Disfrutar en pleno invierno de un paseo en barco con el cielo azul y de un delicioso arroz caldero frente al mar ¡sin abrigo! Saborear un café asiático con un «suspiro» bajo las curvas de los edificios modernistas de Cartagena. Asistir a la luz de la luna al estreno de una obra en su fascinante teatro romano. Almorzar en un club privado situado en el edificio civil más coqueto de la capital murciana. Relajarte en un spa, dormir sobre los restos de una sinagoga y contemplar el amanecer desde un castillo en Lorca. Si buscas un destino apetecible esta Navidad, aún quedan unos días para despedir el reinado de la Capital Española de la Gastronomía 2021. Si la idea es sencillamente soñar con la próxima escapada, la excelente noticia es que las joyas de la Región de Murcia (murciaturistica.es) siempre están ahí.
UN ALMUERZO «MONUMENTAL» EN EL REAL CASINO
Nada es lo que parece en el corazón del Real Casino. Situado en la Trapería, una de las calles más céntricas de Murcia, este edificio de 1847 es uno de los emblemas de la ciudad, una obra ecléctica que, tras su fachada de guiños modernistas, resume los estilos de la segunda mitad del XIX y principios del XX. Testigo de la opulenta burguesía de la época, solo los socios pueden disfrutar de todas las posibilidades de este club privado. El truco para admirar las más de 20000 láminas de oro que decoran su espectacular patio árabe, maravillarse con su salón de baile o descubrir el pequeño tocador adamascado de señoras, en cuyos espejos se refleja la diosa Selene, es sumarse a una visita guiada. La segunda opción para acceder al edificio civil más visitado de Murcia es reservar mesa en su restaurante y disfrutar de su asequible menú (realcasinomurcia.com).
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EL ÓRGANO QUE DESAFÍA A LAS BÓVEDAS DE LA CATEDRAL
Tras pasear por el trazado medieval de la capital murciana, contemplar los conventos alineados sobre la principal acequia musulmana y recorrer la plaza del Cardenal Belluga –un espacio donde se mezclan el arte gótico y la vanguardia, y que Carlos Saura convirtió en escenario de su película Pajarico–, llegaremos a la catedral de Santa María, que queda frente al Moneo de Murcia, como se conoce al edificio del ayuntamiento. Tres motivos tiene el templo de los que presumir y mucho: su imponente fachada barroca, la capilla de los Vélez –una de las escasas salas funerarias de estilo gótico-flamígero en España– y el órgano, un tesoro musical del siglo XIX, obra cumbre de Joseph Merklin, compuesto por 4000 tubos distribuidos en cuatro plantas. Además de conciertos periódicos –todos los jueves, a partir de las 11 de la mañana–, los amantes de los grandes compositores pueden concertar una cita gratuita con el organista mayor de la catedral. Por cierto, si su compleja mecánica se tocara a la máxima potencia, ¡resquebrajaría las bóvedas de la catedral!
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ARTE EN EL TEATRO Y EN LA MESA
Los medallones con los rostros de Beethoven, Liszt o Mozart dan la bienvenida en el Teatro Romea (teatroromea.es), el antiguo huerto de los dominicos, que, tras su restauración en 2010, ha recuperado todo su encanto. Entre sus palmerales y barandillas historiadas, nada mejor que conseguir una de sus 1170 localidades (aunque por una superstición, solo 1169 salen a la venta) para disfrutar de su programación cultural. Entre sus curiosidades destacan el tornavoz floreado y los palcos para las viudas de antaño, cuyos cortinajes les permitían no perderse un detalle sin ser vistas.
Si buscas arte para seducir al paladar, tu destino se llama Alma Mater (almamatermurcia.com). Inaugurado en abril de 2020, el chef Juan Guillamón propone una sinfonía delicada entre cocina vanguardista y respeto hacia los productos de la huerta (el mar y la montaña) de la región. Su menú degustación, con un impecable servicio de sumillería que interpreta para los comensales sus DOP Jumilla, Bullas y Yecla, es digno representante de la Capital Española de la Gastronomía 2021. La gyoza umami de cabrito; el guisito de bacalao, zarangollo y miso; o la simpática puesta en escena de «Ruperto», una mezcla deliciosa de roano, manzana y romero, son un recuerdo para sonreír.
ENTRE CABALLOS Y BORDADOS POR LORCA
Lorca es una ciudad encantadora y cuenta con dos museos en los que es fácil quedarse boquiabierto cuando se contempla la creatividad de sus bordados a mano en seda y oro. Son el muBBla Museo de Bordados Paso Blanco (mubbla.org), con más de 1500 piezas (entre las que sobresalen las de su Cámara de las Maravillas) y el MASS Museo Azul de la Semana Santa (museoazul.com). El bordado lorquino de Semana Santa es tan especial que de hecho es candidato a Patrimonio Inmaterial Cultural de la Unesco.
Los dos museos son imprescindibles en cualquier época del año, pero los estandartes, palios y mantos son aún más deslumbrantes durante los Desfiles Bíblico Pasionales de Semana Santa, cuando estas joyas desfilan entre cofrades, tallas religiosas y jinetes sobre sus caballos de alta escuela. Una tradición que empezó a gestarse a finales del siglo XIX y que hace de esta festividad un acontecimiento impresionante por su puesta en escena.
