Entre Génova y Pisa discurre una carretera estrecha y sinuosa al borde del mar que no puede resultar más atractiva, por el paisaje que recorre, el Parque Nacional de Cinque Terre, y por los pintorescos pueblos que enlaza, con sus casitas de colores posadas sobre los acantilados y rodeados de viñedos, olivares y bosques. Un conjunto que la Unesco ha incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
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Desde la ventanilla, el primer pueblo que aparece ante nuestros ojos llegando desde Génova es Monterosso. Es el más grande y también el más antiguo, y el preferido por los que buscan la playa, sobre todo la de Monterosso Fegina, que es de arena y la más extensa de esta primorosa esquina de Italia. En él se impone darse una caminata por el cogollo medieval y luego sentarse en alguno de sus cafés frente al mar para empezar a disfrutar de todo lo que nos tiene reservados el recorrido.
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A pocos kilómetros queda Vernazza, para muchos el más bonito de las Cinque Terre, por su paisaje, su ensenada natural y también porque el que fue antaño el más próspero conserva en las empinadas callejuelas de su casco histórico loggias y soportales, mansiones y torreones y hasta un castillo, el de los Doria, que defendía a sus gentes del peligro sarraceno. Será un placer bañarse en alguna de sus dos playas o visitar la torre medieval de Belforte que ofrece una bonita panorámica.
Corniglia es la aldea más pequeña del conjunto y la única que no tiene su propio puerto, aunque sí una playa escondida, la de Guvano, a la que resulta difícil llegar. Por todo ello quizá sea también el más rural y tranquilo. No le faltan encantos, sin embargo, como los viejos caserones situados a lo largo de la via Fieschi o su encantadora iglesia de San Pietro situados sobre un promontorio rocoso, al que hay que ascender después de superar casi 400 escalones o, más cómodo, tomando una lanzadera.
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A Manarola se puede llegar a pie desde Corniglia, que está encajado entre dos roquedos negros y es conocido por sus cuevas y rocas submarinas. Un pueblo que encandila por sus pintorescas callejuelas, sus casitas de colores, sus casas-torre, sus rincones y sus miradores desde los que asistir a atardeceres inolvidables. Y por disfrutar de unos ricos boquerones con limón, que son la especialidad local, acompañados de su célebre vino dulce o sciachetrá.
Quien quiera seguir caminando al borde de los acantilados puede alcanzar Riomaggiore, el último de los pueblos de Cinque Terre, con su diminuto puerto pesquero y su laberinto de callejuelas empedradas que trepan hasta los miradores de la Torre del Reloj, en lo más alto. Protegido por un castillo, tiene un templo del siglo XIV y un buen ambiente en su vía Colombo, donde abren sus puertas cafés y heladerías en los que sentarse con los lugareños de estas tierras, hombre sabios que han sabido sacarle partido a una naturaleza tan abrupta y mantener el encanto de siglos pasados.
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ACTIVIDADES EN EL MAR
Para disfrutar de este rincón de la costa italiana podemos realizar una travesía por las tranquilas aguas del mar de Liguria a bordo de un kayak. Tomando como punto de partida la playa de Monterosso podremos admirar los imponentes acantilados, las casitas de colores de los pueblos colgadas de ellos y terminar haciendo snorkel cerca de la cascada Acquapendente entre praderas de posidonia y barrancos subacuáticos.
En verano, ballenas, delfines y cachalotes se dejan avistar en las expediciones en barca por su santuario de cetáceos. Algunas parten, por ejemplo, de La Spezia con un biólogo marino a bordo. En su compañía pequeños y grandes podrán profundizar en el comportamiento de estos otros habitantes del Mediterráneo.
SENDERO AZZURRO
El senderismo es otro de los grandes alicientes de Le Cinque Terre, con numerosos caminos que transitan por paisajes deslumbrantes entre el mar y la montaña, entre viñedos y limoneros. Caminar de un pueblo a otro o adentrarse por la infinidad de rutas del parque nacional es un aliciente tan apetecible como los pueblos en sí. El sendero Azzurro une todos ellos, de punta a punta son una docena de kilómetros, por lo que, en buena forma, podría recorrerse en una sola jornada. Aunque convendrá dedicarle varias más para perderse a voluntad por los mil y un ramales que suben y bajan hasta las esquinas más recónditas del espacio protegido; aunque no tengan el renombre del sendero Azzurro, muchos regalan vistas desde las alturas aún mejores. Si solo se quiere hacer algún tramo a pie, la vía dell’Amore entre Riomaggiore y Manarola, por ejemplo, es una de las más fáciles y espectaculares.
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En la web del parque (parconazionale5terre.it) pueden consultarse los múltiples itinerarios a emprender por él, ya sea a pie, en bici y hasta en kayak por su flanco marítimo. Los hay incluso temáticos, como el que en unas siete horas de ruta enlaza por el interior Monterosso y Riomaggiore recalando por santuarios y capillas; o el bastante más breve que une Riomaggiore con Corniglia.
La maraña de senderos que hoy atrae a tantos admiradores fue desde la Edad Media la única forma de transitar por tierra entre estas villas marineras y campesinas hasta la construcción del ferrocarril; otra vía perfecta para ir recalando, ya sin esfuerzos, por todas y cada una de ellas. La opción del coche tiene el inconveniente del aparcamiento, que es realmente complicado, sobre todo en temporada alta. Además, los pueblos son peatonales.
Igualmente, para los poco amigos del senderismo, desde el precioso vecino medieval de Portovenere parte de abril a octubre un ferri con salidas frecuentes y parada en cada pueblo salvo Corniglia, el único que no se vuelca sobre el mar, despachando a lo largo de la singladura unas vistas de impresión a la escarpada costa.
CÓMO LLEGAR A CINQUE TERRE
Los aeropuertos más próximos son los de Pisa y Génova, con vuelos directos que en muchas ocasiones no llegan a los 100 € desde numerosas ciudades españolas, con compañías como Iberia. La mejor época para visitar la zona es la primavera o el otoño, evitando el verano cuando se llena de gente.
CÓMO MOVERSE
Si hemos llegado hasta Cinque Terre en avión y necesitamos un coche de alquiler Goldcar ofrece alquileres con recogida desde el propio aeropuerto de Pisa. El coche está prohibido en los cascos históricos de las villas pero existen aparcamientos, algunos de pago y las plazas no son numerosas con lo que se llenan rápidamente, especialmente en fin de semana. También es sencillo moverse en minibús (atcesercizio.it), tren (trenitalia.com) y ferry (navigazionegolfodeipoeti.it).
DÓNDE DORMIR
En el corazón de Manarola, con vistas a los viñedos de un lado y del otro al Mediterráneo La Torretta. A las afueras de Monterosso, el hotel Porto Roca se encuentra literalmente suspendido de los acantilados.
DÓNDE COMER
Típica cocina ligur, en el Ristorante Belforte (ristorantebelforte.it), con además una ubicación única en Vernazza, o, en Monterosso, el Miky (ristorantemiky.it), con buenos pescados y pasta hecha en casa. También la tiene en Manarola, la Trattoria dal Billy (trattoriabilly.com).