Precisión, ingeniería, belleza… Las cualidades de la marca suiza también definen a los trenes del país. Una decena de líneas recorren los tramos más bellos y espectaculares e incluso una de ellas, la de Albula y Bernina, es Patrimonio de la Humanidad. En este viaje escogemos la que recorre el Golden Pass, que pasa por algunas de las zonas más turísticas de Suiza. Atraviesa dos zonas lingüísticas, tres cantones y seis lagos, siempre a la vera de los Alpes. Y lo hace con estilo, bien en vagones panorámicos en los que se puede incluso contar con la misma visión que el maquinista, bien en vagones clásicos a lo Orient Express.
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POR LA RIVIERA DEL LAGO LEMÁN
El microclima de la Riviera del lago Lemán, con temperaturas moderadas durante todo el año, favorece un excelente vino y que gente de todo el mundo encuentra aquí un refugio ideal. La lista de aristócratas, escritores y músicos que han jugado a la ruleta en el Casino de Montreux es interminable. A pocos kilómetros al sur se alza uno de los monumentos más icónicos de Suiza, el castillo de Chillón.
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De la estación de Montreux, conectada con el aeropuerto de Ginebra, arranca el convoy del Golden Pass, que emprende su marcha dejando atrás esta especie de Mónaco suizo. Los amplios ventanales del vagón panorámico permiten disfrutar del paisaje mientras poco a poco se eleva sobre el inmenso lago Lemán. Por el camino, siempre subiendo, los viñedos dejan paso a los prados, a los enormes tejados a dos aguas y a un relieve cada vez más espectacular. A la derecha, los Alpes se van alzando gradualmente según se avanza hacia Gstaad. Con un poco de suerte los globos estarán volando alrededor de Chateau d’Oex, cuna de este deporte en el país alpino, y casi sin darse uno cuenta se cruza la frontera lingüística entre la Suiza francesa y la alemana.
GSTAAD, LA ESTACIÓN DE LAS CELEBRITIES
Si la lista de famosos de Montreux es impresionante, la de Gstaad no lo es menos. En su calle principal están representadas las principales marcas de lujo, sin embargo, Gstaad se precia de mantener su aspecto de pueblecito alpino, donde el lujo no va acompañado de ostentación y la discreción es uno de los valores que más aprecian sus visitantes. Más allá de esquí y del glamur, Gstaad es una excelente base para incursiones alpinas, puesta al alcance de cualquiera gracias a sus remontes y funiculares.
CAMINO A INTERLAKEN
En la siguiente parada, Zweisimmen, se impone un cambio de tren para adentrarse en la región del Oberland Bernés, la quintaesencia de la Suiza alemana. El camino hacia Interlaken es una de las partes más espectaculares del trayecto, con valles profundos regados por cascadas y la visión inolvidable de los dos lagos, primero el Thun, luego el Brienz, entre los cuales se encuentra, obviamente, la localidad.
El contraste entre la placidez de las orillas de los lagos y el abrupto nacimiento de los Alpes en el macizo del Jungfrau, visible desde toda la ciudad, marca el carácter de Interlaken. Más desenfadada y abierta que otros enclaves alpinos, ofrece a todo tipo de viajeros, desde jeques a mochileros, un sinfín de actividades y diversiones relacionadas con su extraordinario paisaje. Es, además, una meca mundial del parapente.
Las empinadas rampas del puerto de Brünig, que obligan al tren a utilizar un sistema de cremallera, conducen al destino final, Lucerna. Situada a orillas del lago de los Cuatro Cantones, esta primorosa ciudad medieval comunicada por puentes de madera y con un festival de música clásica de renombre mundial, merece unos días para poner el broche de oro al trayecto del Golden Pass.
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EL TREN DE CHOCOLATE
Un ramal de la línea Golden Pass realiza, desde Montreux, una ruta gastronómica por dos de los productos más afamados de Suiza, el chocolate y el queso. En vagones originales de la belle époque se llega al magnífico pueblo amurallado de Gruyères, capital del queso. Al final del trayecto, en Broc, espera una golosa cata de chocolates en la fábrica Cailler-Nestlé, donde se explica la fabricación de esta delicia suiza.
MUY PRÁCTICO
Como es recomendable efectuar paradas intermedias y aventurarse por los alrededores durante el trayecto en el Golden Pass, lo mejor es adquirir el Swiss Pass (swisstravelsystem.com), que permite el uso ilimitado de la extensa y coordinada red de transportes públicos (tren, autobuses, barcos en los lagos…), a partir de 275 € por cuatro días (mayores de 25 años). También hay una tarjeta familiar. Este tren tiene un mínimo suplemento y se recomienda reservar. El tren del chocolate funciona desde el 3 de mayo al 29 de septiembre de 2022.
Aunque son muchos los que siguen viviendo según la máxima de Montreux en verano, Gstaad en invierno, lo cierto es que esta ruta es recomendable en cualquier estación. ¿Cómo prefieres el paisaje, verde o blanco? Entre primavera y principios del otoño, los Alpes se convierten en un paraíso para el senderismo, el ciclismo y los deportes de aventura; en invierno, el esquí y la vida cultural de ciudades históricas como Lucerna toman el relevo.
EL ALOJAMIENTO
Uno de los grandes atractivos de esta ruta son sin duda sus hoteles, verdaderas instituciones de la belle époque que conservan tanto el esplendor como unos libros de registro que son un quién es quién del último siglo y medio. En Montreux, el Fairmont Montreux Palace (fairmont.com/montreux) acogió a Nabokov hasta su muerte. El Grand Hotel Park (grandhotelpark.ch) de Gstaad mantiene el glamur de los días en los se alojaba en él Grace Kelly. En Interlaken, el Grandhotel Geissbach (giessbach.ch) combina encanto histórico con una ubicación espectacular junto a una cascada. Y en Lucerna, el Schweizerhof Luzern (schweizerhof-luzern.ch) es monumento histórico. Existen multitud de alternativas más asequibles, que se pueden encontrar en myswitzerland.com, para todos los bolsillos y tipos de viaje.
UNA FONDUE, POR FAVOR
La gastronomía suiza es como el país: cohesionado y a la vez diverso. Las tradiciones gastronómicas francesa y alemana marcan la diferencia, pero será inevitable sucumbir a la fondue o al rösti una vez se superen los mil metros de altura a ambos lados de la frontera lingüística. Los restaurantes de los hoteles mencionados brillan con luz propia y son una buena excusa para visitarlos, aunque no se esté alojado en ellos.