Hay recompensas que merecen un pequeño esfuerzo. En este caso, acometer el desnivel, de unos 400 metros, entre la localidad de Sotillo y el rincón por el que se despeñan los arroyos Pingón y Cabriteño después de sumar caudales un poco antes. Pero la prueba de que, además de merecer la pena, no se trata de ningún sacrificio grande es que el recorrido señalizado que lleva hasta las cascadas de Sotillo es uno de los más transitados de entre los muchos que podemos escoger en el Parque Natural del Lago de Sanabria y Sierras Segundera y de Porto. Por algo será.
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Una razón, entre otras muchas, es que permite alejarse de las orillas del lago, tan concurridas en algunos momentos del año que hasta es necesario prohibir el paso de vehículos. Por eso, esta excursión se presenta como una estupenda oportunidad para descubrir que hay muchas otras cosas que ver y hacer en Sanabria, además de asomarse a las enigmáticas y siempre frescas aguas del lago. Otra razón, también de peso, es que el camino que lleva hasta ellas y después regresa al punto de partida discurre a través de un buen puñado de parajes con encanto e interés, entre ellos, uno de los bosques de roble melojo mejor conservados y más densos de todo este espacio natural.
La experiencia también incluye el goce de pisar por caminos construidos piedra a piedra, tallados en la montaña a base de pico y pala y luego empedrados con rocas que hoy no movería ni Sansón. El acercamiento a este rincón delicioso del bosque sanabrés pasa antes por aparcar en Sotillo de Sanabria. Mejor dejar el vehículo en la plaza y acometer a pie el pequeño tramo que lleva hasta el fondo del valle, donde un área con mesas y el puente sobre el arroyo de las Truchas marcan el verdadero inicio del sendero. Nada más pasarlo, el ramal derecho en una bifurcación encamina, ya sin desvíos, hacia los saltos de agua. A partir de ahí no hay pérdida.
Tanto la ascensión como el regreso por el fondo del valle están jalonados por un reguero de balizas que hacen imposible despistarse. La subida desde el río Truchas hasta las cascadas, unos cuatro kilómetros, entretiene un par de horas. Una vez allí, una roca hace las veces de sillón pétreo, desde el que dejarse hipnotizar por la caída sin fin del agua desde unos 20 metros de altura. La vuelta a Sotillo se realiza siguiendo el curso del río, también en una prolongada bajada que, al principio, corre entre peñascos y escalones tallados en la ladera y en la que hay que tener precaución con las rocas mojadas por la lluvia. Una vez alcanzado el fondo del valle, el paseo entra en una fase más tranquila mientras se atraviesa el bosque y salen al encuentro gigantescos bolos de granito diseminados entre los árboles, como canicas de gigante.
El recorrido total, de 8,5 kilómetros, puede hacerse en unas cuatro horas y requiere buen calzado y equipamiento básico de senderismo. Puestos a descubrir rincones que nos lleven algo más allá de las aguas del lago, es preciso tener en cuenta la recomendación de acercarse hasta, por ejemplo, Rábano de Sanabria, en la zona alta de la comarca. En su plaza de la Iglesia luce el mejor crucero de toda la zona, una estupenda pieza de granito tallada en 1697, con relieves en sus dos caras. Otra singularidad de esta localidad es la abundancia de grabados y pequeñas cabezas de granito que se descubren en muchas de sus fachadas. Unos y otras podrían ser vestigios de antiquísimas construcciones celtas. Muy cerca de Rábano se alza el santuario de Nuestra Señora de la Alcobilla.
El interés del lugar, más que el discreto edificio del siglo XVI, lo despierta el corro de enormes castaños , muchas veces centenarios, que lo arropa. Son, sin duda, los más longevos de Sanabria. Quien desee rematar la excursión echando un vistazo a todo el conjunto –valles, lago, pueblos, cumbres…– no tiene más que tomar desde la localidad de El Puente la carretera que se encamina hasta San Juan de la Cuesta. De la parte superior del pueblo arranca la pista forestal asfaltada que sube hasta lo más alto del cerro de San Juan (1419 m.), coronado de antenas y del que asoma un balcón privilegiado que brinda una de las mejores panorámicas de la comarca de Sanabria.
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Conocer el Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León. Dada la dificultad que encierra la observación directa de esta especie, acercarse a este centro ubicado en la localidad de Robledo, perteneciente al municipio de Puebla de Sanabria, es una magnífica oportunidad de asomarse a la vida cotidiana de un pequeño grupo de lobos en semilibertad. Aunque el recorrido y la observación pueden realizarse por libre, es recomendable hacer ambas durante las visitas guiadas que se organizan (8 €), con una duración de 2,5 horas (centrodellobo.es).
Guía práctica
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