CAMINO DE MADRID
Esta vía de peregrinación atraviesa Castilla y León de sur a norte arrancando en la capital de España para enlazar en Sahagún (en la imagen, la iglesia de San Tirso) con el Camino Francés. En total, recorre 242 kilómetros de senderos a lo largo de las provincias de Segovia, Valladolid y León. Todo el trazado sigue, en su mayor parte, el rastro de las viejas calzadas romanas y los caminos tradicionales que unían el centro de la península con el norte y noroeste. En su mayor parte, viejas trazas romanas que posteriormente usaron visigodos, musulmanes, ejércitos cristianos o los pastores de la Mesta. No faltan en el recorrido constantes referencias a Santiago y la tradición jacobea en ermitas, iglesias, retablos, capillas y viejos hospitales.
CAMINO DE BESAYA
Muchos de los peregrinos que desembarcaban en la costa cántabra, en especial en los puertos de Santander o Suances, procedentes de las Islas Británicas o de otros puntos de Europa decidían unirse al Camino Francés en las tierras palentinas de Carrión de los Condes (en la imagen, la iglesia de Santiago). Empleaban para ello las antiguas calzadas que sorteaban el difícil obstáculo de la cordillera Cantábrica por los lugares más accesibles. Una de esas calzadas es la que seguía el camino abierto por los ríos Besaya y Camesa para arrimarse a las aguas del Pisuerga en Aguilar de Campoo. Un viaje que discurre por un territorio con una alta densidad de monumentos románicos, los espectaculares paisajes de la montaña palentina o los melancólicos caminos de sirga del Canal de Castilla.
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CAMINO POR MANZANAL
Una de las formas de evitar el paso por el alto de Foncebadón, de difícil tránsito durante los meses de invierno, era penetrar en El Bierzo por Manzanal. Este camino de peregrinación era también la vía de comunicación utilizada como entrada y salida del carbón, mineral básico en la economía de la zona durante los últimos 150 años. El camino, cuyas raíces están en su utilización por los romanos para unir Astorga con las demás ciudades romanas del noroeste peninsular, fue convertido en Camino Real en la segunda mitad del siglo XVIII. Desde La Maragatería se adentra en territorio berciano por Torre del Bierzo, continua por Bembibre y Congosto para unirse en Ponferrada (en la imagen, el castillo) al Camino Francés. Todo ello entre parajes de gran belleza y valor patrimonial. Una opción muy apetecida por quienes deseen alejarse del trasiego que se vive en el Camino Francés durante los periodos de mayor afluencia de peregrinos.
CAMINO DE LIÉBANA A SAHAGÚN
Este camino de peregrinación corre tras los pasos de quienes durante siglos decidían aprovechar el viaje para cumplir con distintos propósitos, como el de visitar otros lugares sagrados, especialmente aquellos en los que se veneraban reliquias. Por eso, el trayecto entre el monasterio de Santo Toribio de Liébana, que alberga un importante trozo de la Cruz de Cristo, y Sahagún, importante hito del Camino Francés, fue un frecuente enlace de ambas vertientes de la cordillera Cantábrica. El Camino de Liébana a Sahagún por Picos de Europa, que coincide en tramos con el Vadiniense, discurre a lo largo de 117 kilómetros de gran belleza por la Cañada Real Oriental Leonesa y la vega del Cea. En la imagen, peregrina entre Calzadilla de la Cueza y Sahagún.
CAMINO DE LA LANA
Atraviesa la provincia de Soria de norte a sur y la de Burgos hasta la capital. El trazado recala en singulares monumentos históricos, como el monasterio de Santo Domingo de Silos (en la imagen), y localidades cargadas de historia, como Retortillo, San Esteban de Gormaz o Covarrubias, orillada junto a un Arlanza que, un poco más abajo, roza las ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza, considerado la cuna de Castilla. También atraviesa singulares paisajes, muchos de ellos ligados a la figura del Cid. Debe su nombre a que su trazado actual es, más o menos, el mismo que recorrían los mercaderes y rebaños conquenses que, en los siglos XV, XVI y XVII, viajaban para llevar su lana hasta Burgos para proseguir luego su viaje hacia los puertos del norte y más tarde hacia Inglaterra.
