercarse al puerto para subirse a un barco y salir a avistar ballenas, jorobadas y minke, que organiza Special Tours (specialtours.is). Todo un broche de oro para un viaje muy activo por el sur de la última frontera de Europa.
EL GRAN GÉISER
No dejes de visitar los otros dos lugares que, junto a la cascada de Gullfoss, componen el Círculo Dorado de Islandia: el Gran Geysir (Strokkur) y el Parque Nacional Pingvellir. El primero es una alta columna de agua en ebullición que lanza agua cada 5-10 minutos y dio nombre al resto de géiseres del mundo. En el segundo se sitúa la falla que separa los continentes americano y euroasiático; una masa continental que crece una media de 2,5 centímetros cada año y en la que se puede hacer submarinismo.
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MUY PRÁCTICO
La mejor época para hacer esta ruta por Islandia es de mayo a octubre. En verano hay luz solar casi todo el día. Reykjavik es el punto de partida de la ruta, conectada con vuelos directos con distintas compañías aéreas desde varios aeropuertos españoles. La duración del trayecto es de unas cuatro horas. El aeropuerto de Keflavic se encuentra a 48 kilómetros de la capital islandesa y enlazado con un servicio de autobuses (flybus.is). Por la escasez de alojamientos en la isla, es recomendable contratar un viaje organizado desde España que incluya vuelos, traslados, coche de alquiler y seguro.
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EL ALOJAMIENTO
En el centro de la capital islandesa y junto a las calles de moda y el Parlamento, el hotel boutique Apotek (keahotels.is), también con un buen restaurante. En Hella, Rangá (hotelranga.is), un excepcional cuatro estrellas de madera perfecto para admirar las auroras boreales desde sus hot-tubes exteriores. También en el Fosshotel Hekla (islandshotel.is), en el entorno del volcán Hekla.