El nombre de Manuel Piña volvió a la actualidad en las pasadas navidades, cuando Josie, el estilista del famoso look de la presentadora y nacido en Manzanares, elegió uno de los modelos del museo dedicado al famoso diseñador que revolucionó la moda en España en los 80 y 90 del pasado siglo para dar las campanadas en Nochevieja. El vestido de la colección primavera-verano 1991 que el «Almodóvar del diseño español» presentó en la pasarela Cibeles ha regresado al lugar de donde salió, y con él todo el atuendo completo que podemos ver expuesto durante todo este año: el casco y los zapatos de Manuel Albarrán y la impresionante capa alada de Buj Studio. Un conjunto que representaba la metamorfosis de una libélula, como metáfora del deseado renacer que todos esperamos para 2022.
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El vestido de Cristina Pedroche es uno de los grandes alicientes del Museo Manuel Piña, que acaba de abrir sus puertas tras una reforma, pero en las cuatro salas del Centro Cultural Ciega de Manzanares donde se ubica también se muestran más de medio centenar de diseños creados por este genio de la moda, junto a bocetos, fotografías y otros complementos que ahora, tras la renovación y mejora de la iluminación, se disfrutan plenamente.
Unos meses antes, era otro museo, PlomHist (plomhist.es), el que se inauguraba en esta localidad manchega (el quinto). Una didáctica propuesta para conocer la historia a través de 4000 figuras de plomo y más de 80 maquetas –colección particular de Rafael García Alcázar– y la podemos encontrar en una casa solariega de la calle Miguel de Cervantes.
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Para aprender de historia, de la de Manzanares, hay que situarse en la antigua fortaleza del siglo XIII, la misma que dio cobijo y protección a la Orden de Calatrava y en torno a la cual fue creciendo esta localidad manchega. Ahora, con el apellido de Pilar Bonas (pilasbonas.com), es un alojamiento en el que podemos quedarnos a dormir en sus apartamentos de dos alturas ubicados en las antiguas caballerizas o sentarnos a comer en su restaurante y hacer una visita más reposada. Otra buena elección es el Parador de Manzanares, que ofrece gastronomía tradicional, pero también es una excelente elección para alojarse.
Las calles de Manzanares son un muestrario de iglesias, conventos, ermitas y antiguas edificaciones nobles que obligan a detenerse a cada momento, empezando por la plaza de la Constitución, presidida por la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, el templo más grande de la diócesis de Ciudad Real y con una bellísima portada plateresca. A la plaza mayor, con soportales, también asoma el edificio del ayuntamiento.
Entre el conjunto de casas solariegas que van saliendo al paso, la primera es la Casa del Santo, que data del siglo XVII y está adornada con un balcón típicamente manchego. Tomando la calle Monjas, aparecen después la de los Leones y el palacio de los Ochoa, y siguiendo la calle del Carmen, el palacio del Marqués de Salinas, frecuentado por el rey Alfonso XIII durante sus partidas de caza.
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En otra de estas casonas del casco histórico, la de Malpica, encontraremos dos museos, además de una sala de exposiciones. Uno está dedicado a Ignacio Sánchez Mejías, el torero e intelectual sevillano que fue corneado en la plaza de toros de Manzanares y al que su amigo Federico García Lorca dedicó una elegía. El segundo es el Museo del Queso Manchego, que propone un recorrido para conocer la historia y la evolución del producto local por excelencia y entender qué le hace único. La visita concluye con una degustación de queso y vino.
Historia también tiene el Gran Teatro, inaugurado en 1911; más antigua, del siglo XVI, la del Molino Grande, ya a las afueras del centro histórico y en las inmediaciones del río Azuer. Y más actual, la del Paseo del Sistema Solar, ubicado en un parque de 9 hectáreas donde el científico manzanareño Julián Gómez Cambronero quiso hacer tangible las dimensiones de nuestro universo.