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DELICIAS GASTRO Y «CHOCHOS» DE COLOR PITUFO
En cuestión de dulces, en Lorca no hay que elegir entre azul o blanco, ya que sus famosos «chochos», elaborados con canela, azúcar y avellanas americanas, son bicolor. Los podemos encuentrar en diversas confiterías, entre ellas la Pastelería Zenón (fundada en 1908), donde los milhojas también son una tentación.
Para los que consideran que viajar está ligado a los descubrimientos gastronómicos, el destino ineludible en la localidad se llama Casa Roberto. La suavidad de la alcachofa con bombón de foie y aire de trufa, y la olla gitana (pera incluida) son una delicia para el paladar. La sensibilidad con la que la chef Alejandra Rodríguez adereza sus fogones, tras recoger el testigo de la tradición familiar y aportar un toque renovado, emociona.
RELAX EN UNA SINAGOGA Y AMANECER EN UN CASTILLO
La Fortaleza del Sol de Lorca, con su robusta Torre Alfonsina, cuyo ascenso por 128 escalones se premia con unas vistas espectaculares, es tan imponente que cualquier época del año es buena para llegar hasta ella. Por septiembre, además, su mariposario al completo sobrevuela a los pies del castillo, la judería y la sinagoga, cuya conservación es tan excepcional como la historia tallada en cada una de sus piedras. Se trata de una visita ineludible que atestigua la presencia sefardí en aquella Lorca fronteriza con el Reino de Granada y su floreciente actividad mercantil.
Este enclave también es el imponente escenario en el que, cada 23 de noviembre, se celebra La Refriega, una recreación que evoca la leyenda de la conquista de Lorca y el acto de capitulación, y en la que participan más de 1000 figurantes. La festividad, que honra a su patrón, San Clemente, cuyo santo coincide con la toma del castillo por las huestes cristianas, aspira a ser declarada de Interés Turístico Nacional.
Sobre el Parque Arqueológico del Castillo y Sinagoga se alza el Parador (parador.es). De moderna arquitectura, mimetizada con el legado arqueológico sobre el que se sustenta, se brinda para momentos de relax en su spa, un sueño reparador en sus habitaciones y un amanecer de cielos rojizos que delatan que, muy cerca, está el mar.
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PASEO EN CATAMARÁN, TAPA MARINERA Y ARROZ CALDERO EN CARTAGENA
Entre los palmerales que custodian el paseo marítimo y el submarino de Isaac Peral, la brisa cálida de Cartagena es de lo más apetecible en invierno. No hace falta llegar hasta la primavera o al verano para disfrutar de sus fondos marinos y de las mil opciones que ofrece esta ciudad mediterránea de aire distinguido. Desde el Puerto de Cartagena, el plan es embarcarse en un catamarán, navegar a 2,5 nudos y descubrir las formas sinuosas de su costa, sus faros, castillos y los emblemas que relatan su importancia estratégica y militar. Ya en tierra firme, el lujo es disfrutar, con el murmullo de las olas, de la tapa murciana por excelencia: la marinera, una rica mezcla de ensaladilla y anchoa sobre una rosquilla. No hay dos iguales… ¡y todas están ricas! Otra buena elección es el arroz caldero, un imprescindible en la región, que se disfruta mirando al mar o, después de deambular plácidamente por las calles y plazas cartageneras, en La Marquesita (restaurantemarquesita.es), toda una referencia por sus propuestas mediterráneas.
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UN CAFÉ ASIÁTICO ENTRE «SUSPIROS» MODERNISTAS
El esplendor romano de Cartagena se mezcla con toda naturalidad con las curvas de los edificios Art Nouveau que salpican la ciudad. Hay que dar gracias al magnate minero Serafín Cervantes Contreras, que encargó la casa Cervantes al arquitecto Víctor Beltrí. Fue tal su belleza que se multiplicaron los deseos por tener edificios parecidos. En su planta baja se instaló el Café España, cuyos «suspiros» de almendra inspiraron el famoso pasodoble de Antonio Álvarez Alonso. Un siglo después, dejarse llevar por la corriente artística que salpica esta ciudad incluida dentro de la Ruta Europea del Modernismo, y saborear ante el Palacio de Aguirre, el Gran Hotel o el Palacio Consistorial (de Tomás Rico) este dulce, con la compañía del típico café asiático, es un placer obligado.
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TEATRO ROMANO BAJO LAS ESTRELLAS
En Cartagena, otro planazo es seguir los pasos del arquitecto Moneo a través de un pasadizo que, en un abrir y cerrar de ojos, nos transporta hasta el esplendor de Cartago Nova en tiempos del imperio. El hallazgo fortuito del Teatro Romano, encargo directo del emperador Augusto en el siglo I a. C., ha supuesto un antes y un después para esta ciudad mediterránea renovada. Tras su restauración arqueológica, las opciones para descubrir esta maravilla de mármol de Carrara, cuya decoración se importó de los talleres imperiales, son múltiples. Una de Romanos permite disfrutar, junto al sabor de una tapa de la región, de la ruta por el Museo del Teatro Romano y el Foro Romano Molinete. Para familias con niños que viajan en estas fechas, la opción se llama Feliz Navidad, Bona Saturnalia. Para los románticos que fantasean con el verano, nada más sugerente que una visita al foro y las termas bajo las estrellas. Y, para los soñadores, la guinda es asistir a una representación en el teatro romano, con 21 siglos de historia, a la luz de la luna (puertodeculturas.cartagena.es, actividades a partir de 3 €).