Guirnaldas, lazos, espumillones y las famosas bolas que cuelgan del abeto, elaboradas en cristal de Bohemia soplado a mano y presentadas en combinaciones infinitas. Bolas que adoptan la forma de flores, animales, balones de fútbol, teléfonos móviles, zapatos, soldaditos, ángeles y demonios. Bolas de hasta 900 tonos, con lunares, cuadros, brocados de tela, con los colores de la Union Jack o con barras y estrellas.
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Todo esto alimenta el refugio de Johann Wanner (johannwanner.ch) en la ciudad suiza de Basilea. Un lugar plagado de magia, brillo y purpurina que tiene el honor de proclamarse como la tienda de Navidad más grande del mundo. Por sus diseños para vestir a los árboles (en lugar de a las damas) se le conoce como el Chanel de estas fiestas.
MAGIA QUE DURA TODO EL AÑO
Hay que perderse por el casco histórico de la que está considerada la capital cultural del país de los relojes para dar con este llamativo comercio en cuya fachada figura, bajo el nombre, una de las palabras más largas (e impronunciables) que existen en la lengua alemana: Weihnachtsbaumschmuckausstattungsspezialgeschaeft, que quiere decir, literalmente, tienda especializada en objetos de decoración para abetos de Navidad.
Aquí siempre parece esperarse a Santa Claus, aunque la visita se produzca en pleno agosto con chanclas y pantalones cortos. Porque este fue el deseo de su fundador hace más de 50 años: extender el espíritu navideño a todos los días del año. Pero hacerlo, eso sí, con buen gusto y sin caer en lo ordinario. A la vista está que sus creaciones, elaboradas a mano de manera artesanal, son auténticas obras de arte.
CREAR TENDENCIA
El resultado de semejante esmero es que hoy no solo se engalanan con sus adornos los abetos de medio mundo (ciudades como Londres o París le solicitan material) sino que hasta la Casa Blanca, el Vaticano y el Palacio de Buckingham le encargan la decoración navideña. Hay quien dice que sus bolas entusiasmaban a la malograda Lady Di y al mismísimo Michael Jackson.
El secreto, según su el propio Wanner, es seguir los dictados de la moda que, al igual que en el vestuario, proviene de París, Milán o Nueva York. Y es que también en los ornamentos las tendencias cambian cada año y son un reflejo de la sociedad. Esto explica que en estos momentos impere la fantasía como evasión de la realidad o que predominen ciertos colores que implican un plus de alegría.
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EL MEJOR MERCADILLO DE EUROPA
La Navidad se vive de manera especial en esta ciudad a orillas del Rin que adquiere por estas fechas un entrañable aire de cuento. Lucecitas de colores, aroma a castañas asadas, dulces típicos de invierno y una banda sonora en bucle con el clásico Jingle Bells. Todo ello y una población pletórica que atesta las calles a pesar del frío ha hecho que el mercadillo navideño de Basilea haya sido elegido entre los mejores del mundo.
Emplazado en las plazas Barfüsserplatz y Münsterplatz, no hay nada que no se pueda encontrar en estas casetas de madera. Desde elaborados regalos de artesanía hasta delicias para el paladar típicamente suizas, como los läckerli (una especie de pan de jengibre) o la contundente raclette.
En la primera, dominada por iglesia Barfüsserkirche, el mercadillo compite con el encanto de las pintorescas casitas circundantes y su tejado a dos aguas. En la segunda, a los pies de la majestuosa catedral, los puestos se extienden a los pies de un hermoso árbol de Navidad decorado, por supuesto, por Johann Wanner.
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MUY PRÁCTICO
La ciudad de Basilea cuenta con aeropuerto, el Basilea-Mulhouse, con vuelo directo desde varias ciudades de España como Madrid, Barcelona, Alicante, Málaga o Palma, desde 50 €.
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