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Los mejores pueblos de montaña para disfrutar este invierno


24 de diciembre de 2021 - 11:51 CET
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TORLA

No hay discusión. Una de las imágenes más fotografiadas de toda la cordillera pirenaica es la de la torre de la iglesia de San Salvador de Torla con el fondo de la imponente mole del Mondarruego cerrando su horizonte. Estamos a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y la montaña nos espera.

¿Quieres dar un paseo con raquetas de nieve por Ordesa y Monte Perdido?

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BÁRCENA MAYOR

Sí, hace frío estos días en el valle de Saja, pero el invierno también tiene su encanto en este bonito pueblo de Cantabria de calles empedradas, casonas montañesas con balconadas de madera, amplios zaguanes y el rumor del río Argoza acompañando un paseo.

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ALQÚEZAR

Los amantes de los deportes de aventura tienen este pueblo de la sierra de Guara como referencia para disfrutar de la montaña, pues sus barrancos son un auténtico paraíso natural. Pero esta villa medieval y centro turístico que rodea el cañón del río Vero no puede ser más monumental, con la colegiata de Santa María la Mayor, su monumento más sobresaliente, en lo alto y sus calles estrechas y empedradas con arcadas.

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BENASQUE

Hasta el corazón de los Pirineos llegan los entusiastas del esquí buscando las pistas de Cerler y los picos que superan los 3000 metros de altitud del Parque Natural Posets-Maladeta. Y encuentran refugio en este encantador pueblo de casonas señoriales y esencia medieval a los pies del Aneto que, en invierno, cuando sus calles y tejados se cubren de nieve, posee un encantador ambiente de montaña. 

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BULNES

Nos situamos en el concejo de Cabrales (sí, el del queso), para descubrir este pequeño pueblo de montaña de menos de 30 vecinos aislado en el corazón del macizo central de los Picos de Europa. Conserva intacto su encanto de antaño, cuando solo se podía acceder a él a pie a través de un sendero que serpentea en continua subida. Hoy día, conectado por funicular con el vecino pueblo de Poncebos. Hasta aquí se acercan los que buscan disfrutar de la naturaleza asturiana y de las rutas que llevan al Naranjo de Bulnes.

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CASTELLFOLLIT DE LA ROCA

Sobre un espectacular risco basáltico de 50 metros de altura y casi un kilómetro de largo y recortado por el río Fluviá se alza este pequeño pueblo de calles estrechas que es una de las puertas de entrada al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Pasear una tarde de invierno por ellas al ponerse el sol y llegar hasta la iglesia, en un extremo del risco, justo donde está el mejor mirador, tiene mucho encanto.

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RIAÑO

Un perfil de cumbres enmarcan este pueblo de la cordillera Cantábrica, antesala de los Picos de Europa, que tuvo que nacer de nuevo a su orilla después de que el embalse de Riaño le sumergiera bajo sus aguas, como a otros muchos del entorno. Es el campamento base para descubrir el espectacular Parque Regional Montaña de Riaño y Mamprode y contemplar, desde el mirador de las Hazas, cuando la nieve le envuelve, una de sus mejores panorámicas.

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O CEBREIRO

Díficil que este pueblo de los Ancares lucenses donde desde hace siglos los peregrinos del Camino Francés de Santiago hacen parada no salga en las noticias cuando bajan las temperaturas en el país y nieva con intensidad en la puerta de entrada a Galicia. Un pueblo de montaña precioso, con calles y casas de piedra, donde se produjo el milagro del Santo Grial, y que conserva aún en pie muchas de sus antiguas pallozas.

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MOGROVEJO

A esta aldea cántabra a los pies de los Picos de Europa y en la carretera de Potes al teleférico de Fuente Dé se viene a respirar aire puro, a disfrutar de los espectaculares senderos que la rodean y también a admirar su conjunto de casonas de los siglos XVII y XVIII, entre las que sobresale su torre medieval. Cuando nieva lo que se busca es el calor de una chimenea en sus casas de piedra.

Saca una entrada para el teleférico de Fuente Dé

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PIORNEDO

Los Ancares son un territorio fascinante de profundos valles, montañas y bosques centenarios donde confluyen la provincia de Lugo con León y que, por capricho de la orografía, quedó detenido en el tiempo durante décadas. Su seña de identidad son las pallozas, antiguas viviendas tradicionales de época prerrománica, que Piornedo conserva en muy buen estado. Los días de invierno, cuando la nieve las cubre de un manto blanco, embellece aún más.

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