rio verde cimg5167© Pilar Revilla Fotostock

Valle del río Verde, un barranco (casi) secreto en Granada

Los agrestes y espectaculares paisajes de este valle en el parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama permiten hacer senderismo, descenso de cañones o bañarse en pozas verde esmeralda en uno de los barrancos más desconocidos de Andalucía, que descienden desde el puerto del Suspiro del Moro hasta la Costa Tropical granadina o ascienden si se recorre en sentido contrario.


Actualizado 11 de abril de 2022 - 13:22 CEST

El valle del río Verde esconde uno de los paisajes más espectaculares, secretos e intactos del antiguo reino nazarí entre profundos barrancos por los que avanza el agua del río, en el territorio protegido del parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama que se extiende hasta la provincia de Málaga.

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 ¿CÓMO LLEGAR?

La carretera, llena de curvas, A-4050 -que se toma desde la A-44 viniendo desde Granada hacia Motril tomando el desvío a Otívar- recorre por completo el valle  atravesando este territorio de grandes desniveles, peñas afiladas y barrancos de vértigo que bajan hasta orillas del Mediterráneo. Si se accede desde la costa, por la A7, la misma carretera A-4050 se coge desde Almuñécar ascendiendo desde el sur al valle.

© GUIDO MONTANES

Espectaculares paisajes del parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama donde se encuentra este valle.

Desde la misma carretera parten senderos que llevan a los paisajes del río Verde, cuyo curso aparece repleto de saltos de agua y remansos cristalinos. Entre las ramas de encinas, algarrobos, pinos y enebros se pueden ver en el cielo siluetas de águilas reales, sorprender jabalíes en las zonas umbrías o ejemplares de cabra montés en los roquedos.

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PANORÁMICAS DESCOMUNALES

En el mirador de la Cabra se domina una panorámica descomunal. A más de mil metros de altura, el valle se abre en un ancho derrame de cortaduras y de repisas cultivadas que llega hasta el mar, donde brilla el blanco caserío de Motril y Salobreña sobre la línea de la costa. Desde este mirador la carretera desciende convertida en un largo balcón con alguna plataforma ideal para lanzarse en parapente. En el aire se domina un paisaje empinado que abarca desde las cumbres de Sierra Nevada hasta el Mediterráneo, volando sobre las profundas cortaduras del río Verde y los pueblos encalados de la parte baja del valle.

© Shutterstock

Águilas reales sobrevolando el cielo, jabalíes en las zonas humbrías o ejemplares de cabra montés entre los roquedos son algunos de los ejemplares de fauna que podemos encontrar allí.

APÚNTATE AL BARRANQUISMO

Con trajes de neopreno se puede recorrer el río con los pies y el cuerpo metidos en el agua esmeralda acompañándolo en sus tramos más bellos donde nos esperan cañones, saltos de agua, toboganes y pozas de aguas cristalinas. Son varias las empresas con las que se puede realizan esta actividad como Barranquismo Río Verde (barranquismorioverde.com) con distintos grados de dificultad, tanto para adultos como para niños, o Tropical Extreme (tropicalextreme.com) donde se pueden elegir diferentes tramos según la forma física y el nivel de dificultad deseado, también para iniciación al barranquismo.

Para los que prefieren el senderismo, la ruta más accesible es el camino que parte del kilómetro 37,2 de la A-4050 y conduce al embalse de la Cueva de Funes y a la cascada de los Árboles Petrificados.

 

 

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POR LOS BLANCOS CASERÍOS DEL VALLE

Desde el mirador de la cabra buscamos otras vistas formidables tomando el desvío que sube a Lentegí, un nido de águilas que se sitúa por encima de los 600 metros, con un pequeño casco en el que destacan sus balcones urbanos y el artesonado de su iglesia mudéjar. Desde allí parte una ruta senderista hacia el río Lentegí, semejante en belleza al río Verde, con el que se une a poco después.

Volviendo a la carretera principal nos encontramos con Otívar, otro caserío de casas blancas y miradores tendidos en la ladera, prácticamente rodeado por plantaciones de chirimoyos y aguacateros, frutos subtropicales se han unido a los cultivos tradicionales de olivos y uvas, y completan la gastronomía de la zona centrada en las preparaciones de caza, aunque nunca faltan los pescados de los puertos cercanos.

© Shutterstock

El parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama se extiende entre las provincia de Málaga y Granada, cercano a la costa, y es uno de los espacios naturales más desconocidos de Andalucía.

El siguiente pueblo al que llegamos se encaja en el fondo del valle. Jete es el último pueblo agreste, sumergido ya en un fértil océano de verdor, con casas encaladas y bodegas. Desde allí, el río Verde se dirige hacia Almuñécar, irrigando una extensa huerta al nivel del mar dedicada a la agricultura y a un turismo que sabe que en invierno, cuando Europa tirita, la Costa Tropical de Granada es el rincón más cálido y acogedor del continente.

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MESA Y DESCANSO

En Otívar, hay varios alojamientos entre los que destaca el antiguo palacete de los marqueses de Cázulas (cazulas.com/es) es ahora un centro de turismo rural de lujo restaurado con cuidado. A la hora de sentarse a la mesa el restaurante Buenavista, también en Otívar, está especializado en carnes a la brasa.