Barbanza es, o parece, nombre de mujer. El nombre de una goleta pirata, que huele a salitre, a vino y a pólvora. Rima con bonanza, con Buena Esperanza. Algo de eso tiene la península de este nombre, pues es como una nao a poniente entre las rías de Muros-Noia y Arousa, fragante a albariño y mecida por todos los vientos. Nuestro viaje alrededor de esta península marinera comenzará en el lado de estribor, en Noia, paseando por las calles del casco antiguo, que es de puro granito. Le dicen “el pequeño Santiago”. Nos asomaremos a la iglesia de San Martiño y, sobre todo, al templo de Santa María a Nova, que alberga un excepcional museo.
Pasando por Portosín y Porto do Son, llegaremos al castro de Baroña, que es el mayor tesoro de la península de Barbanza, un asentamiento fortificado de la Edad de Hierro con unas vistas fabulosas. Más adelante, ya en la proa de nuestra metafórica nave peninsular, reconoceremos la playa de As Furnas, a la que dan nombre las pozas que se forman en un saliente rocoso. Son dos kilómetros de arena blanca que se encaminan a las lagunas litorales de Xuño y San Pedro. La identificaremos por haberla visto en la película Mar adentro, de Alejandro Amenábar. Es una playa en la que el viento manda, muy apropiada para dar largos paseos junto a las dunas; no tanto para meterse en el agua, salvo que nos guste surfear. Donde nunca hay que zambullirse es en las dos pozas que se forman en la punta pizarrosa de As Furnas.
Siguiente escala en Corrubedo, pueblo y parque natural. En el primero, visita obligada al Bar do Porto, rehabilitado por el famoso arquitecto británico David Chipperfield, el autor del imponente edificio Veles e Vents de Valencia (también es obra suya la casa de vacaciones del número 25 de la rúa do Porto, en la que vive refugiado). Y en el parque natural (Complexo dunar de Corrubedo e lagoas de Carregal e Vixán, se llama), paseo imprescindible para sorprendernos con su duna móvil gigante. En el lado de babor de la península de Barbanza (la orilla sur, bañada por la ría de Arousa), llama la atención el trasiego del puerto de Ribeira, uno de los mayores de pesca de bajura de España y de toda Europa. A las 18.00 se subasta lo que traen los arrastreros; a las 21.00 y a las 8.00, lo capturado por los barcos de cerco; y a las 15.00, el marisco.
Para acabar, subimos al mirador de A Curota, en A Pobra do Caramiñal, desde el que se llega a atisbar, en días despejados, desde Finisterre hasta el monte de Santa Tecla, donde lindan Galicia y Portugal. Todo lo visto en la ruta rodeando la península de Barbanza, también se ve. Según Valle-Inclán, esta era la mejor panorámica de Galicia. De camino a la cima existe otro mirador intermedio, A Curotiña, dedicado al escritor, del que hay un busto. Si la península de Barbanza fuera una nao, esta sería la cofa, el observatorio más elevado.
No dejes de...
Visitiar el museo de las laudas gremiales de Noia. En el templo de Santa María a Nova, un juego divertido es adivinar a quién pertenecían sus lápidas sepulcrales, según los instrumentos alusivos a la profesión del difunto grabados en ellas. Al marinero, un ancla; al sastre, unas tijeras; al zapatero, una horma... Y si el finado tenía estudios, se le representaba de cuerpo entero y se escribía con todas las letras su nombre, apellido y profesión.
Guía práctica
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