Ero, abad del monasterio de Armenteira, que él mismo había fundado en 1151, se paseaba por los bosques del contorno cuando lo sedujo el canto de un mirlo, se sentó a disfrutarlo y se quedó dormido. Al regresar al monasterio, soñoliento aún, no reconoció a ninguno de los monjes. Ni ellos a él. Resulta que el sueño había durado 300 años. Lo cuenta Alfonso X el Sabio en sus Cantigas de Santa María. Si la siesta hubiera durado 800 años, el santo se hubiese sorprendido, además, de que quienes lo habitan ahora son monjas, desde 1989, cuando se repobló el monasterio. Tras quedar abandonado en 1837, fue recuperado un siglo después por Carlos Valle-Inclán, hijo del escritor al que este lugar inspiró los Aromas de leyenda. Ero también hubiese notado distinto el claustro, porque es del siglo XVI. Pero no así la austera iglesia cisterciense, ni el bosque de alisos, robles, castaños, sauces, avellanos, alcornoques y laureles que rodea el cenobio cisterciense. Ni el rego da Armenteira, el río que canalizaron los monjes y sus vecinos para mover 53 molinos. Ni el canto de los mirlos.
Para ver, oler y oír todo esto hay que pasear por él, como hacía Ero. Sin dormirse, claro. Imposible extraviarse por el sendero pr-g 170 o Ruta de la Piedra y el Agua, con la cantidad de letreros, paneles informativos y marcas de pintura que lo señalizan y de gente que lo sigue: senderistas, corredores, ciclistas, vecinos del valle y peregrinos. Y es que por aquí pasa la Variante Espiritual del Camino Portugués.
El aparcamiento para dejar el coche y la primera señal del sendero los hallaremos nada más desviarnos en la salida 9 de la autovía do Salnés, en la rotonda que hay al inicio de la carretera ep-5097, la que sube a Armenteira. Enseguida veremos el arroyo y los primeros molinos, que nada tienen que ver con las grandes aceñas castellanas, son chiquitines. Muchos de ellos están restaurados y tienen su nombre bien escrito en la puerta (Muiño do Xordo, da Avispa...). Esa repisa a un metro del suelo era el pousadeiro, para cargar y descargar el saco sin tanto esfuerzo. Otros son una ruina melancólica.
A los diez minutos de andar, veremos un montón de molinos seguidos, una auténtica cascada. Son los molinos de Serén. Justo al lado está la Aldea Labrega, que es un pueblo gallego de puro granito a escala 1:2, con su hórreo, su iglesia románica, su crucero, pozo, lavadero, horno, carro y su rapaz con tirachinas... Hay incluso una cerda de granito amamantando a sus cochinos. También es un área recreativa para comer.
Como a medio camino, pasaremos junto a una roca en la que se lee la poética inscripción: “Reo de amor”. Se cuenta que por amor, o por falta de él, se mató en este lugar un vecino de la cercana aldea de Couso lanzándose al río. La verdad, el río parece manso, pero a partir de este punto, en su tramo más alto y encajado, lo hallaremos más salvaje, en continua cascada. Eso sí: molinos hay los mismos río arriba que río abajo, muchísimos, incluso uno que fue un aserradero.
Al final del sendero, con el monasterio de Armenteira a la vista, nos toparemos con un busto de Gonzalo Torrente Ballester, que se inspiró en su iglesia para construir literariamente la de Castroforte del Baralla, donde discurre La saga/fuga de J. B. Bajo el busto se lee: “A mí la literatura nadie me la enseñó. La descubrí una vez como en la curva de una rama de abedul el espíritu del bosque columpiándose y riendo”. Saboreando estas palabras, volveremos por el mismo camino. En total, tres horas de ruta. Alguna más si hacemos descanso y nos detenemos a escuchar a las avecicas cantar. Entonces puede que nos pase como al abad, que tardemos, no tres horas, sino tres siglos.
No dejes de...
Recorrer la Variante Espiritual del Camino Portugués. Los peregrinos que caminan por ella vienen de Pontevedra, pasan por Armenteira y embarcan en Vilanova de Arousa para emular la llegada de Santiago a España en su barca de piedra. Son 73 kilómetros de camino en tres etapas. Toda la información se puede encontrar en varianteespiritual.com.
Guía práctica
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