PRIMER DÍA
MAÑANA
Dos días en la capital balear pueden empezar tomando las medidas a la ciudad. Para ello, alquilaremos una bici y empezaremos por recorrer su fachada marítima. Si preferimos ir poco a poco, lo primero es situarse en el Parque del Mar y contemplar su monumento más icónico y también el más fotografiado: la catedral de Santa María. La llaman la «catedral de la luz», un enorme templo gótico con el rosetón más grande de las catedrales de Europa (13 metros de diámetro) y también el único con una de sus puertas abiertas al mar. La visita a su interior nos descubre sus joyas, desde el baldaquino que Antoni Gaudí diseñó para el altar mayor a la capilla del Santísimo, una cerámica policromada obra de Miquel Barceló.
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Frente a la Seu está el Palacio de La Almudaina, que data del siglo XIV y es la residencia oficial de los Reyes de España durante sus estancias en Mallorca. Su visita recorre el salón gótico, los baños árabes y el patio de armas, el mismo en el que los monarcas realizan las recepciones oficiales (patrimonionacional.es/visita/palacio-real-de-la-almudaina).
A los pies de la catedral podemos caminar por Ses Voltes, el último tramo de la muralla que rodeaba la ciudad o por Dalt Murada, la parte medieval, que regala preciosas vistas al Parc de la Mar. A espaldas del templo catedralicio también nos llevará un tiempo ver el Palacio Episcopal, donde está instalado el Museo de Arte Sacro.
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Fuera de las murallas, pero próxima, merece la pena acercarse a conocer la Lonja, el lugar donde en otro tiempo se reunían los mercaderes, hoy testimonio del mejor gótico civil de Mallorca. Y después a la plaza de Cort, para admirar la monumental fachada del ayuntamiento y, en el mismo centro, el emblemático olivo al que se le calculan 800 años, plantado aquí procedente de la sierra de la Tramontana.
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Como la mañana ha sido intensa, en este mismo espacio nos quedamos a comer en Raw & Grill-The Brasserie, el restaurante del Hotel Cort (hotelcort.com), un bonito hotel boutique de diseño. Techos antiguos, suelos de mosaico hidráulico y una decoración muy recargada a base de espejos y botelleros crean el ambiente idóneo para degustar productos del mar, de la tierra y de la granja, cocinados en crudo o a la brasa de carbón.
TARDE
Empezamos la tarde conociendo la cara artística más moderna de la ciudad en el museo Es Baluard (esbaluard.org), un edificio moderno de hormigón y vidrio, integrado en armonía con el baluarte renacentista en el que se ubica. La visita, además de un recorrido por el perímetro de la muralla, sus terrazas, patios y espacios como el aljub, el antiguo aljibe, nos permite descubrir la obra de artistas locales e internacionales que tienen alguna conexión con la isla, como Miquel Barceló, Santiago Calatrava o Picasso, entre muchos otros.
Entre Es Baluard y el paseo marítimo se extiende el barrio de Santa Catalina, cuya vida gira en torno a su mercado de 1920 y en el que además de comprar productos locales se puede picotear. Este antiguo barrio de pescadores es hoy un encantador lugar donde se mezclan tradición y vanguardia, galerías de arte, tiendas de diseño, artesanía o ropa vintage. Aquí también encontramos bares donde tomar un café, una copa o un cóctel, dependiendo de la hora del día. A él regresaremos para cenar, después de pasar el resto de la tarde de compras por comercios emblemáticos
El paseo del Born, la calle de Sant Feliu y la avenida de Jaume III concentran la oferta comercial en Palma. Si en el primero se reúnen las grandes boutiques, en la segunda está la tienda de lifestyle más impresionante de Mallorca, Rialto Living (rialtoliving.com). Nos resulta muy fácil encontrar el regalo perfecto, porque tiene ropa y accesorios, objetos de decoración del hogar, una galería de arte en la que disfrutar de exposiciones, estudio de interiorismo y hasta un café para tomar un cappuchino con un trozo de tarta casera después de recorrer los inspiradores espacios de este palacio barroco que fue un antiguo cine y teatro.
En Sant Feliu hay más diseño en tiendas como Espacio Home Design (espaciohdg.com) y más arte en los distintos espacios de Gerthardt Braun Gallery. Pero si lo que buscamos son las grandes marcas internacionales tenemos que poner dirección a Jaume III.
No hay escapada sin compras gastronómicas, por lo que es obligado pasar por Fornet de la Soca (fornetdelasoca.com), que nos sorprende primero con su fachada modernista, luego con su decoración que recrea una antigua cocina mallorquina y luego con lo que Tomeu Arbona y su mujer, María José Orero, han llamado arqueología gastronómica. Aquí podemos comprar hasta 15 tipos de empanadas, además de cocas, espinagadas y otras especialidades sin conservantes ni aditivos, incluso un pan de premio. Sobrasadas, camaiots (butifarra típica), mermeladas, miel y más se venden en otro comercio histórico, Colmado St. Domingo (colmadosantodomingo.com), fundado en 1886. Y ensaimadas, hasta 20 especialidades, en Forn Fondo (fornfondo.es).
