Hay momentos en la historia en los que algunos rincones se ven tocados por la estrella creativa y se convierten en la tierra de los genios. Es lo que ha sucedido en Tarragona con cuatro artistas únicos nacidos a finales del siglo XIX. El recorrido arranca en El Vendrell, donde nació Pau Casals, el mejor violonchelista de todos los tiempos. La localidad está llena de referencias al músico, empezando por su casa natal de la calle Santa Anna, donde vivió el compositor del Himno de la Paz de la ONU. Pero si hay un enclave importante en la ruta que sigue sus pasos es la Vil·la Museu Casals, la residencia que, en 1910, se hizo construir en el paseo marítimo de Sant Salvador. El compositor vivió en ella hasta 1939.
Siguiendo la ap-7 hacia el sur se alcanza la segunda etapa de la ruta, Reus, capital del Baix Camp y ciudad que verá los primeros destellos de la genialidad de Antoni Gaudí. Epicentro del art nouveau, no pudo crecer en un lugar mejor para empezar a conectar con la naturaleza, la inspiradora de su obra. Para adentrarse en su universo creativo, lo mejor es visitar el Gaudí Centre. Aunque para conocer los orígenes más genuinos del arquitecto hay que acercarse hasta Riudoms, su pueblo natal, donde espera la casa familiar de los Gaudí durante generaciones. Al recorrerla no es difícil imaginar al pequeño Gaudí embelesado, recreando en su mente infantil formas y geometrías imposibles mientras contemplaba a su padre moldear el cobre en la forja del taller.
Siguiendo la t-310 se conecta con el rincón predilecto de otro tótem del arte del siglo XX: Joan Miró. “Toda mi obra está concebida en Mont-roig”, una declaración que justifica la visita a esta población de la comarca del Baix Camp. Todo empezó en 1911, cuando el futuro pintor llegó a este lugar con 18 años y una salud endeble. Sería aquí donde Miró alumbraría la paleta de colores que brillaría continuamente en sus grandes obras. “Cuando viajo siempre llevo en el maletín una algarroba de Mont-roig”, confesó. También estaba entre sus favoritas la playa La Pixerota, de las cuatro de Miami Platja, el núcleo marítimo de esta localidad.
Perseguir su huella en este entorno es conocer también su obra. Ahí están las alturas de la ermita de la Mare de Déu de la Roca y la capilla de Sant Ramon de Penyafort, que Miró inmortalizó en su cuadro Mont-roig, Sant Ramon (1916). Aunque para coordenada imprescindible, Mas Miró, la masía en la que late toda su creatividad y la que convirtió en su taller.
Miró compartió amistad con el último genio del recorrido, Pablo Picasso, a quien conoció en París en 1920. Tuvieron nexo tan estrecho como el que unió al malagueño con Horta de Sant Joan, en las Terres de l’Ebre. En la comarca de la Terra Alta, esta villa le acogió durante dos veranos, el de 1898 y 1909. “Todo lo que sé lo aprendí en Horta”, diría el artista. De ahí que el Centro Picasso de esta localidad sea hoy el mejor lugar para bucear en las vivencias y el arte que creó allí. Así fueron siempre Picasso y el resto de genios de este recorrido, apasionados por el paisaje que los acogió, agradecidos por su inspiración y, hoy, cicerones de lujo para este viaje.
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Guía práctica
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