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CAMINO DE LEVANTE Y DEL SURESTE
Una importante corriente de peregrinación medieval era la que conducía a los viajeros procedentes de países mediterráneos que desembarcaban en la costa oriental de la península. En realidad, habría que hablar del entronque de varios caminos que, con inicio en puntos de la costa como Alicante, Valencia y Murcia, se suman o se ramifican a lo largo del trayecto según diferentes tradiciones jacobeas. El de Levante y el del Sureste, en concreto, se funden en Albacete para acometer juntos una buena parte de las llanuras manchegas. Tras recorrer las provincias de Cuenca, Toledo, Madrid y Ávila, en la localidad de Medina del Campo ambos caminos se diversifican. Si el primero enfila desde aquí hacia la Vía de la Plata, el del Sureste parte desde Medina del Campo hacia Benavente para buscar el Camino Francés, en Astorga, o el Sanabrés, por tierras orensanas. En la imagen, Santa María la Mayor de Toro.
CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS
Es la vía principal de los 15 caminos de peregrinación jacobeos que discurren por Castilla y León y atraviesa las provincias de Burgos, Palencia y León a lo largo de casi 400 kilómetros, es decir más de la mitad del viaje entre Roncesvalles y Santiago. De este a oeste, comienza con una travesía por los Montes de Oca y el monasterio de San Juan de Ortega. No mucho más allá están los yacimientos de Atapuerca y, a la vuelta de la esquina, la catedral burgalesa (en la imagen). Tras el pueblo-camino de Castrojeriz, el emblemático puente Fitero nos adentra en Palencia, donde nos embarcaremos en las aguas del Canal de Castilla hasta Frómista, con uno de los monumentos cumbres del románico. Después esperan el imponente templo de Santa María la Blanca de Villalcázar de Sirga y Carrión de los Condes, con la iglesia de Santiago y el monasterio de San Zoilo. La provincia de León cuenta también con destacados hitos, como la localidad de Sahagún; en la capital, la catedral o San Isidoro; Astorga o la puerta del Perdón de la iglesia de Santiago de Villafranca del Bierzo antes de entrar en Galicia.
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CAMINO OLVIDADO
Tras el descubrimiento del sepulcro de Santiago, los peregrinos llegaban a Compostela por cualquier lugar. No había caminos prefijados de antemano ni guías que recomendaran itinerarios. La peregrinación era una aventura muy peligrosa y la única premisa era llegar y regresar a casa cuanto antes. Así, con el paso de los siglos, las corrientes de caminantes iban desplazando sus preferencias por aquellos ramales que ofrecieran más seguridad o algún aliciente espiritual. Entre aquellos ramales olvidados está el hermosísimo itinerario que discurre entre los valles del norte de las provincias de Burgos, Palencia y León. Un largo trayecto de unión entre la costa cantábrica y el Camino Francés, al que alcanza en Villafranca del Bierzo (en la imagen).
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CAMINO DEL SALVADOR
Muchos peregrinos del Camino Francés, bien cuando iban hacia Santiago o ya en su regreso, al alcanzar León (en la imagen, la catedral) no dudaban en demorar la llegada a su destino añadiendo los kilómetros, llenos de dificultades, que les acercaban hasta Oviedo. El motivo no era otro que sumar a su peregrinación la visita a otro de los grandes lugares de la cristiandad en la península: la catedral de Oviedo y, en especial, postrarse ante las reliquias que alberga su Cámara Santa. Según la tradición, entre las más destacadas, el Arca Santa y el Santo Sudario. Este ramal gozó de enorme popularidad durante toda la Edad Media.
