Almadén fue durante siglos el lugar más valioso de España. El mercurio, o azogue, que se extraía de sus minas era imprescindible para obtener oro y plata de los yacimientos americanos que enriquecían a la corona española y a los prestamistas que la financiaban. Nada se parece a la historia de Almadén, declarada Patrimonio de la Humanidad por su trayectoria vinculada a conseguir el raro y único metal líquido, y a su importancia en el mercado de los minerales preciosos desde el siglo XVI.
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Tampoco hay otra experiencia como la de bajar a los pozos de las minas y recorrer sus galerías, las cañas, para conocer las técnicas de extracción del cinabrio (otro mineral), la metalurgia para obtener el mercurio y el duro esfuerzo de los picadores. El Parque Minero de Almadén ofrece una visita para descubrir todo ello.
Tras recorrer el Museo de la Minería y los talleres, los viajeros, provistos de cascos y linternas, bajan 50 metros en una jaula al profundo pozo de San Teodoro, para ver las diferentes maneras de construir las galerías, de extraer el mineral y de sacarlo al exterior. El elemento más llamativo del recorrido es el baritel de San Andrés, un gran cabrestante (torno) subterráneo, en el que los animales movían en la oscuridad el mecanismo que subía piedras y agua a la superficie. El final del trayecto por las húmedas galerías incluye la presencia de una imagen de la Virgen de la Mina, a la que se encomendaban los mineros antes de iniciar su peligroso trabajo.
Un tren de vagonetas devuelve a los visitantes al aire libre, donde se puede observar la parte metalúrgica del parque, el Museo del Mercurio, el horno de Tejeras y la puerta de Carlos IV, por la que salían las carretas para llevar el metal hasta Sevilla por tierra, antes de embarcar hacia América, siguiendo la Ruta del Azogue. Se calcula que unas 250.000 toneladas, un tercio de la producción mundial a lo largo de la historia, salieron de Almadén durante cinco siglos, hasta el cierre de la mina en 2001.
El paseo por el casco urbano de la ciudad está lleno de interés. Conviene subir, en primer lugar, hasta la parte más alta, donde se conservan los restos del castillo de Retamar. La fortaleza está encaramada en un peñón veteado del color rojo bermellón del cinabrio, con un balcón a sus pies desde el que se contempla el Parque Minero, las casas del pueblo y los extensos campos ondulados sobre los que se levanta.
Entre sus monumentos singulares destaca la plaza de toros de 1752, única del mundo de planta hexagonal, con 24 antiguas viviendas rodeando el coso, que ahora acogen un museo taurino, un restaurante y un hotel. Varios edificios del siglo XVIII están relacionados con el trabajo en los pozos. En el Real Hospital de Mineros de San Rafael se cuidaba a los que caían enfermos o accidentados, en la Cárcel de Forzados vivían los condenados a galeras obligados a picar en las galerías, y la pionera Academia de Minas, creada en 1777 por Carlos III, ha llegado a ser la actual Escuela de Ingeniería Minera e Industrial.
Almadén es también capital de la comarca del valle de Alcudia, que incluye los yacimientos de cinabrio de Almadenejos, con su propio baritel, el de San Carlos, y los hornos donde se destilaba el mercurio. Ambos se enlazan en la Ruta de los Pueblos Mineros con la mina del Entredicho, y con espacios naturales tan valiosos como la espectacular dehesa de Castilseras, cuajada de encinas y alcornoques a orillas del río Valdeazogues.
En los cielos de Almadén es fácil contemplar en vuelo águilas y buitres sobre alguna de las mejores fincas de caza mayor de España. En este paraíso ecológico, alejado de las carreteras radiales, tan remoto como accesible, merece una visita detenida el vecino Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, que permanece entre los lugares más atractivos y menos frecuentados del país.
No dejes de...
Subir al castillo de Chillón. A cinco kilómetros de Almadén, la formidable atalaya permitía vigilar la frontera medieval entre Castilla y al-Ándalus. Desde sus murallas se contemplan interminables llanuras que pertenecen a los tres grandes valles que coinciden a sus pies: el castellanomanchego de Alcudia, el andaluz de Los Pedroches y el extremeño de La Serena, meta invernal durante seis siglos de los rebaños de ovejas de la Mesta. Los amaneceres y puestas de sol desde él son inolvidables.
Guía prática
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