Acercándose a macael por el sur, desde Tabernas y la ciudad de Almería, nada más pasar el desvío a Chercos, aparecen a uno y otro lado de la carretera montañas llenas de vertiginosos escalones y cortes cúbicos. Para ver mejor este extraño paisaje hay dos miradores en la carretera A-349: el de las Canteras, obra de los arquitectos Noemí Lorenzo y Miguel Rodríguez; y el de Cosentino, de la multinacional almeriense de las encimeras de baño y cocina, que nos invita a asomarnos a este hormiguero de mármol a través de un artístico dolmen de esa misma piedra.
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Los árabes lo llamaron al-Maluki, el Real, porque era el mármol favorito de los reyes. En mármol blanco (también lo hay gris, verde, crema y amarillo) de Macael se esculpieron los leones del famoso patio de la Alhambra y las 124 columnas que sostienen sus galerías, así como muchos de los pavimentos y adornos que hermosean el monumento, el vecino Generalife, y también la Alcazaba almeriense, la Mezquita de Córdoba y Medina Azahara. Y antes y después de los árabes, una lista infinita de obras arquitectónicas y escultóricas se han labrado con el oro blanco del valle del Almanzora.
En Macael hay que visitar el Centro de Interpretación del Mármol, donde, además, se ofrece la posibilidad de ir con un guía a los talleres artesanales y a las canteras. Por libre, recorreremos el sendero del Mármol, una ruta de 4,6 kilómetros que lleva a los miradores siguiendo las huellas de los bloques de mármol arrastrados durante siglos por los carros de bueyes.
Nuestro viaje continúa en la vecina Olula del Río, donde asombra la escultura gigante de la Mujer del Almanzora, de Antonio López. Y, a su lado, dos museos no menos impactantes: Casa Ibáñez, que alberga más de 1200 obras de arte español, desde Goya hasta nuestros días, y el Centro Pérez Siquier.
A 21 kilómetros de Olula, valle arriba, está Serón, un pueblo de calles empinadas coronado por un castillo, y en su calle Real, algunos ejemplos de casas señoriales con magníficas fachadas. Trepando por las difíciles cuestas se nos despertará el apetito por el olor de los secaderos de jamones, de los que salen cada año un millón y medio de serranos e ibéricos.
A diez kilómetros de Serón y a 700 metros más de altura, están las minas de hierro de Las Menas. Se cerraron en 1968, pero aún se conserva la iglesia, el hospital, las oficinas, el pabellón de obreros, los talleres... En este poblado fantasma llegaron a vivir 2500 personas. Desde arriba, el hierro se transportaba en teleférico a Serón y después en tren valle abajo.
Para volver a Almería, lo más rápido es atravesar la sierra de los Filabres por lo más alto. Allí, a 2168 metros de altura, descubriremos las cúpulas del observatorio astronómico de Calar Alto. Con cita previa, veremos el mayor telescopio de Europa continental y, sin cita, pero con permiso de las nubes, un paisaje inmenso y bellísimo donde la mirada abarca desde Sierra Nevada hasta el Mediterráneo, pasando por el árido campo de Tabernas. Pocos miradores habrá en el mundo que dominen, como este, mar, desierto y alta montaña.
No dejes de...
Pedalear por la vía verde del Almanzora. El trayecto recuerda el recorrido que hacían los trenes que transportaban el hierro de Las Menas y el mármol de Macael hasta el puerto murciano de Águilas. Especialmente apetecible es el tramo de 36 kilómetros que va de la antigua estación de Hijate, en el límite con Granada, hasta Olula del Río. Más detalles, en viasverdes.com.
Guía práctica
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