CAMINO VADINIENSE
Este itinerario es un ramal que une el Camino del Norte, que discurre por la costa cantábrica, con el Camino Francés, a través de la comarca de Liébana y la provincia de León. El motivo de que un número importante de peregrinos se desviara del primero para adentrarse en los Picos de Europa era visitar el monasterio de Santo Toribio de Liébana, guardián de uno de los Lignum Crucis más queridos de la cristiandad. Desde allí encaminaban sus pasos hacia Riaño (en la imagen, la ermita de Nuestra Señora del Rosario) y Cistierna para unirse en Mansilla de las Mulas al Camino Francés y continuar por él su peregrinación. La espectacularidad del escenario montañoso que atraviesa y la existencia de numerosos monasterios han hecho que este camino sea cada vez más utilizado.
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CAMINO REAL DE INVIERNO
Entre las mayores dificultades que encaraban los peregrinos en su aventura jacobea estaban el paso de los ríos y las montañas. Hasta el siglo XVIII, superar el paso de El Cebreiro, entre León y Galicia, era prácticamente imposible. Por eso, tanto comerciantes como peregrinos utilizaban otras opciones en sus viajes a Compostela. Una de ellas era el desvío que desde Ponferrada usaba los antiguos pasos abiertos por los romanos en su explotación de oro de Las Médulas (en la imagen). Utilizando el Camino Real de Invierno desde allí se dirigían hacia Galicia por la zona sur de la provincia de Lugo. Este itinerario atraviesa parte de los cañones del río Sil, con abundancia de pequeños monasterios e iglesias románicas.
CAMINO VÍA DE BAYONA
Este itinerario jacobeo une la localidad francesa de Bayona con Burgos para, desde esta última, incorporarse al Camino Francés. Era una vía comunicación muy utilizada a lo largo de los siglos X al XIII por quienes desde los Pirineos querían alcanzar la capital burgalesa, importante centro comercial y de poder especialmente relacionado con el comercio de la lana. Tras atravesar el País Vasco penetra en la provincia de Burgos por Villanueva de Oca para irse deteniendo en localidades con tanto histórico o patrimonial como Miranda de Ebro (en la imagen), Pancorbo o Briviesca.
CAMINO MOZÁRABE SANABRÉS
De las melancólicas ruinas del monasterio de Santa María Moreruela, el primer monasterio del Císter fundado en España (en la imagen), arranca otro de los ramales utilizados por los peregrinos de la Vía de la Plata que, impacientes por llegar a Santiago, decidían atajar por tierras sanabresas. Un atajo cuenta con alicientes tan estimulantes como las citadas ruinas, la iglesia de Tábara, la de Santa Marta de Tera –en la que se disfruta del mágico espectáculo de la luz equinoccial sobre uno de sus capiteles– o el magnífico conjunto histórico de Puebla de Sanabria. Todo ello sin olvidarse del privilegiado entorno natural que conforman el Lago de Sanabria y su entorno.
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CAMINO PORTUGUÉS DE LA VÍA DE LA PLATA
Uno de los ramales utilizados por los peregrinos que discurren por la Vía de la Plata es el que se desvía de esta en la capital zamorana. Su trazado atraviesa la zona noroeste de la provincia hasta alcanzar la raya de Portugal mientras surca los paisajes y pueblos de las comarcas de Alba y Aliste. Un territorio poco poblado, de una gran riqueza etnográfica, en el son abundantes las muestras de una arquitectura tradicional basada en el uso de la piedra y la pizarra. Los bosques y las lomas de la Sierra de la Culebra (en la imagen), por los que discurre, atesoran una de las poblaciones de mayor densidad de lobo ibérico en la península.
VÍA DE LA PLATA
Esta arteria de raíces prehistóricas y consolidada después por los romanos para enlazar Mérida y Astorga (en la imagen, el Palacio de Gaudí) acabó convertida en una de las vías de comunicación más frecuentadas para quienes viajan por el oeste peninsular y uno de los principales caminos jacobeos que atraviesan Castilla y León. Tiene 301 kilómetros y atraviesa las provincias de Salamanca, Zamora y León. Un itinerario que destaca por el gran número de restos romanos, además de ruinas de monasterios, ermitas, murallas y conjuntos históricos. En Astorga entronca con el Camino Francés para continuar su peregrinación.
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