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Para cenar el barrio de Santa Catalina ofrece propuestas para todos los gustos, desde Kuroböta (kurobotarestaurant.com), de cocina fusión asiática, a Sumaq (restaurantesumaq.com), especializado en gastronomía peruana. El día se acaba, pero como queremos despertar frente al Mediterráneo elegimos para descansar el Iberostar Playa de Palma (iberostar.com/es/hoteles/playa-de-palma), un vanguardista 5 estrellas y abanderado de la sostenibilidad, como todos los hoteles del grupo mallorquín, con todo tipo de servicios e instalaciones, como su Spa Sensations, su programa Star Prestige –para disfrutar de un atención única y personalizada, con zonas exclusivas– o su cuidada oferta de restauración.
SEGUNDO DÍA
MAÑANA
Como no podía ser de otra manera, empezamos el día desayunando el dulce artesano malloquín más famoso, la ensaimada, y nos vamos a uno de los templos de este manjar, Ca’n Joan de S’Aigo (canjoandesaigo.com), una pequeña empresa familiar que lleva más de tres siglos al frente del negocio. Tienen tres establecimientos, pero nos quedamos en el de Sanç, 10, el más antiguo y próximo a la Plaza Mayor, que conserva todos los detalles de aquel primer local que se abrió en 1700. Después de probar sus esponjosas ensaimadas individuales, sobre todo lisas o rellenas de nata (también sus cocas de patata), es cuando se entiende por qué las recomiendan los locales.
Pasamos la mañana recorriendo los callejones del casco histórico de Palma, uno de los más grandes y mejor conservados del Mediterráneo. Perderse por su entramado medieval intramuros descubre en cada calle importantes tesoros, desde los patios de antiguas casas señoriales (los casals) –como los de Can Vivot, Casal Solleric, Can Balaguer o Can Bordils…– a una sorprendente colección de edificios modernistas: Almacenes El Águila, Can Forteza Rey, Can Casasayas, el Gran Hotel, que alberga el museo Caixaforum...
De la plaza Mayor salen dos de las principales arterias comerciales: Sant Miquel y Jaime II. Pero si buscamos dulces artesanales nos acercaremos a Can Jaquotot, donde las monjas capuchinas venden los que elaboran en el convento de clausura de la Purísima Concepción a través del torno. El paseo lleva también a la bonita plaza en la que se levanta la iglesia de Santa Eulalia, la misma en la que Jaime II fue coronado como rey de Mallorca.
Muy cerca de la catedral y del palacio de la Almudaina, encontramos el Palau March, sede de la Fundación Bartolomé March (fundacionbmarch.es), mecenas histórico de la isla, que merece una visita para conocer su excelente biblioteca, sus pinturas murales, sus exposiciones y contemplar las vistas sobre los jardines del Rey y el passeig des Born.Y a espaldas del gran templo catedralicio, encontramos los mejores testimonios del pasado de la ciudad. Ahí están los Baños Árabes –que conservan un bonito patio interior y el jardín–, la iglesia de Montesión, sobre la antigua sinagoga de Palma, o el centro Maimó Bem Faraig, el centro de interpretación de la cultura judía.
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Entre tanta monumentalidad como atesora el centro de Palma, encontramos en una tranquila calle adoquinada la mansión del siglo XVIII que acoge Cantina Panzá, el restaurante gourmet del hotel Sant Jaume (santjaumedesignhotel.com). Al frente de su cocina, Fernando Arellano –con dos estrellas Michelin por Zaranda– y Javier Gardonia, que sorprenden con exquisitas interpretaciones de la cocina local, como su tapa de all i pebre de pulpo o su canelón de rabo de toro guisado.
TARDE
El plan para la tarde lo podemos elegir a nuestro gusto. Si queremos ver un castillo singular, el único de España y el más antiguo de Europa de planta circular nos acercaremos al castillo de Bellver, que fue residencia palaciega y presidio de políticos y militares. Rodeado de bosques y unido a la catedral por un paseo que recorre toda la bahía, acoge el Museo de Historia de la Ciudad y la colección Antonio Despuig, de escultura clásica y desde su terraza se admira una preciosa vista de Palma (castelldebellver.palma.cat).
Otro plan nos llevará a la Fundacion Miró (miromallorca.com), en un enclave privilegiado, una colina con vistas al mar, que acoge la importante colección reunida por Joan Miró y su mujer en el que fuera estudio del artista en Mallorca, con cerca de 7000 obras de pintura, escultura, dibujo, objetos y obra gráfica.
Y el último de los planes para la tarde será disfrutar de la playa de Palma, 6 kilómetros de largo que se extienden desde Can Pastilla hasta S’Arenal. Mucho más tranquilos fuera de temporada, se pueden recorrer en bici y ofrecen numerosas propuestas de ocio, desde actividades náuticas a restaurantes junto al mar o el Acuario.
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Si hemos elegido alguno de los dos primeros planes, acudiremos para cenar al Mercat 1930 (mercat1930.net), que agrupa diferentes propuestas culinarias en las que triunfa el concepto show cooking. Si nuestra opción es la playa, ahí mismo está Katagi Blau (katagiblau.com), el rooftop del Iberostar Selection Llaut Palma, donde podemos tomar un cóctel frente a la bahía contemplando el atardecer o disfrutar de una singular experiencia gastronómica de la mano del chef Jose Pellegrino. Su propuesta le ha valido ser elegido «Mejor Restaurante de cocina de fusión asiática en Europa» en 2019 y 2020 en los World Luxury Restaurant Awards. Será el mejor final para despedir el día y la estancia en la capital balear.
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